Los presupuestos marcan la negociación entre la extrema derecha y los populares para formar gobierno en Austria

La política exterior, campo en el que se darán las principales diferencias entre los dos partidos, será abordada más adelante. En la primera reunión, al más alto nivel, han participado el presidente en funciones del ÖVP, Christian Stocker, y el líder del FPÖ, Herbert Kickl, en una conversación confidencial en la que ha quedado fijado también el calendario, con duración de al menos un mes.

Los portavoces en materia presupuestaria serán a partir de ahora el ex secretario de Estado del Ministerio de Finanzas de la coalición azul-turquesa y portavoz de presupuesto en el Consejo Nacional, Hubert Fuchs, y el ex director financiero de los ferrocarriles austriacos ÖBB, Arnold Schiefer por parte del FPÖ.

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Rosalía Sánchez | Corresponsal en Berlín

La Federación de Industrias Austriacas espera que de posible acuerdo surja «un alivio» y que los dos partidos aborden «temas incómodos». Su presidente, Georg Knill, cree que esta coalición podría suponer una «fuerza impulsora» El Estado debe ahorrar y confía en que un posible gobierno azul-turquesa «equilibre el presupuesto» y «descargue a las empresas nacionales».

Se trata de una intención que se puede encontrar tanto en el programa electoral del ÖVP como del FPÖ, por ejemplo en forma de reducción de los costes laborales, no salariales, una demanda que viene siendo planteada desde hace tiempo por representantes empresariales y economistas. Knill ve suficientes oportunidades en el gasto público, donde, por ejemplo, habría que «rastrear sin tabúes» los subsidios. En concreto, menciona puntos ya conocidos como el bono climático y la licencia de estudios. «Reducir el déficit a la medida de la UE ahorrar unos 8.500 millones de euros», recuerda Knill.

Es un secreto a voces que las subvenciones introducidas a iniciativa de los Verdes durante los últimos cinco años corren especial peligro. «Como empresas hemos tenido que ahorrar entre un 10 y un 15 por ciento en los últimos años. El gobierno debe lograr ahora un ahorro del tres por ciento», argumenta, lo que tendría consecuencias sobre las pensiones y el federalismo.

Pero aparte de la industria y las organizaciones económicas, son pocas las voces que celebran la formación de un gobierno liderado por la extrema derecha. Los manifestantes apostados frente a la Cancillería expresan su descontento y su temor día y noche. «Jamás pensé que vería algo así en Austria otra vez: ese hombre habla como un nazi y es apoyado por los nazis, de manera que no entiendo que razonablemente se pueda estar a favor de que dirija el gobierno del país», explicaba a la radio local una de las participantes en la manifestación.

«Estoy aquí por mis hijos, considero esencial para su educación que vean que yo no me quedé callado y que yo no estaba de acuerdo con todo lo que va a venir a partir de ahora si Kickl llega al poder», añadía otro de los manifestantes. Los más altos representantes de la Iglesia Católica, el Islam y el Judaísmo hacen un llamamiento conjunto contra el odio y la violencia. En una 'Declaración de Viena: Religiones para la Paz', se han pronunciado a favor de «no apartarse de la interacción respetuosa en la sociedad».

Los primeros pasos de la negociación tienen lugar, además, en paralelo a los nombramientos de los ministros del gobierno interino, unir y venir de carteras y de ex altos cargos que abandonan la política. El Partido Socialdemócrata, mientras tanto, ha comenzado su labor de oposición con una insólita denuncia. En las más turbulentas horas de la ruptura de las anteriores negociaciones, en las que los conservadores intentaban formar un tripartito con SPÖ y Neos, la directiva del ÖVP mantuvo una reunión de urgencia en dependencias del gobierno. En estricto sentido, los partidos deben reunirse en sus propias sedes o en instalaciones alquiladas, porque la cesión de cualquier espacio podría formar parte de una donación ilegal.

El SPÖ desea llegar al fondo del asunto y ha pedido una sesión de control parlamentario para aclarar quiénes, participaron y sobre qué asuntos se hablaron en dicha reunión, en busca de un posible delito y de la erosión de un gobierno que todavía no ha nacido. »Austria se enfrenta a un profundo punto de inflexión», ha justificado esta agresividad el alcalde de Viena, Michael Ludwig, que considera que no hay cien días para perder y que «no hay que hacerse ilusiones sobre Kickl». Anima a fustigar a los conservadores como «portadores de los estribos» del FPÖ».