Los leales a Biden: el presidente se protege con su familia y un reducido grupo de consejeros

Cuando la prensa preguntaba por el más reciente tropiezo o la última caída del presidente, la respuesta más común era el silencio. Hasta destacados diplomáticos criticaron la cobertura en esta línea de la prensa internacional. Eso cambió tras el debate, lleno de momentos de confusión y aparente declive.

Ahora, la atención de los demás líderes del Partido Demócrata está puesta en quién controla el acceso al presidente en la Casa Blanca y le ha permitido o animado a volver a presentarse a las elecciones, a pesar de que en 2020 dijo que sería presidente de un solo mandato.

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S. Palacios

Las principales críticas va dirigidas lógicamente a su familia, sobre todo su mujer, que es uno de sus principales apoyos, aunque también a sus asesores más directos. La familia Biden, muy unida, ajena a los escándalos y rumores de otras dinastías, como los Trump o los Bush, está unida en la defensa de la buena salud del patriarca, en contra de todas las evidencias.

Las decisiones más importantes en la carrera de Biden siempre han estado consensuadas con su familia. Su esposa, Jill, y su hijo, Hunter, insisten en que debe continuar en la competición por la Casa Blanca, según han publicado varios medios de EE.UU., y nadie tiene más influencia que ellos. Su hermana, Valerie Biden Owens, quien ha dirigido varias campañas electorales de su hermano desde sus años en el Senado, también defiende su permanencia.

Hay además una serie de nombres que forman parte de la órbita de Biden desde tiempos ya inmemoriales, consejeros como Tom Donillon o Anitta Dunn, que han asesorado al presidente desde sus años en el Senado y la vicepresidencia y que han defendido durante años que su edad no es impedimento para el desempeño de la presidencia. Sus dos jefes de gabinete en la Casa Blanca, Ron Klain y su sucesor Jeff Zients, también han sido criticados por sobreproteger al presidente.

Dunn, a la que se considera muy cercana a Biden, está casada con Bob Bauer, abogado del presidente que tuvo parte directa en los preparativos del debate en Camp David. Todos esos consejeros fueron directa o indirectamente responsables de la preparación del presidente para el debate.

Mientras, un número reducido de funcionarios mantiene el peso de gestionar la presidencia cuando el presidente está indispuesto o inmiscuido en la campaña, en especial el jefe de gabinete, Zients, y el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, que gestiona la política exterior del Ejecutivo.

Todos estos son extremadamente leales a Biden, y vienen de trabajar con él cuando era vicepresidente. Sullivan, por ejemplo, mantuvo su puesto aun después del desastroso plan de retirada de Afganistán, en el que murieron cientos de civiles y varios soldados estadounidenses en un ataque al aeropuerto de Kabul.

En el debate, de hecho, Trump hizo burla de la lealtad del presidente con su equipo, y le ridiculizó por no haberse atrevido a despedir a nadie de su gobierno en su mandato. El primer jefe de gabinete que tuvo, Klain, se marchó por su propio pie, igual que su primera portavoz, Jen Psaki.