soledad no deseada
Carlos: «Los voluntarios somos parte de la familia de los mayores y ellos son parte de la nuestra»
Este voluntario de San Juan de Dios de Sevilla tiene 34 años y lleva 9 colaborando con el hospital y el comedor de la Orden: «Aunque parezca increíble, yo siento que recibo más de ellos que lo que les doy»
Encarna: «Si no hubieran acogido en esta residencia tras el ictus, me habría tirado por una ventana»
![Carlos en el Hospital de San Juan de Dios de Sevilla](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/sevilla/2023/12/30/carlos-voluntario-sjd1-R4sRhhFAQW7N5a5RB8zt6YL-1200x840@abc.jpeg)
La residencia de San Juan de Dios de Sevilla tiene más voluntarios que residentes y eso se nota en la atención que reciben sus 80 mayores. El hermano Chema Monserrat, coordinador de Voluntariado de la residencia y del Hospital de San Juan de ... Dios en Sevilla (SJD), cuenta cómo arrancó su labor hace ya más de una década: «Los residentes estaban por las tardes algo desocupados y aburridos el voluntariado trató de revertir eso organizando distintas actividades. Hemos encontrado a gente joven en las universidades y centros de FP dispuestos a colaborar con nosotros gracias al Educa SJD. Y nos hemos dado cuenta de que muchos chicos y chicas sólo esperan tener una oportunidad para tratar de ayudar a los demás y nosotros se la damos, los acompañamos y los formamos con la idea de que su labor sea lo más eficaz posible, con la ayuda de psicólogos, terapeutas y trabajadores sociales«.
El voluntario suple de alguna manera el hueco que deja la familia que ha perdido el residente o, por el motivo que sea, no puede visitarlo. O no quiere. Carlos, sevillano de 34 años, es uno de ellos desde hace nueve años. «Empecé en el voluntariado cuando estaba estudiando y no quise dejarlo cuando empecé a trabajar, a pesar de que ahora tengo mucho menos tiempo», cuenta. La razón es altruista, querer ayudar, pero Carlos también reconoce que a él también le ayudan: «Una vez dentro me di cuenta, aunque parezca increíble, de que ellos me aportan a mí más de lo que yo creo que les aporto a ellos. Siempre llego mucho mejor a casa el día que estoy con alguno de ellos».
Sin quererlo ni buscarlo, Carlos se ha convertido en parte de sus familias. Hablamos de mayores que afrontan la recta final de sus vidas y sufren una soledad no deseada. «No queremos sustituir a sus familias, ése no es nuestro rol, pero sentimos que con el tiempo y el cariño pasamos a formar parte de ella, igual que ellos también acaban formando parte de la nuestra«, explica. Tan es así que no es raro que algunos voluntarios terminen invitando a comer algún domingo a los mayores en compañía de sus parejas, hijos, o padres, según las circunstancias personales de cada uno.
Carlos ha vivido muchos momentos emotivos con los pacientes y usuarios del comedor social y recuerda entre todos ellos a una mujer mayor muy devota de la Trinidad. «Ella guardaba como oro en paño unas estampitas de la Virgen que ya estaban muy deterioradas por el paso del tiempo. Y un día antes de ir a verla, me acerqué a la iglesia para conseguirle otras. Cuando se las di, se puso a llorar«, cuenta.
El acompañamiento se puede hacer en grupo o individual. «Lo que más le gusta a los residentes es salir de la residencia y tenemos un programa para ver cine y espectáculos en los teatros. En el teatro Maestranza nos facilitan invitaciones dos veces al año y los mayores han tenido la oportunidad de ir a ballets, conciertos de música o funciones de óperas, muchos por primera vez«, destaca el hermano Chema. Una de las señas de identidad de la orden es la hospitalidad y el voluntariado es la perfecta expresión de ese carisma. En los hospitales los voluntarios, muchos de ellos jóvenes, visitan a los enfermos, los acompañan, los llevan a la cafetería, les traen lo que necesitan».
Eugenia Moreno, responsable de Obra Social SJD Sevilla, subraya «lo importante que es para nosotros la colaboración de las empresas y particulares, a los que nosotros llamamos bienhechores. Sin ellos sería casi imposible realizar actividades fuera de la residencia. Hablamos desde los taxistas que nos llevan al teatro que nos facilita las entradas o a los compañeros de la Caixa y de otras compañías, grandes y pequeñas».
El hermano Guillermo García, superior de San Juan de Dios en Sevilla, recuerda que «ninguna persona, tenga la edad que tenga, deja de tener necesidades ni sentimientos. El mayor también necesita querer, ser querido y sentirse importante para alguien. Con los años muchos se callan y no nos lo dicen pero tienen esas necesidades. Silencian el dolor de la soledad no deseada cuando se ven relegados y se sienten ya vulnerables».
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