Televidente
Dinosaurio a baja temperatura
«Gregorio Samsa saltó de la cama convertido en un chef talentoso y...»
No hay tanta diferencia entre una 'swiftie' y un madridista
![Jordi Cruz, en 'Masterchef'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2024/06/12/jordi-cruz-kvaH-U60267456377954B-1200x840@diario_abc.jpg)
Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí, solo que asado a baja temperatura en un horno de marca alemana. Gregorio Samsa saltó de la cama convertido en un chef talentoso, y con el retrogusto aún atrofiado por el aliento mañanero se lanzó a la ... cocina con la certeza de que el mejor acompañamiento para aquella carne jurásica era una buena esferificación de frutos rojos como meteoritos. De pronto, recordó aquella remota tarde en la que su abuelo lo llevó a conocer el hielo seco. Macondo era entonces un modesto gastrobar levantado a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. ¡Eureka!, gritó entonces el otrora caballero andante, agarrando con las dos manos el huevo que se le había caído de la imaginación. Todos los huevos se parecen, pero las tortillas lo son cada una a su manera, pensó después, mientras lo batía con la precisión de un neurocirujano a punto de operar un aneurisma para no dejar entrar demasiado aire en la mezcla. «Un error y estás muerto», se repetía. Para concentrarse, decidió recitar aquella vieja oración que aprendió de un entomólogo ruso que hablaba inglés con acento gallego. «Tortilla, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Tor-ti-lla: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Tor. Ti. Lla». Antes de que pudiera volcar el resultado de sus plegarias en la sartén, su móvil vibró encima de la mesa. Sus tripas rugieron, también, pero le hizo más caso a la pantalla, en la que le esperaba un correo electrónico. «¿Cómo valoras tu experiencia en Comala?» Le habían dicho que aquel restaurante lo llevaba un tal Pedro Páramo, pero aquella noche el hombre que gobernaba los fogones se llamaba Ismael y estaba obsesionado con el mar. El tipo no paró de darle la turra hasta que se decidió a probar el bacon de ballena noruega con salsa de soja. Le dio tres estrellas y dejó una nota: «Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así». Pero no quiso que aquellas fueran sus últimas palabras. En su lugar, cogió una servilleta y escribió: «Jordi Cruz for president». Su final fue el inicio de otra bonita aventura electoral.
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