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Y a la cuarta Jodie Foster resucitó 'True detective'

La veterana actriz, que le plantó cara a Hannibal Lecter, se enfrenta al misterio de la vuelta de tuerca de 'Noche polar', una nueva entrega por fin a la altura de la serie de HBO

Jodie Foster y los jóvenes

Kali Reis y Jodie Foster, en 'True detective. Noche polar' HBO Max
Lucía Cabanelas

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De lo psicodélico a lo sobrenatural. De la pegajosa humedad de los pantanos malolientes que se tragan cadáveres enteros a la pureza de la nieve inmaculada, que todo lo borra y lo entierra, las huellas, un último y agónico aliento y hasta una manada de alces. De un Matthew McConaughey irreconocible tras las charlas grandilocuentes y metafísicas a una Jodie Foster ajada que se doctora como detective más de tres décadas después de su clase magistral con Hannibal. De Luisana a Alaska nunca había mediado tan poca distancia. Exactamente tres temporadas, justo las que ha necesitado 'True detective' para volver a sus orígenes, a su quintaesencia. A esa primera entrega que coronó la edad de oro de las series.

La atmósfera de esta cuarta temporada de la antología, que cada lunes emite un nuevo episodio en HBO Max, es asfixiante. Nadie escucha un grito en el espacio exterior, como presumía 'Alien', pero tampoco en la impenetrable oscuridad de la noche eterna de Ennis, donde el sol se acuesta para que las pesadillas y los osos tuertos despierten; un pueblo inventado de Alaska en el que, como el gélido lugar donde encalló el buque The Terror, suceden cosas extrañas, inexplicables. Malas. Como la desaparición de ocho trabajadores de la estación científica de Tsalalen, tan inquietante como la que a punto estuvo de romper la pareja formada por Mulder y Scully.

No se escucha a nadie y, en lugar de la piel de las víctimas, como en 'El silencio de los corderos', la única pista es una lengua inui que aparece en el suelo, a modo de amenaza o recordatorio del asesinato sin resolver de una joven nativa. En 'True detective. Noche polar' hay bailes tan sugerentes como los de 'The OA'. También muchas referencias al cine de terror puro, como '30 días en la oscuridad' o 'La cosa', de John Carpenter. La nieve es un género en sí mismo, el escenario idóneo para que despierten los monstruos.

Regreso de nivel

En los diez años que han pasado desde que Nic Pizzolato asombró con la pareja formada por McConaughey y Woody Harrelson se han perdido muchas cosas, empezando por su influencia, que ha pasado de creador a productor ejecutivo, sin mano en los guiones. El nihilismo pop de Pizzolato deja paso aquí al nordic noir con ecos sobrenaturales que Issa López, que escribe y dirige, no escurre sino abraza. Después de dos temporadas insalvables, a pesar incluso de su reparto, sobrevive aún en este milagroso resurgir el principal reclamo, el título, como una marca, que para su resurrección viene apostillado con un 'Noche polar'. Es lo mismo, o lo es su esencia, pero es también otra cosa.

En parte por la savia nueva. Es refrescante, por novedosa, la agobiante estética plástica que se cierne sobre la serie de López, directora de la cinta de terror 'Vuelven', que recibió el aplauso de maestros del género como Guillermo del Toro o Stephen King. También funciona la química entre las las protagonistas, la imponente boxeadora Kali Reis y Jodie Foster, que recuperan a la pareja de policías después de la fallida aventura detectivesca en solitario de Mahershala Ali en la tercera temporada.

Ha pasado medio siglo –sin exagerar– desde que Martin Scorsese, que conoció a la actriz en 'Alicia ya no vive aquí', la puso a prueba en 'Taxi Driver', a los doce años. Hoy, con 61, la actriz es otra, seria, consolidada. Curtida, como si por Clarice Sterling hubieran pasado varios Lecter. Ya no es la corderilla asustada que apenas podía disimular sus escalofríos frente al gigante de Hannibal, toda 'El silencio de los corderos' concentrado en comérsela, también intelectualmente. A Jodie Foster, como a su personaje en 'True detective. Noche polar', le han pasado muchas cosas este tiempo. Le viene al dedo un personaje que, como mandan los cánones del género negro, está repleto de cicatrices, visibles e invisibles, protegido por una coraza de cinismo propia de quien ha visto cosas horribles y hasta se atreve a lanzar carcajadas a la muerte. A McConaughey, que vivía en estado de gracia en la primera temporada de la serie, le ha salido al fin una firme heredera.

Si en otras series hablamos de un asesinato en un lugar cualquiera, aquí se trata de un asesinato nada cualquiera en un lugar fuera de lo común. Como en la 'True detective' de Pizzolato, Issa López recupera la importancia del paisaje, un entorno hostil, esotérico, sobrecogedor. El mejor envoltorio para un misterio y la peor pesadilla para quien quiere seguir un rastro. La nieve de Ennis olvida muy rápido, se traga pruebas, mata a testigos, protege al verdugo... desorientando a todos en la oscuridad de su noche infinita.

Como toda gran epopeya americana, se abona también a sentencias bíblicas: «Porque no sabemos qué bestias sueña la noche cuando sus horas se hacen demasiado largas para que incluso Dios permanezca despierto». La frase, extraída de un relato incluido en 'El rey amarillo', de R. W. Chambers, conecta directamente con la primera entrega de 'True detective', en la que el Rust Cohle de McConaughey estaba obsesionado con los crímenes de un asesino que se hacía llamar Rey Amarillo. Escalofríos. Un puente entre dos mundos plagado de muerte y también de resurrección.

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