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Muestra una lata de comida militar de la Segunda Guerra Mundial y prueba todo lo que hay en su interior: «Después de 80 años...»

Se trata de la ración especial tipo C de 1944, que se les daba a las tropas de Royal Air Force (RAF)

Un español prueba la comida que se les da a los militares de nuestro país: este es su veredicto

Muestra una lata de comida militar de la Segunda Guerra Mundial y prueba todo lo que hay en su interior

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Las largas campañas militares necesitan una cuidadosa planificación, especialmente en la alimentación de las tropas. La comida debe ser nutritiva para mantener su rendimiento, además de fácil de cocinar y transportar debido a las difíciles condiciones y constantes desplazamientos.

Este es el tema abordado recientemente por el canal de Youtube 'Curiosidades con Mike', un creador de contenido con más de siete millones de suscriptores que se dedica a divulgar sobre ciencia, tecnología y diferentes aspectos muy diversos. En uno de sus últimos vídeos, Mike asegura que se ha hecho con la ración especial tipo C de 1944 que se les daba a las tropas de Royal Air Force (RAF) durante la Segunda Guerra Mundial.

Antes de abrir la lata, el creador de contenido desgrana las características del envase. Comprueba que pesa 386 gramos, mide unos 11 centímetros de altura por ocho de diámetro y su acabado es de lacado dorado y no de aluminio, «como era habitual en la época». En el exterior, están escritos todos los alimentos que contiene: dulces hervidos, una barrita de frutas, galletas dulces, barritas de avena y chicles.

Contenido de la ración especial tipo C de la RAF

  • Siete dulces hervidos

  • Una barrita de frutas

  • Galletas dulces

  • Una barrita de avena

  • Cuatro chicles

Después, explica que la lata conserva el sistema de apertura original, que en muchas latas se utiliza incluso a día de hoy. Sin embargo, como existen muchas opciones de que si la abre de este modo se rompa, opta por utilizar un abre latas al uso y agujerearla por debajo. De este modo, asegura, conservará la lata casi intacta en apariencia una vez saque su contenido.

Decide probar toda la comida de la lata

«Normalmente estas latas suelen ser de unas 1.000 calorías, puesto que tienen muchos dulces«, asegura una vez la abre. En el interior, encuentra primero el paquete de galletas dulces, que se han conservado intactas, aunque el plástico que las protege está algo amarillento. Después, aparecen los siete caramelos, que aunque uno se haya quedado pegado a la lata, se conservan relativamente bien. En peor estado se encuentran la barrita de frutas, las dos de avena y los chicles, visiblemente deteriorados.

Lo primero que Mike decide probar son las galletas. Nada más sacarlas de su envoltorio, advierte que «huelen a viejo», un olor característico que el creador de contenido asegura ya haber percibido cuando probó latas correspondientes a la Guerra de Vietnam y otros conflictos del siglo XX. El sabor no es mucho mejor, y se ve obligado a escupirlas: «Es curioso porque son galletas dulces, y sin embargo, en la boca, se aprecian amargas y súper saladas», apunta Mike, que asegura que, si bien el sabor no se ha conservado bien, la consistencia es perfecta, y siguen muy crujientes.

La barrita de frutas, que se encuentra visiblemente en mal estado es lo siguiente. El youtuber asegura que su textura es parecida a la de los neumáticos, y le supone un gran esfuerzo arrancar un trozo. Sin embargo, la sorpresa llega al llevársela a la boca: «¡Está buena! ¡Increible! ¡Se podría comoer perfectamente 80 años después!», asiente Mike, que describe su sabor como de naranja con algo de pasas.

Después, llega el turno de las barritas de avena, cuyo envoltorio está completamente lleno de grasa. La consistencia del producto es terrosa, y aunque cuesta morderla, Mike asegura que su sabor no está nada mal y se parece mucho al de las raciones de emergencia que se brindan hoy en día en los ejercitos. «No sabe cien por cien a avena después de ocho décadas, pero no está mal», apunta.

Finalmente, llega el turno de los dulces. Con los caramelos ocurre que muchos están bastante derretidos, por lo que el envoltorio se ha quedado parcialmente adherido al dulce. Cuando logra llevarse uno a la boca, se sorprende lo bueno que está: «Están en perfecto estado, creo que son de fresa», sugiere. Lo mismo ocurre con los chicles, que a pesar de que están duros, el sabor sigue siendo refrescante. «No está mal el sabor, aunque no me preguntéis de que es. Parece de ambientador para armarios«, bromea.

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