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Muere a los 97 años Jaime de Armiñán, director de 'Mi querida señorita' y 'Juncal'

Adiós a la mirada audaz, mordaz y llena de emoción de un cineasta que fue el reflejo de una época, y que en 2014 recogió el Goya de Honor en la que fue su última aparición pública

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Oti Rodríguez Marchante

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Reflejo de una época, pieza clave del cine, la televisión y la cultura de la segunda mitad del siglo XX, tipo risueño, irónico, gran conversador, gran escritor, pensador, vividor, también bebedor, con una elegancia de esas que viene de lejos y con un 'pronto' de genio en todo el significado de la palabra. Jaime de Armiñán ha muerto a los 97 años de edad, y tras llevar ya algunos alejado de la vida activa, ensimismado en su patriarcal figura de grande del cine español.

Hizo su última película, '14, Fabian Road', hace unos quince años, ya con ochentaytantos, y en ella afinaba, o afilaba, algunas de las constantes de su enorme obra, un drama de mujeres, de complejas relaciones entre la libertad y la falta de ella, sobre el sutil contacto entre la violencia y la ternura. Ganó el premio de guion (que firmaba con su hijo Eduardo) en el Festival de Málaga. Era todavía una película cargada del peso de Armiñán, como también lo eran las dos anteriores, 'El palomo cojo' y 'Al otro lado del túnel', sobre las intrigas del acto de creación de un par de guionistas semisecos.

Y del final, al principio, la televisión cuando era un 'aparato' por el que se colaban las cosas de la calle en casa y al que Jaime de Armiñán exprimió, a principios de los sesenta, con series como 'Mujeres solas', 'Confidencias' o 'Tiempo y hora', en las que pequeñas historias de la vida cotidiana exhalaban aire fresco en el salón, entre la comedia y el drama, y con algunos actores y actrices que solo se pueden escribir con mayúscula, como 'su' Amparo Baró, Maite Blasco, Alicia Hermida, Elena María Tejeiro, Antonio Ferrandis, Alfredo landa, Luis Morris, Julia Gutiérrez Caba… O ya en 1968, la serie 'Fábulas', dirigida también por Pilar Miró y donde se recreaban las de Esopo, La Fontaine, Samaniego…, con Fernando Fernán Gómez, Mónica Randall, Emilio Laguna… O las muy populares series posteriores 'Del dicho al hecho' y 'Tres eran tres'.

Aquel Armiñán de la vida cotidiana entrando por la 'tele' al salón hizo ya en pantalla grande y a principio de los setenta una de las películas más importantes, trascendentes e inesperadas de la historia del cine español, 'Mi querida señorita', con un personaje insólito, conmovedor, Adela Castro, madura solterona de provincias que interpretaba José Luis López Vázquez. Un guion portentoso de Armiñán y Borau, una luz velada de Luis Cuadrado, una historia que rompía las leyes de la comedia y el drama, las leyes de la sociedad, y que fue a Hollywood a ganar el Oscar, pero se quedó lamentablemente a un paso, aunque la interpretación de López Vázquez causó asombro mundial y hasta George Cukor dijo de él que era, sin duda, el mejor actor del mundo. Y lo contrató para su película 'Viajes con mi tía'.

Gran husmeador del mundo femenino en su cine y gran director de actrices, de muchas, de las mejores, de Concha Velasco en 'La hora bruja'; de Carmen de la Maza en 'En septiembre'; de Ana Belén en 'El amor del capitán Brando'; de Ana Torrent en 'El nido', que también viajó a por el Oscar en lengua no inglesa; de Ángela Molina, Mary Carrillo, Victoria Abril y tantas veces Amparo Baró. Pero también un constructor magnífico de personajes masculinos, para Héctor Alterio, para José Luis Gómez, para Fernando Fernán Gómez (mejor interpretación en el Festival de Berlín con 'Stico'), para Fernando Rey y tantas veces también para Paco Rabal, con quien hizo una de sus mayores maravillas, 'Juncal', una serie imborrable sobre el mundo de los toros, el mundo de la vida pícara y el mundo de don Francisco Rabal y también un poco de Rafael Álvarez 'El Brujo'.

Uno tiene la sospecha de que el verbo favorito de Jaime de Armiñan era escribir, y su obra literaria en cierto modo lo corrobora: escribió mucho teatro, también guiones y novelas, además de ser un articulista puntual, diferente y prodigioso, algo de lo que tuvo constancia este periódico en su magnífica serie 'Cine de la flor', publicada religiosa y semanalmente en estas páginas y que luego vio su publicación en un libro editado por Nickel-Odeon. De aquella época, principio de los años noventa, quedan aquellos folios perfumados de memoria y buen gusto, pero queda, sobre todo lo demás, la edificación de una amistad imperecedera, como su propia obra y figura.

Puesto que su memoria había sido prodigiosa; su alcance intelectual, muy pronunciado; su distinción y buen gusto, evidentes, y su sentido del humor tan eficaz como su sentido del mal humor (¡aquellas rabietas graciosas!), ahora es el momento de devolverle parte de lo que le debemos con mucha memoria, gran elegancia y todo lo que nos dé de sí nuestra sabiduría y sentido del humor.

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Sobre el autor Oti Rodríguez Marchante

Crítico de cine en ABC

Oti Rodríguez Marchante

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