Cocaína, marihuana, rifles de precisión y kalashnikov: las Tres Mil Viviendas como sede del hampa en Andalucía occidental
La Policía Nacional efectuó este miércoles una 'operación jaula' en el Polígono Sur con dieciséis registros domiciliarios, diez detenciones y un sinfín de drogas y armas incautadas
Los jóvenes de los clanes de la droga se alejan del poder de los patriarcas en el Polígono Sur
«Analizaremos qué edificios de las Tres Mil Viviendas podemos derribar para hacer zonas verdes»
No había 'aguadores' en los puntos de entrada ni observadores en ninguna ventana. Cientos de vecinos se agolpaban tras el fuerte cordón policial que había cercado a primera hora de la mañana las barriadas de Murillo y Martínez Montañés del Polígono Sur ... de Sevilla. Conforme los agentes entraban en los domicilios señalados de la 'zona caliente', de estos se desprendía un inconfundible olor a marihuana. Era la constatación de aquello que durante meses, incluso años, venían denunciando los vecinos «de bien» –en esos términos se refería a ellos el subdelegado del Gobierno– y compañías eléctricas: la proliferación de los cultivos 'indoor' y el consiguiente enganche ilegal a la red que tantos transformadores achicharra a lo largo del año, dejando sin luz durante días a todo el barrio.
Entre las seis de la mañana, cuando comenzó el operativo, denominado 'Operación Vulcano', en alusión al dios romano del fuego, y las dos de la tarde, cuando se relajó la presión policial, habían pasado ocho horas, dieciséis registros domiciliarios, más de diez detenciones y un sinfín de armas y drogas intervenidas. Trescientos agentes de la Policía Nacional habían emprendido una 'operación jaula' o la operación para 'dar caza' a los responsables del tiroteo del pasado sábado, así como a los principales cabecillas de unos clanes de la droga –en la mayoría de casos, hablamos de la misma figura–, quienes parecen haber relajado sus medidas de cautela y se sienten tan impunes como para lanzar ráfagas de tiros al aire, bien de manera disuasoria contra otras organizaciones bien para mostrarles a sus 'rivales' el tipo de armamento que poseen.
De los primeros disparos con pistolas del sábado pasaron a las escopetas, a los rifles de precisión y, por último, a los fusiles de guerra. Una escalada en los medios y en el equipamiento que precipitaron la actuación de una Policía Nacional que llevaba meses tras la pista de estos clanes de la droga. Nadie duda en estos momentos que las Tres Mil Viviendas se ha convertido en el gran hipermercado de la droga en el Sur de España, así como en el centro de operaciones del hampa en Andalucía Occidental. Contra estos cárteles de la droga iba dirigida una macrooperación que cercó desde primera hora de la mañana las barriadas de Murillo y Martínez Montañés. Dos puntos del Polígono Sur bien conocidos por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en los que se desarrollaron los dieciséis registros domiciliarios durante la mañana de este miércoles.
En la barriada de Murillo, los agentes se centraron en los bloques verdes y marrones –conocidos así por la tonalidad de sus fachadas–, como escenarios de los dos tiroteos producidos durante la tarde del pasado sábado y la mañana del domingo. A su vez, se actuó en la barriada de Martínez Montañés, vulgo «Las Vegas», como epicentro del cultivo, tratamiento y venta de drogas de la zona. Aunque aún no se ha precisado la cantidad de estupefacientes incautada, este periódico ha podido saber que los agentes descubrieron tanto plantaciones de marihuana, como barras de hachís y dosis de cocaína dispuestas para su venta. Drogas a la carta.
Durante las ocho horas que duró esta 'operación jaula', con más de trescientos agentes desplegados, participaron casi todas las unidades de la Policía Nacional. Especialmente visibles las unidades de caballería, aunque aún más efectivos tuvieron la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) y la Unidad de Intervención Policial (UIP). El movimiento a baja altura de los drones hacía revolotear a las palomas sobre la arboleda de los bloques marrones de las Tres Mil Viviendas. Estas aeronaves no tripuladas, con cámaras térmicas incorporadas para la detección de movimiento por calor, volaban bajo el dominio total de unos helicóptero que no detuvieron el vuelo hasta que ya se habían apresado a los presuntos cabecillas de estas organizaciones criminales.
Una especie de trinchera se había habilitado para la prensa desplazada hasta la zona. Junto a los bloques marrones (barriada de Murillo, vulgo las Ochocientas Viviendas), los agentes exhibían su control absoluto de la situación. Minutos antes de la una de la tarde sacaban esposado a uno de los presuntos componentes de estas bandas de un bloque de la calle Viento del Pueblo. «¡Mario, Mario, Mario!», le gritan sus vecinos tras el fuerte cordón policial. Aunque en aquel momento se pensaba que era éste el primero de los detenidos, resultó ser el penúltimo. Tras él, una mujer que también aparentaba tener unos treinta años de edad.
Con los detenidos fuera de la 'zona caliente', los agentes comenzaron a sacar de este bloque de la calle Viento del Pueblo el material incautado. A simple vista, escopetas, rifles de precisión y posiblemente –cubiertos con fundas– los fusiles de guerra empleados durante el famoso tiroteo que había puesto a las Tres Mil Viviendas ante el foco mediático nacional como referente de la inseguridad ciudadana. A última hora del día se conoció que intervinieron cinco armas de fuego, entre ellas tres pistolas y dos armas largas. Un descontrol que, cabe recordar, llevó a los servicios municipales a plantarse ante su «falta de medios y formación». Tal y como le advirtieron al alcalde de Sevilla, y éste confirmó ante los medios de comunicación, ni la Policía Local ni Lipasam volverían a entrar en la 'zona caliente' sin el acompañamiento de unidades especializadas de la Policía Nacional. Antes de abandonar el gran hipermercado de la droga, este periódico preguntó a los agentes de la Policía Nacional sobre si el Ayuntamiento de Sevilla había solicitado esa protección para las labores de limpieza. Nadie sabía nada.
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