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Dos momentos del vídeo ABC

A. Cabeza

Barcelona

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Enésimo video viral en el que alguien demuestra cómo una acción rutinaria puede cambiar infinitamente entre países, aunque estén próximos. En los últimos tiempos nos hemos acostumbrado a ver cómo españoles que se mudan al extranjero, o al revés, cuentan a través de sus cuentas sociales qué se encuentran al querer ir al médico en otro país o cómo son las escuelas y universidades o los supermercados.

Ahora, una veinteañera catalana acaba de ir un poco más allá y ha mostrado lo rocambolesco que puede ser una acción tan cotidiana como hacer la colada en Suiza. Ella se llama Queralt Vidal, lleva unos meses viviendo en Ginebra donde trabaja y estudia y cuenta con 22.800 seguidores en TikTok (@queraltvidalsala), donde cuenta particularidades sobre su día a día. Sus vídeos sobre la cultura suiza, pero los que hacía antes, mientras vivía en Nueva York, generan mucho interés.

Hace unas semanas, Queralt quiso hablar del «misterio de la lavadora suiza». «Esta historia es verdad. A la mitad, pero cierto», avisa ella en la publicación, que ha conseguido desde entonces casi 22.000 visualizaciones. Como si narrara un cuento, la joven ha explicado lo que se ha encontrado en este país sobre el funcionamiento de las lavadoras.

Requisitos varios

«Había una vez uno de los países con una calidad de vida más alta del mundo. A pesar de tener mucha riqueza y agua abundante, en este país no hay lavadoras», empieza Queralt el vídeo, en el que, como si fuera un cuento y medio en broma, remarca que se empezaron a importar, pero solo unas pocas, y no podía haber una lavadora en cada piso, «sino que tiene que haber una lavadora por cada bloque de pisos».

La narración, hecha solo en catalán, sigue. «Un catalán vio el panorama», continua ella tirando en broma del típico mito, «y decidió que cada uno se pagaría lo suyo», explica mostrando unas máquinas colgadas junto a lavadoras en el lavadero común que tiene en su casa. Y continuando con el mismo estilo narrativo, acaba explicando cómo tiene que lavar ella la ropa. Así, muestra unas llaves recargables, que cada vecino tiene que tener, y remarca que son «recargables solo en efectivo los viernes de 8 a 10 horas con billetes de 20 o 10 francos».

Para poder poner una lavadora solo hace falta poner la llave en la máquina para ver el saldo que uno tiene y automáticamente se descuentan 3 francos y se activa la máquina. «Pero no nos olvidemos que este es un país de gente muy organizada, por lo que tú no puedes utilizar la lavadora cuando quieres. ¡Qué burrada!», añade Queralt, que a continuación enseña un cartel colgado en el lavadero con un calendario semanal con turnos.

«Como comparto piso igualmente me solapo con mis compañeras», reconoce la catalana, mostrando que precisamente a la hora en la que ella puede hacer uso de la lavadora la máquina ya está llena y en marcha y tampoco puede lavarse la ropa. En todo caso, Queralt muestra que al terminarse la colada, con la misma llave, la máquina expendedora te devuelve un franco (que es de depósito). «Y ya has acabado y hasta la semana que viene. Suiza, te amo... pero esto no es digno del primer mundo», acaba Queralt el video.

Varios internautas han contestado el vídeo y algunos, conocedores de la cuestión, le han remarcado que «la mayoría de pisos son así, sí... pero algunos tenemos lavadora propia». Otros se han preguntado por lo que pasa cuando hay una avería o por si está prohibido comprar lavadoras por tu propio piso. «El negocio del siglo es poner una tienda de lavadoras a pie de calle y hacer la colada allá...», propone otro usuario.

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