Los 'influencers' y el ministro: Wang Yi expone la política exterior de China en un simulacro de rueda de prensa
El jefe de la diplomacia china realiza la tradicional comparecencia anual ante la prensa durante la Asamblea Nacional Popular, criticando a Israel y Estados Unidos mientras ensalza a Rusia
El Partido Comunista Chino lucha por mejorar la economía para defender su legitimidad
![Wang Yi durante una conferencia de prensa en Beijing](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/03/07/wang-yi-RFF7tre9yL507YjusD3IziP-1200x840@diario_abc.jpg)
Rueda de prensa. Del ministro de Exteriores chino, Wang Yi. Esta mañana. En Pekín. Con motivo de la reunión anual de la Asamblea Nacional Popular, el aparato legislativo del régimen, según la costumbre. Estas respuestas concatenadas a las clásicas «cinco W» informativas –«qué, quién, ... cuándo, dónde, por qué»– evidencian la importancia de una más, la sexta y última: «cómo».
La locución «rueda de prensa», de hecho, se antoja una caracterización errónea para una comparecencia coreografiada hasta la preposición, donde todas las preguntas son de antemano remitidas, cribadas, preparadas y por último verbalizadas, en su mayor parte por «periodistas» –léase profesionales de la comunicación– de la prensa oficial o medios de países en vías de desarrollo invitados por las autoridades a gastos pagados. El periodismo como performance, en definitiva. Las interpelaciones, por tanto, han ejercido de corifeo en el monólogo dialogado de Wang Yi, quien ha reiterado las proclamas recurrentes de la propaganda china en materia de política exterior.
«La configuración del mundo experimenta muchos cambios», ha arrancado el ministro, «y China seguirá poniéndose en el lado correcto de la historia». A partir de esta premisa inicial, ha señalado el creciente protagonismo del país. El año pasado, Xi Jinping «presidió dos eventos internacionales, participó en cuatro cumbres globales, realizó cuatro visitas de Estado y mantuvo más de cien llamadas telefónicas con otros líderes», evidencia de «un papel cada vez más insustituible». Wang ha destacado tres hitos de su diplomacia: la expansión de los BRICS, la «histórica reconciliación» entre Irán y Arabia Saudí, así como el alto el fuego en el norte de Myanmar. Y este año, «China actuará con aún más autoconfianza».
Más allá de las frases que los intérpretes trasladaban a toda velocidad, antes incluso de que el ministro las pronunciara, destellos de verdad aparecían en los detalles de esta simulación falaz. Por ejemplo, cuando en segundo lugar el micrófono ha ido a parar a un medio ruso. Su intervención ha proporcionado la oportunidad de celebrar la cifra récord de 24.000 millones de dólares alcanzada por el comercio bilateral en 2023. «Las relaciones se han mantenido a un alto nivel, caracterizadas por la confianza mutua. [...] Preservar y ampliar los lazos corresponde a una decisión sobre intereses comunes». China y Rusia representan, ha defendido Wang, «un nuevo paradigma de relaciones entre grandes países frente al enfoque obsoleto de la Guerra Fría [...]. Ambas partes buscarán conjuntamente nuevas oportunidades de desarrollo, de reforzar la relación bilateral y de salvaguardar la estabilidad regional y global».
Paz, pero...
La primera mención explícita a Ucrania no ha llegado hasta el final del evento. «La parte china siempre mantiene una posición objetiva y justa, y persigue mantener conversaciones por la paz». El ministro, que a mediados de febrero asistió a la Conferencia de Seguridad de Munich, ha asegurado haber sentido allí «la preocupación y la voluntad de explorar una salida viable a la crisis». «La historia muestra que si un conflicto se alarga, este tiende a empeorar más de lo que creen las partes involucradas». Por eso, ha llamado a iniciar un proceso de paz, «respetando siempre la Carta de Naciones Unidas y las legítimas preocupaciones en materia de seguridad de todos los países».
La incongruencia entre el apoyo implícito a Rusia y los principios rectores de la política exterior china ha quedado de manifiesto, una vez más, en las respuestas a otras consultas sobre sus «triunfos diplomáticos», tan combativas como esta: «Solo China puede lograr algo así, ¿qué hace a China tan exitosa?». Wang ha enumerado, sin asomo de sarcasmo, cuatro motivos: «persistir en la no-injerencia externa y siempre respetar la integridad territorial», «no recurrir arbitrariamente a la fuerza ni a sanciones», «persistir en la objetividad y la imparcialidad sin aplicar dobles raseros ni perseguir objetivos geopolíticos» y «perseguir las causas de raíz».
![Los reporteros toman fotografías mientras Wang Yi (no en la foto), se retira](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/03/07/reporteros-U27031081446rUi-760x510@diario_abc.jpg)
El ministro ha reservado sus palabras más contundentes para la crisis de Gaza, «no solo como una tragedia humana, más bien una humillación civilizatoria». «No hay vidas superiores o inferiores, no deben ser clasificadas por razas o religiones [...]. Ningún pretexto puede justificar la matanza de civiles. Un cese al fuego es la tarea prioritaria por encima de todo. El pueblo de Gaza tiene derecho a subsistir en el mundo», ha proclamado, con una llamativa adenda. «Todos los cautivos deben ser liberados, todas las acciones contra civiles deben ser frenadas».
Acto seguido, ha recalcado de qué lado caen las simpatías chinas. «El territorio palestino ha sido largamente ocupado, no se puede ignorar su voluntad de ser un pueblo independiente. Solo cuando se haga justicia y se implemente la solución de dos Estados se podrá poner solución al conflicto, que es caldo de cultivo de todas las ideas extremistas, y hacer realidad la paz duradera en Oriente Medio». «China apoya firmemente la causa justa del pueblo palestino de recuperar sus tierras, apoyamos que sea un miembro de pleno derecho de la ONU y llamamos a cierto miembro del Consejo de Seguridad a no poner obstáculos».
«Cierto miembro», perífrasis sin intriga alguna, al que Wang ha acabado por interpelar. «El histórico encuentro de San Francisco devolvió la estabilidad y el desarrollo sano. Estados Unidos afirmó que no quiere promover un cambio de régimen, reavivar sus alianzas contra China, apoyar la independencia de Taiwán, contener el auge de China ni cortar las relaciones». Ahora bien, «EE.UU. sigue con sus equivocadas percepciones contra China y no ha cumplido sus compromisos. La lista de sanciones unilaterales y falsas acusaciones sigue alargándose. Si EE.UU. dice una cosa y hace otra, ¿dónde está su credibilidad como país grande? Si se pone nervioso al escuchar la palabra 'China', ¿dónde está su autoconfianza?», criticaba. «La convivencia pacífica es la exigencia mínima, si hubiera conflictos las consecuencias serían inimaginables».
Una noticia
El ministro también ha dirigido un mensaje, más afable, al segundo gigante geopolítico, en su intento de abrir un resquicio en Occidente. «Un documento de la Unión Europea puso a China tres etiquetas: socio en cooperación, competidor económico y rival sistémico. Pero los hechos han demostrado que esa triple visión no corresponde a la realidad, sino que ha perturbado el desarrollo de los lazos entre China y la UE. Es como un coche ante una encrucijada con las tres luces del semáforo encendidas, ¿cómo se conduciría?».
![Miembros de la prensa entrevistan a un periodista extranjero al final de la conferencia](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/03/07/periodistas-periodista-U13028533503GPy-760x510@diario_abc.jpg)
«Tenemos más intereses que diferencias, la tónica dominante debe ser la cooperación. [...] Una UE poderosa responde a los intereses a largo plazo de China, y al revés. Debemos trabajar juntos», ha sentenciado. Después, ha revelado la única novedad stricto sensu de su intervención: la exención de visados de turista para visitas inferiores a quince días pronto beneficiará a otros seis países europeos –Austria, Bélgica, Hungría, Irlanda, Luxemburgo y Suiza–, no sin expectativas de reciprocidad. «Esperamos que más países europeos faciliten visados para ciudadanos chinos para realizar viajes al exterior cuando quieran».
A continuación, una ensalada de línea oficial –Sur Global, Taiwán, Asia Central, economía, mar del Sur de China, inteligencia artificial, África, península de Corea– hasta el postre de la última pregunta, cortesía de una televisión estatal en árabe. Atención: «El año pasado, la voz de China se hizo más fuerte en el mundo y más gente espera conocer sus historias. Gran parte del mérito debería recaer en los diplomáticos chinos por su activo trabajo. Señor ministro, ¿qué es, a su entender, lo más fascinante y notable de las historias de China en la nueva era? ¿Y por qué es importante contar historias interesantes sobre China? ¿Qué pueden hacer los periodistas extranjeros al comunicar las historias de China?».
Hete aquí que el ministro se salta el guion. «He visto tus vídeos, ¡bailas muy bien!», exclama entre risas. «Me gusta la frase que escuché en una retransmisión, 'China es un país donde lo imposible puede volverse posible'. También los 'influencers' pueden contar la historia de una China dinámica y floreciente». La «rueda de prensa» concluye así, y las cámaras de los medios oficiales se vuelven hacia el danzante reportero, es decir, hacia sí mismas, en el juego de espejos informativos del poder, mientras Wang Yi abandona apacible la sala.
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