la barbitúrica de la semana
Urtasun, el partisano
El ministro con predisposición a la catequesis
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Ernest Urtasun, nuevo ministro de Cultura, vigésimo segundo desde que se creó esa cartera, ha llegado al cargo en modo asalto. En su toma de posesión, el partisano Urtasun, ¡perdón, el funcionario Urtasun quise decir!, se refirió a su ministerio como una herramienta «clave ... en la lucha contra la extrema derecha en España». Entre los objetivos del departamento que dirige están, según él, «el combate democrático para seguir defendiendo sociedades justas y luchar contra los debates de odio». «¡Una mattina mi sono alzato, O bella ciao!». Es larga la lista del partisano Urtasun –¡ay, otra vez!, ministro Urtasun, quise decir–: descolonización, ley de Derechos Culturales, plurilingüismo, identidades y reparaciones históricas… ¡Aparejadores de lo propio, uníos! Después de ceder sus banderas más importantes a las turbas que vandalizan estatuas, el progresismo apedrea el progreso. Lo norma todo, lo legisla todo, lo interviene todo, lo trocea todo. Aquello que es universal no puede existir a favor de algo o contra algo.
No se escribe una novela para combatir el cambio el climático, tampoco se compone una sinfonía para aumentar el empleo. «La utilidad de lo inútil», Nuccio Ordine dixit. El joven Urtasun, portavoz de Sumar e ilustre desconocido en el sector, presenta una predisposición natural a la catequesis y la monserga. Se trata de una especie de 'mesianismo' en su concepción más gramsciana, que entiende el arte como plataforma para la salvación del mundo. La vieja turra de la ideología y los comisarios. Y aunque algunos así lo crean, ni al arte ni al lenguaje se les patrulla. Cuando ocurre, acaba mal.
La cultura en España ha padecido reveses durante los últimos quince años: vio desplomarse sus presupuestos al menos un 40 por ciento entre 2012 y 2015; encajó el golpe de un IVA del 21 por ciento; asistió al pinchazo de la Ley de Mecenazgo y desde entonces compite en unas condiciones fiscales pésimas con respecto a otros países, por ejemplo, en lo que a cine y rodajes se refiere… ¿Si España es el tercer país del mundo con más patrimonio artístico, según la Unesco, y comparte un idioma que hablan casi 800 millones de personas, por qué siguen siendo precarias sus políticas culturales?
Exceptuando las legislaturas del PP con José María Aznar y Mariano Rajoy, que fusionaron Educación y Cultura, ésta siempre tuvo un ministerio propio, pero no una lógica eficaz. Se creó en 1977 para la promoción, protección y difusión del acervo y la creación. Su primer responsable fue Pío Cabanillas, exministro de Información y Turismo durante el franquismo. Desde entonces más de una veintena de personas han ocupado el cargo: desde Javier Solana y Carmen Alborch hasta el escritor Jorge Semprún, pero también Esperanza Aguirre; Mariano Rajoy; César Antonio Molina; Ángeles González-Sinde; José Ignacio Wert; Íñigo Méndez de Vigo; Màxim Huerta, el más breve y fugaz de todos; José Guirao; Miquel Iceta y ahora Ernest Urtasun. Amortajada en la alfombra roja de los Goya, la cultura avanza y retrocede a golpe de fastos y desplantes. Ahora, también, pretenden que lo haga a ritmo de 'Bella ciao'.
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