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La ventana indiscreta

Quo vadis, Netflix?

Con la fantasía de los maratones se cargó las series fenómeno; ahora también las cuentas compartidas en España. Pero la ecuación falla si cada vez piden más por menos

Infografía con la N de Netflix Jorge Navarro
Lucía M. Cabanelas

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Era la plataforma de los adolescentes, los ‘true crime’ y los documentales más sensacionalistas . Imbatible por su ingente catálogo, ametralladora de contenido, del bueno y del malo. La plataforma del pueblo, la Belén Esteban del ‘streaming’, porque llegó de primera, dio con las pepitas de oro y las explotó hasta agotarlas. En Netflix había de todo, para todos y a buen precio. Pero David se comió a Goliat y engordó su avaricia: lo que era un modelo incomparable, accesible y atractivo, terminó por ser tiránico. La deriva, ya sí, no la arregla ni el algoritmo.

Netflix hizo realidad el sueño de los maratones , la fantasía del plan de peli y manta, pero mató las series fenómeno, el capítulo por semana. La espera, en fin, y con ella las ganas. La calidad, que no le sobraba, la compró a golpe de chequera, pero el prestigio, y los premios, no se subastan al mejor precio. No siempre al menos. Echó músculo en pandemia, pero le crecieron los enanos. Su propuesta, antes original, empezó a no ser tan diferente al resto. Y profusa, adictiva, olvidable. Calorías para la mente, pura comida rápida.

La pérdida de suscriptores bajó a Netflix a la tierra y precipitó el volantazo: anuncios, a veces, y menos cuentas pero más gasto. Para el cliente, claro. Después de varios experimentos en otros países, acabaron con las cuentas compartidas en España, un modelo que era ya parte de su idiosincrasia, que incluso alentaban. El abonado, resulta, no era oro sino cobaya, cifras o, como para Facebook y WhatsApp , datos. De un día para otro, la del pueblo excluyó al pueblo; pasó a ser la élite, la plataforma más cara. No explotará la burbuja, pero la N roja ya huele la sangre: el movimiento, si bien estudiado, es un riesgo en un país con la competencia tan asentada. Amenaza la pérdida de relevancia y en el horizonte, ese que para John Ford debe estar arriba o abajo, SkyShowtime asoma por el medio de la pantalla.

¿‘Quo vadis’, Netflix ? Crecer, cambiar, pero a qué precio. Con su política de cancelación aleatoria, la esperanza da pocas alternativas: estirar ‘Stranger things’ hasta que los niños peinen canas, que ‘The Crown’ no muera con la Reina . Si no se pueden compartir cuentas ni confiar en la continuidad de los contenidos, si ya es una más entre el resto, ¿para qué está Netflix? Para pagar más por menos.

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