Úrsula Corberó es Rosa Peral en 'El cuerpo en llamas', la serie que revive el 'crimen de la Guardia Urbana'
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Úrsula Corberó, como Rosa Peral en 'El cuerpo en llamas'
El dos de mayo de 2017, Rosa Peral salió a cenar con sus compañeros del cuerpo, y ellos le preguntaron por él. «Se había agobiado y por eso se marchó de casa», dijo ella en referencia a Pedro Rodríguez, con quien convivía y mantenía una relación que hacía agua por varios flancos. Todos sabían que Peral tenía un amante: Albert López, su compañero de patrulla. Pero nadie sospechó que entre ambos, la noche anterior, habían asesinado a Pedro en su casa, habían encerrado el cuerpo en el maletero de su Golf y le habían prendido fuego frente al lago de Foix, a 60 kilómetros de Barcelona.
A este suceso se le bautizó como el 'crimen de la Guardia Urbana' y tuvo su resolución judicial en marzo de 2020 (más tarde ratificada por el Tribunal Supremo), con 25 años de cárcel para Rosa Peral y 20 para Albert López. Tres años después, con los hechos frescos en memoria colectiva, Netflix estrena una serie que ficciona con notable realismo todo lo que rodeó al asesinato. Úrsula Corberó ('Física o Química', 'La Casa de papel') es Rosa Peral y Quim Gutiérrez ('Azul oscuro casi negro', 'Los últimos días') es Albert López, que muestran una complicidad en pantalla que empezaron a cultivar en '¿Quién mató a Bambi?'. El reparto lo completan José Manuel Poga, Isak Férriz, Eva Llorach, Raúl Prieto y Pep Tosar.
A los mandos de este producto atípico está Laura Sarmiento, creadora y guionista, que en tándem con los directores Jorge Torregrossa y Laura Mañá construyen una serie que se mueve entre lo morboso y lo sociológico, lo macabro y lo tierno. Ocho episodios en los que se alterna suspense y melodrama, con momentos de verdadera tensión y giros de guión cortesía de una historia contada con pelos y señales.
A la mediatización del caso ayudó lo grotesco del relato, repleto de infidelidades, comportamientos violentos y relaciones tóxicas. Previo al asesinato, Rosa Peral ya fue noticia por haber sido víctima de la divulgación de fotografías sexuales de una infidelidad anterior. Esta misma semana se supo que Peral intentó cancelar de forma cautelar el estreno de la serie, juez mediante, quizás porque prefería ganar ventaja con el debut de 'Las cintas de Peral', también en Netflix, documental que pone el foco en su versión de los hechos.
La dureza de interpretar un crimen
Los juegos de engaños, decir una cosa y delatar la contraria con un gesto o una mirada, añaden múltiples capas de complejidad a los personajes principales. «Para mí es muy importante disfrutar de cada proyecto que hago y en este caso pasaba por distanciar la persona real de mi personaje. Eso a mí me ha blindado bastante, me ha ayudado a darle capas», explica Úrsula Corberó.
Su Rosa, es una mujer con mil caras. Se la ve como madre, como amante, como hija, como agente, como amiga, como asesina, y ninguna de ellas se parecen entre sí. Es una mujer sin escrúpulos con piel de cordero. «Ella misma se traga sus propios papeles», confirma la actriz, que «sentía mucho respeto» por el caso. «Mucha gente a mi alrededor conocía bien el crimen. Tuve muchas dudas antes de dar el sí», explica sobre la gran dificultad de hacer este trabajo: «Desdibujar el juicio social y perfilar una protagonista compleja».
«Es una gozada el hecho de tener tanto material sobre el personaje», sostiene Quim Gutiérrez, aunque no pudo evitar que le generara «cierto respeto pensar que hay alguien que va a ver que yo hago de él». Coincide con Corberó en que «hay que generarse ciertas defensas» para dotar de profundidad a Albert: «Mi obligación, por terrible que sea lo que haya cometido, es intentar mostrarlo de la forma más humana, para intentar comprender por qué considera que matar a otro policía es la única solución para continuar con su vida, habiendo muchísimas opciones».
La actriz catalana asegura que con este papel ha terminado «agotada a nivel psíquico, porque eran muchos frentes abiertos, diferentes líneas temporales». Sobre si prefería el papel de Tokio en 'La casa de papel', señala que aquel tenía «una exigencia física descomunal a la que yo desde el principio no estaba preparada para someterme». Con un clavo saca otro clavo: «Terminé 'El cuerpo en llamas' y a los cinco días estaba en Argentina empezando una película. Pero me vino bien, ¿eh? Porque si no me hubiera quedado enganchada con el personaje de Rosa mucho más tiempo».
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