El 'serranazo' y otras guerras más o menos sucias de contraprogramación entre cadenas
El borrador del proyecto de Ley Audiovisual podría poner fin a un fenómeno que se remonta a los años noventa
!['Los Serrano', principal arma de destrucción masiva en las guerras de contraprogramación](https://s2.abcstatics.com/media/play/2021/06/08/serrano-escobilla-U30883446041slG-U61828415273toK-1248x698@abc.jpg)
La contraprogramación es casi una práctica olímpica. Se inventó en 1992 y la víctima fue una retransmisión deportiva, la Super Bowl , tradicionalmente el programa más visto en la televisión estadounidense. Aquel año, la cadena Fox tuvo la idea de ... aprovechar el descanso de la final para programar su serie más popular, la hoy olvidada 'La vida en color' . Para rematar la jugada, colocó en pantalla un reloj con una cuenta atrás para informar al público del momento en que se reanudaría el partido de fútbol americano en la cadena rival. Los Washington Redskins derrotaron a los Buffalo Bills, por cierto.
Nielsen calcula que la artimaña le costó a la CBS diez puntos de audiencia. Por primera vez, millones de espectadores se saltaron los anuncios mejor pagados del año, un negocio de repente en peligro. Para evitar nuevas fugas, el descanso de la Super Bowl se convirtió en un acontecimiento tan importante como el partido, pero esa es otra historia.
Los reyes de las parrillas
Las cadenas privadas españolas eran unas recién nacidas en los noventa, pero en absoluto inocentes. 'Reyes de la noche' cuenta con mayor o menor exactitud la guerra nocturna de las ondas. Haría falta otra serie para narrar el enfrentamiento bélico que se vivió desde los despachos de las dos grandes cadenas privadas, Antena 3 y Telecinco , pero también en los de Televisión Española , a la que se llegó a acusar de contraprogramarse a sí misma, entre La 1 y La 2, como cuando en 2003 el PSOE aseguró que la cadena pública quiso ocultar el debate sobre el Prestige.
Hoy, todavía emite películas de forma simultánea en sus dos cadenas, una práctica que algunos profesionales de la corporación aseguran no entender bien. Otras veces, han sido dos series de la misma productora las que vivían este enfrentamiento civil. No hace mucho, desde el sindicato de guionistas ALMA denunciaban la incertidumbre que sufren sus profesionales, que nunca están seguros de cuándo se estrenarán sus obras.
En los 90, por otro lado, no había plataformas y sí un buen número de revistas que vivían de adelantar al público las parrillas de las distintas cadenas. Ellas fueron las otras grandes víctimas de esta pelea, más aún que el público. Justo en el año de los Juegos Olímpicos de Barcelona se editaban títulos como 'Teleprograma', 'Tele Indiscreta', 'Supertele' y 'TV Plus', que vendían un total de tres millones de ejemplares a la semana. Algunos diarios ofrecían sus propios suplementos y la contraprogramación apuntaba directamente a la línea de flotación de estos negocios. Los anunciantes protestaban, las asociaciones de consumidores clamaban y el Gobierno 'se vio obligado' a legislar para acabar con dichas prácticas.
El momento culminante fue el llamado 'serranazo' , otro término con connotaciones deportivas, que aludía a la costumbre adquirida por Telecinco de utilizar 'Los Serrano' para desactivar cualquier estreno de la competencia. En sus mejores tiempos, la serie de Globomedia llegó a ser vista por más de ocho millones de personas , un público tan enganchado que estaba dispuesto a cambiar sus hábitos y seguir a Antonio Resines y compañía allá donde fueran. Se suponía, y así era, que si el nuevo título pinchaba en el día de su estreno, luego tendría mucho más difícil recuperarse. Recuperar el capítulo en diferido era entonces ciencia ficción. No son los únicos 'villanos' de una historia en la que también se han vivido 'velvetazos' y otras agresiones con las series de mayor éxito de Antena 3 como munición contra los estrenos rivales.
Rebelión de los anunciantes
Los movimientos de parrilla se hicieron tan habituales en aquellos años que en febrero de 1994 la Asociación de Centrales de Medios recomendó a sus anunciantes que dejaran de promocionar sus productos en televisión, porque sentían que era «tirar el dinero a la basura» y que la contraprogramación era «un fraude» . Para compensar, las cadenas ofrecían descuentos de hasta el 80% y ya nadie sabía cuál era el valor real de anunciarse en el medio. Las cadenas, por su parte, aseguraban que solo defendían sus intereses y que siempre era el enemigo quien lanzaba la primera piedra. Oficialmente, todos actuaban «a la defensiva» .
La OCU pedía que se retiraran licencias, la Universidad Complutense de Madrid organizaba foros de debate sobre el fenómeno y desde el Senado, Victoria Camps animaba a los espectadores a la rebelión. En octubre de aquel año, escritores, políticos y periodistas firmaron un manifiesto contra una práctica habitual que despertaba «la irritación de los sufridos espectadores». Entre los firmantes, destacan Chicho Ibáñez Serrador , Francisco Umbral , Esperanza Aguirre , Forges y, entre otros.
Once días de antelación
El Real Decreto 1462/1999 , firmado por Rafael Arias Salgado , ministro de Fomento, puso fin a la 'anarquía' y obligó a las cadenas a publicar sus programaciones con once días de antelación. Se reconocía así el derecho de los espectadores a «conocer, con la antelación suficiente, la programación de televisión, incluidas las películas cinematográficas y la retransmisión de espectáculos».
En ocasiones, las multas llegaron a superar los 300.000 euros. Telecinco fue la más castigada y la más crítica con la ley, que iba «en contra de la propia naturaleza de la actividad televisiva» y de su natural «inmediatez». «No es racional pensar que los espectadores planifiquen su consumo televisivo con once días de antelación», argumentaba la cadena de Fuencarral, que además aseguraba ser «la primera interesada en informar a sus telespectadores» de sus cambios de programación.
Fin de la programación anticipada
Las sucesivas leyes han ido relajando esta obligación, que en 2006 pasó a ser de siete días –plazo que condenó a muerte a algunas revistas– y en 2010 se quedó en solo tres días . Ahora mismo, se discute un anteproyecto de Ley General de Comunicación Audiovisual que acabará del todo con la obligación de las cadenas de televisión de anunciar su programación, según se recoge en el borrador. La idea es no cargar a los operadores con unas obligaciones que no 'sufren' las plataformas de 'streaming'.
Como es natural, las cadenas seguirán informando de sus parrillas, por la cuenta que les trae, pero no tendrán que afrontar ninguna sanción por incumplir sus propios adelantos, como sufren hasta ahora. El último gran ejemplo fue la sanción impuesta en enero por la CNMC a Mediaset , de 49.000 euros , por alargar el pasado 13 de mayo de 2010 la emisión de 'Supervivientes' hasta las 23.30, supuestamente para eclipsar el estreno de 'Pasapalabra' en Antena 3.
Podría ser la última gran multa por una práctica que, por otro lado, muchos profesionales han defendido siempre. El maestro Manuel Martín Ferrand ponía este ejemplo: «Imaginemos una guerra en la que los generales de los ejércitos no pudieran elegir el momento adecuado para un desembarco o un despliegue de sus unidades, en la que fuese necesario programar con anticipación cualquier ofensiva. Estaríamos garantizando la victoria del más rico, no la del más valiente y esforzado. Contraprogramar es parte esencial de la libertad en televisión ».
Y si se trata de no confundir al espectador , como dice la ley todavía vigente, es curioso que nunca se haya defendido con el mismo interés a los ciudadanos cuando los partidos hacen promesas que no cumplen o cuando los gobiernos anuncian medidas que cambian poco después justo por las contrarias, por los motivos que sea.
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