El cine recupera la figura olvidada del padre
estrenos de la semana en cines
El crítico de ABC Oti Rodríguez Marchante analiza las películas 'Con el agua al cuello' y 'Padres'

En el cine de siempre, pero especialmente el de los últimos años, la figura de la madre ha tenido grandes momentos; y en el cine de siempre, aunque no en el de los últimos años, la figura del padre ha sido también sustancial. Además de ... Atticus Finch (Gregory Peck en 'Matar un ruiseñor'), que es probablemente el mejor padre de la historia, podemos recordar la relación intensa de Antonio (Alberto Maggiorani) con su hijo Bruno (Enzo Staiola) en 'Ladrón de bicicletas', con esa mano unida entre ellos en lo que es el final más elocuente, silencioso y hermoso entre un padre y un hijo. O ese hombre, Guido (Roberto Benigni), que le organiza a su hijo un blindaje de ilusión en medio de la barbarie nazi en 'La vida es bella'. O aquel vagabundo Charlot con su hijo 'adoptado' (Jackie Coogan) en 'El chico'. O el Albert Finney de 'Big Fish', o Michael Stuhlbarg y la conversación que mantiene con su hijo en 'Call me by your name', tan precisa y conmovedora. Y hasta el agobiado Santiago Segura, figura paterna en 'Padre no hay más que uno'…
La figura del padre se había vuelto transparente, y tiene gracia, incluso en la distancia que mantienen con los ejemplos citados, que entre los estrenos de la semana haya dos títulos que enfocan a esa figura muy directamente: 'Con el agua al cuello' y 'Padres'.
'Con el agua al cuello', de Hallie Meyers-Shyer, contiene un personaje absoluto, el padre que interpreta Michael Keaton, un tipo distraído en su mundo del arte que tiene que hacerse cargo (por necesidad de rehabilitación de la madre) de sus dos hijos pequeños, que es otro mundo menos artístico. El espectáculo de la película es Michael Keaton con el agua al cuello y su necesidad de establecer una conexión imprevista con sus hijos gemelos de nueve años y reestablecerla con su hija adulta (de su primer matrimonio), embarazada y frustrada por la intermitencia emocional que han mantenido durante toda la vida.
El tono de la película se acomoda entre la comedia y el melodrama sentimental, y la joven directora se ayuda del talento de Keaton para componer un hombre bueno, comprensivo, frágil, al que todo le sale mal pero mantiene la verticalidad y procura mejorar y hacerse perdonar su etapa depredadora en la selva. Es, pues, una especie de elogio a la figura paterna en progreso. El guion no es implacable aunque tampoco cómodo para el protagonista y uno puede colocarlo, si no en la estantería de los Atticus, sí en un lugar respetable dentro del cine y el mundo que vivimos.
'Padres', de José Ángel Bohollo, tiene otra intención que la del elogio a la figura paterna, y Fernando Cayo interpreta a un padre oscurillo, ambiguo, preocupado por su hija, resentido con su ex mujer y muy retorcido con el nuevo novio de ella. Aunque tiene algún guiño de comedia, es una película de intriga: la hija de 15 años ha desaparecido y la ex pareja se reúne en lo que era su casa común (hoy, de ella y su novio) para ver qué hacen. La trama va y viene del misterio de la hija desaparecida a los dramas y reproches que acumula la expareja; es entretenida, con alguna zona débil en su desarrollo (especialmente, hacia su desenlace) y se organiza casi por completo en el espacio de la casa, más pendiente de las puyas y reacciones que de las acciones. Natalia Verbeke y Fernando Cayo tienen la 'contraquímica' suficiente para que la turbiedad empañe el suspense. Y muy bien en su tono vidrioso Carlos Fuentes, un actor del que no se suele aprovechar todo el material ambiguo y duro de su rostro.
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