Televidente
Otra vez el fin del mundo
Hay una Navidad que sucede frente a la televisión, sustituto natural de la chimenea
![Ricky Gervais en 'Armageddon'](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2023/12/28/ricky-gervais-kx4C-U60998324865mKF-1200x840@abc.jpg)
Hay una Navidad que sucede frente a la televisión, sustituto natural de la chimenea, ahora que hasta la calefacción se está retorciendo en lujo y el invierno sigue siendo invierno a este lado del ecuador. En Netflix aprovechan diciembre para imaginar el fin del mundo, ... que de Finisterre ha pasado a la pantalla, en un viaje repetitivo que ni la pandemia ha logrado quebrar: el nuestro es tiempo más de apocalipsis que de esperanza, más de ruina que de construcción, pero es que los niños siempre disfrutaron más tirando un castillo que levantándolo. Y así lo que empezó con 'No mires arriba', una sátira tan evidente que parecía un panfleto, ha continuado con 'Dejar el mundo atrás', donde Ethan Hawke y Julia Roberts se van a pasar el fin de semana a la playa con sus hijos, y ya en la orilla descubren que la humanidad ha colapsado por un ataque informático. Es una película llena de intensidades y giros absurdos, pero nos regala una verdad aplastante: lo mejor que puedes hacer en esos momentos de incertidumbre planetaria es aceptar tu inutilidad, dormir a los pequeños, descorchar un vino y beber hasta que todo se derrumbe. Y luego pasear por los escombros.
Ricky Gervais acaba de estrenar, también en Netflix, 'Armageddon', un monólogo de una hora que tiene de cataclismo el título y tal vez su concepción. En el primer minuto el cómico se declara woke, y se pasa el resto del espectáculo intentando epatar con chistes sobre discapacitados y bromas nazis: tiene todos los 'checks' del humor políticamente incorrecto, del gamberro que a fuerza de insistir en que ya nada se puede decir y decirlo se ha convertido en un evangelista con un discurso más rígido que las cuotas raciales de la última trilogía de 'Star Wars'. No falta, claro, la lección de teoría literaria según la cual el personaje no es lo mismo que la persona, por eso un actor puede interpretar a un caníbal y él puede llamar calvito a un crío con cáncer, sin ser ninguno de los dos nada de eso. Gervais explica sus chistes y al final explica hasta la función que cumple para la sociedad: «El humor es para reírnos de lo malo y superarlo». Recuerda a esos críticos que necesitan reivindicar el reggaeton como fenómeno cultural para poder menear el culo el sábado. El mundo era más divertido cuando estas cosas no servían para nada y no había que dar explicaciones.
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