Crítica de 'Civil War' (***): Hazañas bélicas de los reporteros de guerra
De lo que sí trata 'Civil War', y casi exclusivamente, es sobre el periodismo, cuando ese ejercicio profesional está en la misma línea de batalla
Alex Garland: «No hay país, salvo uno de fantasía, en el que no exista riesgo de una guerra civil»
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El novelista, guionista y director británico Alex Garland firma la que dice que será su última película, 'Civil War', una obra 'distinta' en el sentido de que resulta mucho más interesante por lo que se deja sin tratar que por lo que trata. Se ... lleva el argumento a un futuro cercano, tan cercano que podría ser cualquier lunes próximo, y pinta un escenario de guerra civil en los Estados Unidos: hay unas fuerzas rebeldes y unas fuerzas del Estado en quiebra, y un caos general en el que nadie sabe quienes luchan ni contra qué. Y Garland no trata de hacer una película bélica, ni trata tampoco de aclarar las causas, los detalles o las implicaciones de esa guerra; no se señala la razón, ni quién la tiene, ni para qué la quiere... De lo que sí trata 'Civil War', y casi exclusivamente, es sobre el periodismo, cuando ese ejercicio profesional está en la misma línea de batalla.
Sobre ese fondo de bélico, Alex Garland describe el ambiente periodístico que acompaña a las fuerzas que combaten, y los personajes principales, cuatro, reproducen un esquema reconocible en ese reporterismo de riesgo y habitualmente mal pagado: la reportera gráfica laureada y veterana de mil guerras; su compañero de fatigas, un 'plumilla' con recursos; una joven e inexperta reportera que se tira en plancha a cualquier posible foto, y un decano periodista, que analiza el terreno sin apenas movilidad y que busca algún atajo hacia la jubilación. Personajes bien interpretados por Kirsten Dunst, Wagner Moura, Cailee Spaaney (Priscilla) y Stephen Henderson.
La línea principal del argumento es el viaje que tienen que hacer hasta Washington con la idea de entrevistar al presidente de los Estados Unidos antes de que lleguen las fuerzas revolucionarias y tomen el poder. Un viaje en el que veremos el caos y la violencia, pero sobre todo esas cuestiones éticas del periodismo al límite, lo solidario e insolidario del mundo y lo adictivo y amargo de una profesión que vive en el avispero.
Aunque se puedan hacer reflexiones (poco serias) sobre aquella grotesca 'toma del Capitolio' de hace tres años y un futuro apocalíptico en los Estados Unidos, con algunos de ellos desgajándose de esa unión y en guerra por la 'libertad', no se aprecia en Garland una posición política o ideológica. Los personajes periodistas no tienen bando, son 'neutrales' y acompañan a una historia que se va ennegreciendo, con escenas cada vez más violentas y crueles. En fin, como estos asuntos de la guerra nunca acaban bien, la película también nos informa de ello en un desenlace largo y amargo en lo social y profesional.
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