Festival de Cannes
Los 'killers' de Scorsese entran como un tornado en el Festival de Cannes
'Killers of the Flower Moon' es una historia sórdida, potentísima y resuelta con la musculatura de un cineasta en plena forma
Sean Penn, para hacer tiempo hasta que llegue Indiana Jones
![Martin Scorsese en el Festival de Cannes](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/play/2023/05/20/scorsese-kNfC-U5029869483407YH-1200x840@abc.jpg)
Llegó al Festival como una riada, el aluvión Scorsese, y el personal ya salía por la mañana del hotel con cara y ganas de hacer cola para los dos únicos pases, y por la tarde, de 'Killers of the Flower Moon'. Una ... historia tremenda basada en hechos reales que Scorsese resume en tres horas y media de cine deslumbrante, aunque ya esas duraciones en las películas no impresionan a nadie, pues, salvo que seas Almodóvar, con menos de tres horas ni te molestes en venir.
La historia ocurre en Oklahoma, en la tierra de la nación india de los Osage, donde a los años veinte del siglo pasado empezó a brotar petróleo y, al tiempo, otras pasiones tan crudas y por refinar como el petróleo. Los hechos es que algunos de los nativos con propiedad empezaron a caer asesinados sin mucho aspaviento social, y la película comienza con la llegada allí del protagonista, Leonardo di Caprio, sobrino algo tonto del grande hombre del territorio, Robert de Niro, amigo de los indios, padrino de todo el mundo y tipo con la ambición acentuada en todas sus vocales.
Que se ve de un tirón, es obvio; pero que se podría ver en cuatro cómodos capítulos, pues aún más. A Scorsese le da tiempo a desplegar toda su artillería, desde la gran puesta en escena de wéstern tardío, a un alarde de planos de recorrido largo y cámara viajera por interiores y exteriores, una construcción metódica de sus personajes, la mayoría deleznables, un sentido del humor entre la caricatura y la ironía que expresan muy bien Di Caprio y De Niro; el primero, con un inflamado de mentón al estilo de Brando en 'El Padrino', y De Niro, con toda esa malicia escondida en sus modos suaves y su sonrisa de hiena.
La relación entre ellos dos, Ernest Bukhart y William Hale, está resuelta en dos brochazos: el uno es joven y tontorrón y el otro viejo y canalla. Tiene interés, desde luego, verlos competir por su espacio en el plano, pero no es comparable a la riqueza que ofrece la película en la relación de Leonardo DiCaprio con la mujer india de sangre Osage pura que interpreta Lily Gladstone que envuelve al espectador pero, sobre todo, al membrillo DiCaprio. En esa captura es donde Scorsese llega más alto: una relación compleja, sincera, muy mentirosa, también a veces graciosa y bendecida por la jugosa y cromática interpretación de esta actriz, lo más y, en realidad, lo único conmovedor de esta historia despreciable.
En un metraje tan disuasorio y tan apropiado para el despiste o el tiempo muerto, uno no encuentra ni un instante para, un suponer, ir al baño: se lo traga de un golpe, como medio huevo duro, y el argumento, en espacio y tiempo muy ordenado, se sigue con la facilidad de un cortejo fúnebre. ¡Menudo descubrimiento!, ¡ahora resulta que Martin Scorsese es un excelente narrador!
Y como todo el cine de este director, no lleva la camiseta puesta con sus mensajes: se entiende de lo que habla, del 'progreso', del dinero, del poder, del respeto a los nativos, de lo paupérrimo de la condición humana y de que a la Ley le cuesta llegar a tiempo. Pero toda esa papilla que el cine se empeña tantas veces en darte con cuchara sopera, él la diluye sin que ofenda en su cine poderoso y brutal.
Quizá interese centrarse en el supuesto duelo entre sus dos grandes actores, De Niro y Di Caprio, y lo gana sobradamente el más joven, entre otras cosas porque alimenta un personaje que tiene un mayor recorrido: Di Caprio ha de ponerle sentido a ese viaje de Ernest Bukhart desde la inmadurez hasta algo cercano a la madurez, y con el aliño cambiante de lo gregario, lo cruel, lo estúpido y también lo doloroso y lo flexible. El personaje de De Niro es un bloque, aunque hay que reconocerle que tiene momentos brillantes de maldad casi cómica. Tienen pequeños papeles Jesse Plemons, Brendan Fraser (aún pasado de peso) y John Lithgow, pero la auténtica estrella, el faro de dignidad de la película, es la actriz Lily Gladstone, casi como una Ingrid Bergman en 'Encadenados'.
La película se recibió entre estruendosos aplausos y se despidió del mismo modo, Lo primero es natural y justo para un hombre que es y será historia del cine, pero, después de estar ahí 206 minutos a trasero quieto, esa ovación final no se regala.
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