Televidente
'The Pitt': más triste todavía
«El otro día llamé al hospital y me cogieron a la primera: volví a creer en la democracia»
Bienvenidos al presente

El otro día llamé al hospital y me cogieron a la primera: volví a creer en la democracia. El bienestar está hecho de cosas así, pequeñitas como un día en el que no te llega una carta de Hacienda y el café sigue costando un ... euro y medio y en el supermercado encuentras lo que buscabas y alguien te coge el teléfono cuando lo necesitas y en las noticias no anuncian un nuevo apocalipsis social, político, nuclear o climático. A la utopía ya no le pido mucho más que la burocracia no sea un infierno y que las listas de espera de la sanidad no aspiren a ser un censo de la población española. Que sea más fácil ver a tu médico que a tu primo de Estados Unidos. En resumen: que el Estado cumpla su parte del trato. No es tanto pedir.
Nada de eso está en 'The Pitt', la nueva serie de médicos –qué género– de Max, que viene a ser una mezcla entre 'Urgencias' y '24': tiene el ritmo de la primera y la estructura temporal de la segunda. La primera temporada, de quince capítulos de una hora, cuenta un turno en las urgencias de un hospital de Pittsburgh. Es un desastre. Solo el ocho por ciento de los pacientes salen satisfechos de allí. Algunos pasan medio día en la sala de espera. Al otro lado ocurre de todo: muere un chaval por sobredosis de fentanilo, una madre denuncia a su hijo después de leer sus mensajes en foros de incels porque tiene miedo de que cometa un feminicidio, un viejo muere con dignidad… En esto 'The Pitt' se parece a 'Anatomía de Grey': los casos resumen las problemáticas del momento, y el protagonista, el doctor Robby (Noah Wyle, otra herencia de 'Urgencias'), cae siempre en el lado bueno de la historia. Es la tradición. Y el espectador viene a estas series porque ya sabe lo que va a pasar: desgracias, amor, injusticias y buenas intenciones. Es un confort extraño.
'The Pitt' tiene un tono grisáceo y melancólico que solo se altera en algunos momentos catárticos o con alguna broma interna. Robby gasta una amabilidad ruda. Está traumatizado por algo que ocurrió en la pandemia, algo lejanísimo de lo que cuesta mucho hablar. En Estados Unidos muchos médicos y enfermeras han celebrado esta serie por su realismo, como ha contado Reggie Ugwu en 'The New York Times'. Esto la hace más triste todavía.
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