Vientos de derecha en Italia: por qué Meloni puede suceder a Draghi
Tras una enconada y pésima campaña electoral, el miedo al futuro condiciona el voto de los italianos, que se inclinan a la derecha. La izquierda está dividida y en permanente disputa. El Sur pobre será decisivo
Meloni: «No somos una amenaza para la democracia, pero sí para el poder de la izquierda»
La hipótesis Meloni
![Imagen de carteles con los símbolos de los partidos en un edificio de Roma](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2022/09/21/DAMBin(1)-R7gBrpO8cfW39mnyWQrejBI-1240x768@abc.jpg)
Un aire de profundo cambio se respira en Italia. Se palpa en el ambiente, en las confesiones inesperadas de muchos electores. No son una excepción estas palabras de Bruno Capello, un empresario jubilado de Bolonia, feudo de la izquierda: «He sido comunista y voté ... siempre a la izquierda. Esta vez voy a votar con toda mi familia por Hermanos de Italia de Giorgia Meloni. Antes, el PCI (Partido Comunista Italiano) protegía a los trabajadores, a los empleados. Pero, ahora…». Igualmente, Mirafiori, el histórico establecimiento de Fiat en Turín, ha dejado de ser el bastión de la izquierda, empujado por el viento de la derecha, y muchos trabajadores votarán por Giorgia Meloni. Impensable hubiera sido escuchar antes lo que hoy muchos dicen a las puertas del establecimiento de Mirafiori. Un ejemplo es Luigi, 57 años, quien asegura: «¿Sabes por qué votaré a Meloni, porque me podré jubilar dentro de cuatro años, sin tener que esperar a los 67 años, como me obligaría la ley que el Partido Democrático quiere mantener».
Ante la acusación que se hace a algunos trabajadores de ser neofascistas, el sociólogo e historiador Marco Ravelli, de izquierda, explica a La Stampa: «Quien vota a Meloni no es fascista, pero se siente desilusionado de la izquierda o resentido». Muy clarificadora es la opinión del sindicalista Giorgio Airaudo, secretario general, en la región de Piamonte, del principal sindicato italiano, CGIL, conocedor de la realidad de Mirafiori, exsantuario de la izquierda italiana, al que no lo ve como no un caso aislado: «Esa fábrica es un fiel espejo de la sociedad, pero más que las nuevas pulsiones o tendencias, me preocupa la desafección por votar. La izquierda está dividida, en permanente disputa, y los trabajadores han sido abandonados».
El mundo del trabajo es simplemente un indicio, pero muy significativo, del nuevo clima que se vive en Italia, un país considerado un laboratorio político, porque ha sido un acelerador de fenómenos que son más lentos y graduales en otros lugares. Enrico Letta, el líder del Partido Democrático, fuerza política referente de la izquierda, explica la causa del cambio y giro a la derecha: «Porque hoy el país está asustado. La guerra ha creado una mezcla explosiva, con el problema energético y la subida del coste de la vida. Estos temores son de nuevo el terreno fértil para populistas de todo tipo. Este es, lamentablemente, el fenómeno que estamos viviendo hoy», reconoce Letta.
Pésima campaña con evocación de la «guerra civil»
Los italianos acudirán el próximo domingo a votar con una mezcla de disgusto, tristeza, cansancio, incertidumbre y miedo por el futuro, porque han vivido la peor campaña electoral en décadas, llena de promesas irrealizables, y muy enconada hasta el punto de haberse evocado «la guerra civil». Por supuesto, también en una parte de Italia hay algo de esperanza, depositada principalmente en Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia. Su crecimiento electoral ha sido espectacular, hasta convertirse en el primer partido del país, viéndose favorecida por el hecho de haber estado en la oposición al Gobierno de unidad nacional de Mario Draghi. En las últimas encuestas antes del silencio demoscópico (en Italia no son permitidos los sondeos durante los últimos 15 días previos a la apertura de las urnas), Hermanos de Italia superaba el 25% en intención de voto.
Muchos italianos ni siquiera conocen ese partido, Fratelli d'Italia, fundado en el 2012, pero lo votarán por Giorgia Meloni. Los analistas creen que muchos electores con dudas hasta última hora sobre a quién votar, al final se subirán al carro del vencedor y lo harán por Meloni. Con la Liga de Matteo Salvini (12%) y Forza Italia (8%), la derecha alcanzaría la mayoría parlamentaria, porque la ley electoral favorece a la coalición con más votos. Coinciden los analistas en que a Meloni muchos la votarán en parte por sus méritos y su carisma, pero sobre todo por desesperación, porque la ven como un último recurso y representaría una novedad. Si Giorgia Meloni gana las elecciones y se convierte en la primera mujer jefa de Gobierno en Italia, sería en cierta forma una 'revolución'. Se rompería un techo de cristal, es decir, caería un tabú en Italia que penaliza a las mujeres, entre otras cosas, con salarios más bajos en igualdad de trabajo. Meloni, más preparada que Salvini, se ha dedicado en los últimos tiempos a tranquilizar y convencer al mundo empresarial sobre su programa, manteniendo conversaciones continuas con los gerentes de las empresas públicas, con los banqueros italianos y con el presidente de Confindustria, la patronal italiana.
El cambio en el sindicato de izquierdas
Al nuevo viento, marcado por un probable Gobierno Meloni, ha decidido adecuarse incluso un sindicato de izquierdas como la CGIL (Confederación General de Trabajadores Italianos), el más importante del país, considerado siempre como la correa de transmisión de los socialistas. La CGIL siempre dio indicaciones para que sus más de cinco millones de afiliados votaran por una fuerza política de izquierdas. Ahora, por primera vez, el líder de la CGIL, Maurizio Landini, ha dejado total libertad de voto, incluso a los dirigentes sindicales, confirmando en una asamblea de delegados en Bolonia una nueva línea: Una cosa es el sindicato y otra la política.
Landini ha tomado nota del cambio de aire político en el país y lo sustenta, porque sabe que muchos afiliados, sobre todo los mayores votan por Hermanos de Italia y Liga, pensando que les facilitarán la jubilación; otros votan por el Movimiento 5 Estrellas, el partido que impuso la renta de ciudadanía (un subsidio a parados), y otros por el Partido Democrático aunque ya no lo consideran la fuerza política que protege a los trabajadores, porque aprobó en el 2014 una ley laboral que favorece el despido libre. «Nunca hemos estado tan divididos, destrozados y enfrentados como ahora» –ha reconocido Landini–. Lo digo claro: debemos aprender que nuestro problema no es el trabajador que está a nuestro lado, no es el color de la piel de las personas, nuestro problema son los que nos explotan a todos juntos y nos ponen en competencia unos con otros».
En el Sur pobre se juega el resultado electoral
Un gran problema para Italia lo representa el Sur, con las regiones más pobres del país, donde tradicionalmente es profunda la desconfianza hacia el poder dominante y las instituciones. Son los que más sufren las consecuencias de la crisis energética y el alto coste de la vida. Aquí se juega gran parte del resultado final de estas elecciones, porque en el Sur ha explotado el tema que más ha polarizado la campaña electoral: la llamada renta de ciudadanía, aprobada en el 2019, bandera electoral del Movimiento 5 Estrellas. De este subsidio mensual se benefician alrededor de 1,5 millones de familias italianas; de ellas, dos tercios viven en el Sur. Perciben una media mensual de unos 600 euros. Pero es posible obtener hasta 1200 euros al mes en el caso de una familia compuesta por dos adultos y un hijo mayor de edad o dos menores. Muchos empresarios culpan a este subsidio por sus dificultades para encontrar trabajadores. «Para las pequeñas y medianas empresas es difícil contratar, porque nadie quiere perder la subvención. Por ejemplo, en la región de Molise [Italia meridional] los agricultores luchan por encontrar gente que recoja la uva. Los vendimiadores ganan unos 1.200 euros en los veinte días de la cosecha, pero piden cobrar en negro, para seguir percibiendo el subsidio, lo que es ilegal», explica Roberto D'Alimonte, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Luiss de Roma. El mismo problema se da en otros sectores, como la hostelería.
Giorgia Meloni se ha comprometido a abolir este subsidio, porque «se debe eliminar el asistencialismo y ofrecer un trabajo digno a las personas». El líder del Movimiento 5 Estrellas, Giuseppe Conte, ha advertido con la evocación de una «guerra civil» si el subsidio desaparece. Las graves palabras de Conte no han intimidado a Meloni, que en sus mítines, como hizo el domingo en Caserta, a 27 kilómetros de Nápoles, dijo que el subsidio se debe suprimir y adoptar medidas más eficaces. Aplaudía a Meloni por su «claridad y determinación» un joven de 29 años, Francesco, que fue votante del Movimiento 5 Estrellas en el 2018, creyendo que frenaría la corrupción y la pobreza, pero hoy confiesa desengañado: «Conozco a muchos jóvenes beneficiarios de la renta de ciudadanía, que tienen trabajos en negro por los que reciben dinero en efectivo, lo que les permite ganar más que yo, con un trabajo fijo y pagando impuestos».
De todas formas, aunque el apoyo al Movimiento 5 Estrellas se ha desmoronado, por sus divisiones internas y pérdida de credibilidad, llegando a situarse incluso por debajo del 10% en intención de voto, tras causar la caída del Gobierno Draghi, ha crecido en la campaña electoral hasta el 14%, defendiendo posiciones radicales de izquierda, y ha quitado votos al Partido Democrático. «El Movimiento 5 Estrellas es el partido de la renta de ciudadanía y, por tanto, todavía sus raíces son fuertes en el Sur. He visto encuestas que dan al M5S más del veinte por ciento en Molise y Nápoles. Es mucho, pero allí obtuvieron hace cuatro años el cincuenta por ciento», afirma el profesor D'Alimonte, el mayor experto italiano en sistema electoral. Advierte D'Alimonte que si el M5E obtiene un buen resultado en el Sur, «podría privar al centroderecha de la mayoría absoluta en el Senado», complicando sobremanera un eventual Gobierno Meloni.
El Sur, terreno fácil para los populismos
Para comprender el drama que vive el Sur y por qué la renta de ciudadanía se ha convertido en el tema destacado de la campaña, hay que fijarse en estos datos muy relevantes del Instituto oficial de estadística (ISTAT): Las regiones del Sur pierden cada año 130.000 habitantes, de ellos la mitad son jóvenes entre 15 y 34 años, de los cuales una quinta parte son licenciados, es decir, se marcha lo mejor de la población, los más jóvenes y los más preparados, Se trata de un fenómeno migratorio muy relacionado con el Producto Interior Bruto y la falta de trabajo. En 2022, el PIB per cápita del Sur es casi la mitad del que goza el Norte: 20.900 euros frente a 38.600. La tasa de desempleo en el primer trimestre de 2022 fue del 5,7 por ciento en el Norte y del 15,2 por ciento en el Sur. Se explica así que en el Sur encontrara terreno fértil el populismo del Movimiento 5 Estrellas, que arrasó en las elecciones del 2018 (33%), gracias a su plan de bienestar social con el subsidio, convirtiéndose en el primer partido del país. Luego, ese apoyo se derrumbó, porque su utópica promesa de eliminar la pobreza evidentemente no se ha cumplido.
A la hora de gobernar, el M5E demostró que carecía de clase dirigente. Lo mismo se le achaca hoy a Hermanos de Italia. «La gente quiere cambiar. Ha prevalecido en la campaña un deseo de novedad. El verdadero peligro de Giorgia Meloni si llega al Palacio Chigi [sede de la jefatura del Gobierno] no está representado por el fascismo [temor expresado por algunos medios internacionales], sino por la incompetencia», afirma el profesor de Ciencias Políticas Roberto D'Alimonte, quien, al igual que otros analistas, no ven en Hermanos de Italia una clase dirigente a la altura de los desafíos que debe afrontar Italia, con una astronómica deuda externa que supera los 2,7 billones de euros (150 % del PIB), mientras se promete una fuerte reducción de impuestos (tipo único IRPF al 15% propone la Liga) o rebajar la edad para la jubilación. Pero el problema de la mayor o menor competencia ni se lo plantea la gran mayoría de sus votantes. Conversando con un grupo de cuatro taxistas que esperan turno para cargar viajeros ante el Panteón de Roma, tres de ellos confiesan abiertamente que votarán por Giorgia Meloni, el cuarto por Salvini, porque «la derecha ha defendido mejor nuestras posiciones frente a las liberalizaciones de la ley de concurrencia de Draghi». Enrico concluye: «Percibo en los clientes mucha incertidumbre, dudas sobre a quién votar o incluso abstenerse. Yo votaré por Meloni. A ver qué sucede».
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