Festival de Cannes
Nuri Bilge Ceylan viene a por otra Palma de Oro con 'Las hierbas secas'
El director turco ha hecho de nuevo 'su' película, una obra muy larga (cercana a las tres horas y media), de una precisión nuclear en la búsqueda y captura de los sentimientos de sus personajes
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Con otro título, 'Las hierbas secas', el director turco Nuri Bilge Ceylan ha hecho de nuevo 'su' película, una obra muy larga (cercana a las tres horas y media), de una precisión nuclear en la búsqueda y captura de los sentimientos de sus personajes y ... de una belleza visual asombrosa…, larguísima, de extrema sensibilidad y gélida hermosura, como 'Sueño de invierno', con la que ganó aquí la Palma de Oro; o como 'Érase una vez en Anatolia', gran premio del Jurado; como 'El peral salvaje', o 'Uzak', 'Los climas', 'Tres monos'…, todas ellas premiadas en Cannes. El cine de Nuri Bilge Ceylan es tan de aquí como el 'cruasant' por la mañana y la 'salade niçoise' a medio día.
Sin prisas, pero también sin pausas, lleva su cámara a un pueblo perdido de la Anatolia oriental, un lugar que vive bajo un manto de nieve que, al irse en primavera, dejará al descubierto, no algún cadáver, como el 'Fargo' de los Coen, sino un pasto muerto, pajizo, sin personalidad ni esperanza. Allí pasa el invierno un maestro joven, en una apacible escuela y a la espera de que pase su tiempo bajo ese manto. Bilge Ceylan describe con minuciosidad y sin la menor brizna de sopor o síntoma de aburrimiento la vida allí, la de la escuela, la de sus personajes y unos cuantos conflictos, malentendidos, tergiversaciones, intereses torcidos, recelos y blindajes a los propios escrúpulos que señalan en negro entre el blanco de nieve todo ese espacio del bien y el mal en el que se agita cualquier vida.
Unos cuantos conflictos menores, pero gigantescos, con la alegre alumna adolescente y su silenciosa conversión en hierba seca, o con el amigo también maestro con el que comparte casa, o con otra joven maestra en otra escuela y a la espera allí de que algo parecido a la primavera aparezca. Cada tramo de la historia, cada paso que da, tiene la calidad de lo inesperado, de lo fortuito, aunque hay un cálculo moral en su director que la convierte en una brillante intriga que no deja de moverse, de obligarte a sentir y a situarte en esos planos tan desenfocados e inquietantes del ser humano de lo honrado, lo íntegro, lo correcto, lo mejor o saludable.
El director turco ha construido un fresco, más bien helado, de los sentimientos y los comportamientos de 'la buena gente' en ese magnífico personaje de maestro que interpreta Deniz Celiloglu, tan lleno de poros por los que se cuela lo nocivo de ir viviendo, o en el de esa joven profesora que atisba el deshielo, maravillosamente encarnada por Merve Dizdar. Tal vez no le den ya más grandes premios en Cannes a Bilge Ceylan, pero eso no significará que no se los mereciera.
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