La noche de los Globos de Oro (y del tedio con lentejuelas)
«Se extrañaron las ácidas e irreverentes conducciones de Ricky Gervais en galas anteriores, lo que convertiría en la gran paradoja de la noche que se le premiase por su monólogo 'Armageddon'»
El Baltasar correcto
![El actor Robert Downey Jr., ganador del premio a 'Mejor actor de reparto' por 'Oppenheimer](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2024/01/08/globos15_20240108111245-RrfiH6TqoSGbFW2UwkCuq2M-1200x840@abc.jpg)
Era la 81 gala de los Globos de Oro y pretendía ser esa en la que se recuperase el brillo y el glamour, volver por derecho al tópico de ser la antesala de los Óscar y desplegar una espectacular alfombra roja que reconquistase el ... interés del público. Esto es a lo que aspiraba la nueva organización, tras las polémicas y la disolución de la anterior (la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood), tras un año sin ceremonia y un regreso con los peores datos de audiencia de su historia. Lo que se lograba era, más bien, una gala que, de resultar inolvidable, lo será por tediosa. El propio presentador, el humorista Jo Koy, se veía en la obligación de reír sus chistes. Unos que, de tan insulsos y pueriles, tan enfocados a no incomodar a nadie, apenas conseguían arrancar alguna risita, más piadosa que jovial, y despertar una incómoda indiferencia entre el respetable. Gracias al desatino, y desde el mismo saludo inicial, se extrañaron las ácidas e irreverentes conducciones de Ricky Gervais en galas anteriores, lo que convertiría en la gran paradoja de la noche que se le premiase por su monólogo 'Armageddon'. Un título muy adecuado este porque, para entonces, cualquier espectador, si es que quedaba alguno, ya deseaba hacía rato un fin del mundo inminente que pusiese fin al suplicio.
Nolan barría con cinco galardones a 'Barbie', a la que apenas salvaba del bochorno conseguir el Globo de Oro en la nueva categoría al taquillazo del año, que atufaba un pelín a premio ad hoc. Bayona se quedaba sin el de mejor habla no inglesa y, como era de esperar, se salpicaba la gala, aquí y allá, de los ya clásicos mensajes moralizantes. Hasta en esto estuvo descafeinada la cosa y no resultaron excesivos. Quizá porque incluso ellos están ya hartos de sí mismos, o tal vez porque ya estamos anestesiados.
Tan anodino era el ambiente que Jared Leto, que siempre parece el recién rescatado en un naufragio al que le han puesto por encima lo primero que tenían a mano, y que solo entregaba un premio menor, fue el más gracioso de la noche. Él y Robert Downey Jr (eructando al recoger el premio a mejor actor de reparto por Oppenheimer) y Cillian Murphy (haciendo lo propio, como mejor actor principal, con carmín en la nariz). Ese era el nivel: un eructo, una nariz roja y Jared Leto como lo más cómico de la gala.
Ni siquiera la asistencia de grandes estrellas (por allí andaban Robert de Niro, Bruce Springsteen, Taylor Swift, Steve Martin, Kevin Costner, Meryl Streep…) lograba que aquello brillase. Hasta la alfombra roja había parecido deslucida un rato antes. Y no solo porque las más pálidas de las actrices hubiesen decidido vestirse todas de blanco. Tampoco porque los entrevistadores a pie de la misma se dedicasen a hacer preguntas tan incisivas y mordaces como «¿por qué llevas la barba tan desaliñada?» a Leonardo DiCaprio o «¿por qué te has vestido así?» a Lily Gladstone. Lo mejor de la gala, como dijo Elle Fanning (nominada a mejor actriz de serie de comedia o musical por 'The Great'), era que se podía beber.
Así que ni brillo, ni interés, ni espectáculo. Solo les queda por desbloquear el logro de volver a ser la antesala de los Óscar. Y, de conseguirlo, nos esperan otras tres horas interminables de sopor en las que un científico le dé una buena tunda a una muñeca de plástico y un montón de gente podrida de pasta nos abronque por no ser lo suficientemente solidarios, paritarios, inclusivos y respetuosos con el medio ambiente. Me muero de ganas. ¿Se me nota?
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete