La culpa es de Terelu

Algún crítico de la vida, poco partidario de que las nuevas generaciones sufran viendo películas como 'Del revés 2', se podría atrever a decir que el traumático episodio es el culpable del inesperado embarazo de la nietísima con el hijo de Mar Flores, cuyo historial criminal deja en pañales la manzana envenenada. Si Terelu vuelve a Disney, quizás censure al cantamañanas del príncipe que va dando besos a jóvenes inconscientes.

Las cosas, claro, ya no son como antes. De niña, mi abuela me pintaba las uñas con pimienta para no quedarme sin dedos. Ya ni sobredosis de queratina ni leches, la pimienta, o la pintura, se la echan los ecologistas a los cuadros. No es que los jóvenes sean de cristal ni que lo que pica arregla, pero una generación a la que se oculta que la madre de Bambi muere al principio se ha topado, de pronto, en una selva. Donde todo el mundo se siente tan agraviado que justifica que se haga el mismo daño al resto. Hijo por hijo, como en 'La casa del dragón'.

La gente es tan sensible como agresiva, exaltada, en una sociedad hiperpolarizada que ha normalizado que, para reescribir la historia, baste con decapitar estatuas. Por eso, que un periodista no diga bien ni un nombre de los jugadores de la Eurocopa es motivo de linchamiento. Lo que antes nos importaba entre cero y nada, ahora es motivo de un salvaje debate en redes.

Luego está ese mal endémico, tal vez porque a los niños tampoco se les ha llevado nunca la contraria, de hablar sin saber de lo que sea, patrón común en los documentales que se hacen últimamente. El tributo de 'Lina' honra a la Morgan con humoristas que nunca la conocieron, como si alguien riera viendo cómo María León imita a la cómica de oídas. Otro tanto en el 'Lazos de sangre' de Raphael, donde analizan su gran noche voces tan cualificadas en lo musical como Albert Rivera, Moreno Bonilla o Carmen Calvo. Así nos va, o así vamos. Pero la culpa es de Terelu.