Crítica de 'Joker: Folie à deux' (**): Todd Phillips le quita los explosivos al Joker
Es una película correcta y con algún momento recordable, pero ya sin gracia, sin explosivo, sin apenas aristas. Como si Todd Phillips hubiera tenido uno de sus 'resacones' y quisiera pagarlo con el pobre Joker
Lo más evidente de esta continuación del brillante 'Joker' que hizo Todd Phillips hace cinco años es que ahora lo adelgaza, tanto en lo físico como en lo amoral. Tras un comienzo animado por un 'cartoon' al estilo Warner, aparece un Joaquin Phoenix escuálido y ... encarcelado a la espera de que le juzguen por los crímenes cometidos en su 'aventura' anterior, entre otros el muy impresionante de Robert De Niro en un programa en directo de televisión. Y lo más sorprendente es que ahora adquiere un formato de película musical, con números, canciones, coreografías y los efectos de 'tiempo parado o soñado' propios de este género.
Tal vez sea la música la que trae a la película a Lady Gaga, o lo contrario, que sea Lady Gaga quien trae la música a la película, pero el caso es que su personaje, tan importante como el de Joker, es el que le pone algo de especias a una historia carcelaria y judicial, que es donde se vuelca el argumento, en su estancia algo sosaina en una cárcel para criminales y desvencijados mentales y en el juicio sobre sus crímenes anteriores.
En lo caótico del argumento resalta la absurda historia de amor entre un Joker sin apenas sonrisa y Harley Quinn (Gaga), un punto más chalada y peligrosa que él. Tienen buenos momentos en comunión musical, con canciones conocidas y letras alteradas, y entre una atmósfera peculiar y sombría, lo que cambia por completo el clima, el color y la textura que se podían esperar como continuación de la primera; también cambia, y mucho, la ferocidad de esta segunda parte, con el Joker ya muy adelgazado en su toxicidad moral y ya con apenas rastro del terror, la compasión y el asco que produjo en su primera aparición. Arthur Fleck se advierte aquí más como un pobre loco que como un peligro social, y es ella, Lady Gaga y su dinamita, la que le da cierta mecha al personaje. Es una película correcta y con algún momento recordable, pero ya sin gracia, sin explosivo, sin apenas aristas. Como si Todd Phillips hubiera tenido uno de sus 'resacones' y quisiera pagarlo con el pobre Joker.