Costa Rica e Inglaterra juegan en Belo Horizonte un partido con papeles cambiados en la última jornada del Grupo D de la Copa del Mundo, donde a los centroamericanos les basta un punto para ser primeros de la zona. Si una vez conocido el calendario un vidente hubiese asegurado que en el partido entre Costa Rica e Inglaterra se enfrentarían un equipo clasificado para octavos de final y otro que solo juega para salvar su honor, el 99 por ciento de los hinchas del planeta se hubieran compadecido del conjunto centroamericano. Pero no. En el Mineirao y para cerrar la primera fase se dará un encuentro con características que nadie esperaba.
Por un lado, Costa Rica, con su frescura futbolística y su alegría desbordante tras haber derrotado a uruguayos e italianos para transformarse en la mayor sorpresa del torneo, buscará el primer puesto del grupo, lo que la llevaría presumiblemente a evitar a Colombia, un rival en teoría más fuerte que Costa de Marfil, Japón o Grecia. Y enfrente los británicos, con el único aliciente de no completar la peor participación de los inventores del juego en la fase final de un Mundial.
La única coincidencia con lo que hubiera sucedido si se daba lo que se entendía por "lógica" es que ambos equipos presentarán muchos cambios respecto a las alineaciones iniciales de los primeros partidos. «Quiero darle un descanso a algunos jugadores», señaló Jorge Luis Pinto, el entrenador de los costarricenses, aunque aclaró: «Eso no significa que la fase de grupos haya finalizado para nosotros, queremos ganar». Sin problemas con las tarjetas, ya que solo José Miguel Cubero, suplente habitual, vio una amarilla y está amenazado de suspensión, Pinto plantea uno o dos cambios por línea. Se da por seguro que el delantero Marcos Ureña, autor de un gol contra Uruguay, estará entre los titulares en lugar de Joel Campbell o Bryan Ruiz, y es muy probable que jugadores como Barrantes, Acosta, Brenes y el citado Cubero tengan su oportunidad desde el inicio. «Es un partido muy importante para nosotros, queremos el primer lugar», aseguró Paulo Wanchope, ayudante técnico y auténtico mito del fútbol de su país.
Para los británicos el reto es otro muy distinto y sin duda mucho más triste. La peor actuación de Inglaterra en una Copa del Mundo tuvo lugar justamente en Brasil, en 1950. En aquella ocasión también jugó tres partidos, de los cuales perdió dos, ante Estados Unidos y España, y ganó el restante frente a Chile. Marcó dos goles y recibió otros tantos. En esta edición solo puede aspirar a igualar aquella marca y no quedar de manera solitaria en el último puesto. Suecia 1958 fue la única edición en la cual los ingleses no ganaron ningún encuentro, pero en aquella ocasión empataron tres y solo perdieron uno.
El intento de lavar un poco la cara de una selección que, si bien cayó ante uruguayos e italianos no fue menos que sus adversarios en el desarrollo del juego, lo llevarán a cabo los habituales suplentes. El técnico Roy Hodgson, quien pese a la prematura eliminación fue ratificado en su cargo por la Federación de su país, anunció: «Voy a cambiar al equipo. Quiero que todos puedan mostrar lo que saben hacer, porque por otra parte todos han participado del trabajo y de la decepción de ir a casa temprano». La alineación titular, por lo tanto, es una auténtica incógnita. Hodgson, al menos, afrontará el choque con tranquilidad: ya sabe que tendrá varios años más por delante para que los ingleses vuelvan a encontrar el camino del éxito en el juego que inventaron.
