El misterio de la Cuarta Cruzada: ¿por qué los cristianos convirtieron Constantinopla en un infierno?
Los historiadores todavía desconocen la razón que llevó a los líderes francos y venecianos a asaltar y saquear la capital del Imperio bizantino
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Empezó como solían hacerlo este tipo de guerras: con una proclama del Papa y una llamada a la reconquista de Tierra Santa. Sin embargo, la Cuarta Cruzada no se pareció en nada a sus predecesoras. En la actualidad, los expertos todavía debaten las causas que llevaron a los cristianos a abandonar su objetivo final y hacerse con la ciudad de Constantinopla. Unos se lo achacan a la avaricia; otros, a razones políticas. Lo único que tenemos claro es que, después del saqueo de la urbe el 12 de abril de 1204, se produjo la ruptura definitiva entre los católicos y los ortodoxos.
Misterio sin resolver
Según explica Phillips en 'La Cuarta Cruzada y el saqueo de Constantinopla' (Ático de los libros), la conquista de la ciudad no fue algo planeado, sino un triste accidente. «El objetivo inicial era tomar Jerusalén, en poder de Saladino desde 1187», explicaba el experto en 2022 a ABC. Al menos eso pretendía Inocencio III cuando clamó en Europa por la movilización militar contra el Islam. «La raíz del problema fue el contrato que se hizo entre cristianos y venecianos. El trato original era que los primeros aportarían dinero y hombres y, a cambio, los segundos les fabricarían una flota para ir a Tierra Santa», desvela. En total, 240 navíos a cambio de 85.000 marcos de planta; el doble de los ingresos de Francia por entonces.
Pero el plan terminó en desastre. La República de Venecia dedicó un año entero a construir esa armada; casi paró el país para ello. A cambio, no obtuvieron oro, sino una promesa de pago. «El problema es que, una vez que los cruzados recibieron los navíos, vieron que no podían pagarlos. Al final, partieron en 1202 a Tierra Santa con esa deuda contraída», añade el experto. Alejo, que anhelaba el trono de Constantinopla, supo aprovecharse de aquellas dificultades. «Ofreció a los cruzados dinero, soldados y subyugar la Iglesia ortodoxa a la romana a cambio de que le ayudaran a tomar el trono», explica el experto. Aquello solucionaba de un solo golpe el problema de los líderes de la Cuarta Cruzada.
Aunque esa parece la razón más lógica, todavía se desconoce la causa exacta que motivó la toma de Constantinopla. El historiador anglosajón afirma que es imposible hallar solo una. Lo que sí tiene claro es que los cruzados arribaron a las inmediaciones de la ciudad a finales de junio de 1203, y con aviesas intenciones. Sus ejércitos contaban con 4.500 caballeros y unos 14.000 infantes, la mayoría francos, y unos 25.000 venecianos. Durante el primer asalto, el emperador Alexios III Ángelos resistió a los asaltantes. Sin embargo, cuando más fuerte era la defensa, decidió marcharse de la urbe con todo el oro que había en la urbe.
El porqué es otro de los grandes misterios de la historia medieval. «Nadie sabe la causa; es uno de los grandes misterios de la cruzada. En la práctica podría haber aguantado dentro de Constantinopla», añade el experto. Y no le falta razón. Al fin y al cabo, y a pesar de sus esfuerzos, los cruzados no lograban penetrar las defensas y solo era cuestión de tiempo que se quedaran sin comida. Si eso ocurría, deberían volver a sus bases y el asedio no sería más que un triste recuerdo. «Pero, ya fuera por miedo, ya fuera por cobardía, decidió marcharse. Aquello le valió la crítica de unos cristianos ortodoxos que entendían que defender la urbe debía ser su prioridad máxima», completa el autor.
Duro saqueo
Huido el emperador, la ciudad cayó y Alejo tomó el poder. «El problema es que no era muy popular entre los bizantinos y se ganó muy rápido su enemistad. Lo que se sucedió a partir de entonces fueron meses de tensión en los que se negaron a pagarle los impuestos que exigía para los cruzados», añade Phillips. El monarca terminó asesinado en 1204 y, tras él, subió al trono un nuevo mandamás que no tardó en mostrarse hostil a los cruzados. «En marzo los cristianos se hallaron en un callejón sin salida. No tenían dinero, no podían avanzar a Jerusalén y no recibían refuerzos. Así, poco a poco se empezó a extender la idea de que los griegos ortodoxos se oponían a la voluntad de Dios», completa el experto.
Los líderes de la Cuarta Cruzada iniciaron entonces un nuevo asedio y entraron en la urbe a sangre y fuego. «Cuando los cruzados entraron en Constantinopla dejaron a un lado la disciplina. Provocaron incendios, asesinaron civiles, destruyeron estatuas, prendieron iglesias... Además, saquearon las reliquias y las riquezas de las viviendas. Santa Sofía, sede del Patriarca, fue esquilmada por completo y hasta liberaron burros en su interior como humillación», completa.
Aquellos días se vivieron episodios de pesadilla. Las crónicas de la época cuentan que los monjes se metían todo aquello que podían robar en la sotana y se alejaban cargados mientras los soldados, que tenían órdenes de dividir el botín de forma justa, hacían la vista gorda. «Es irónico que, tiempo después de este episodio tan horrible, nombraran emperador a Balduino de Flandes, uno de los hombres más piadosos de Europa. Estoy seguro de que él no hubiera podido imaginar cómo se iban a suceder los acontecimientos», completa Phillips. En Roma, las noticias de saqueos, violaciones, robo sistemático de reliquias y asesinatos de sacerdotes y monjas escandalizaron al Papa Inocencio.
«Es innegable que Inocencio fue uno de los papas más piadosos del momento. Es cierto que montó en cólera y cargó contra los venecianos, con los que mantuvo una postura muy crítica a partir de entonces. Incluso les achacó no haber avanzado sobre Jerusalén. Pero también es cierto que nunca llegó a excomulgarlos. Le faltó mano dura», sentencia el experto. Los cruzados fueron conscientes de que lo que habían hecho era terrible y que habían saqueado la ciudad más grande del mundo. Hubo un trovador que vio todo y se excusó diciendo que aquel era el único camino para conquistar Tierra Santa. Lo peor es que la toma de la ciudad fue indiferente en Europa.
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