China, cada vez más desconectada y opaca
Aunque las preguntas estaban seleccionadas, el fin de la rueda de prensa del primer ministro al término de la Asamblea Nacional es otro reflejo de la deriva autoritaria y personalista del presidente Xi Jinping
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Por primera vez en tres décadas, la reunión anual del Parlamento orgánico de China no concluirá con la tradicional rueda de prensa del primer ministro. Celebrada por primera vez en 1988, e institucionalizada a partir de 1993, dicha rueda de prensa era el colofón ... de la Asamblea Nacional Popular, cuyos 3.000 diputados se reúnen a principios de marzo para votar – y siempre aprobar – las metas del año marcadas por la cúpula del Partido Comunista.
Tras los diez días de sesiones en el majestuoso Gran Palacio del Pueblo de Pekín, el primer ministro de turno comparecía ante los medios chinos e internacionales en una rueda de prensa multitudinaria. Para asistir a ella, no bastaba con la acreditación de la Asamblea. Hacía falta una invitación especial cuya concesión dependía, en gran medida, de lo «objetivo» que hubiera sido el periodista durante los meses anteriores.
Bajo las lámparas de araña de uno de los descomunales salones del Gran Palacio del Pueblo, la escenografía de la rueda de prensa era tan espectacular como perfectamente organizada hasta el más mínimo detalle. Aunque todas las preguntas habían sido seleccionadas, evitando así las más incómodas para el régimen, era una de las pocas ocasiones – por no decir la única – en que el primer ministro chino contestaba ante la Prensa.
Con sus respuestas, el régimen no solo difundía los mensajes que más le interesaban sobre la actualidad, sino que ejercía una auténtica diplomacia mediática acorde con sus intereses. Así, en los últimos años hemos visto cómo grandes medios occidentales muy críticos, sobre todo estadounidenses y británicos, ni siquiera eran invitados mientras se elegían las amables preguntas de periodistas del Sur Global que incluso pedían consejo para implantar en sus países un desarrollo tan exitoso como el chino.
Para la mayoría de los chinos, que no sabían que las preguntas habían sido previamente pactadas, la rueda de prensa en televisión acercaba al primer ministro al desenvolverse con soltura, humanidad y hasta gracejo. Durante las dos décadas anteriores, así lo hicieron Wen Jiabao y el difunto Li Keqiang, antecesores del actual «premier», Li Qiang, menos ducho ante las cámaras. Buena prueba de la popularidad de Wen Jiabao y Li Keqiang, fulminado por un infarto a los 68 años el pasado mes de octubre, era el estruendoso aplauso con que los periodistas chinos saludaban su entrada en la sala mientras saludaban sonrientes como si fueran estrellas de cine.
Pero todo eso se acabará a partir de ahora. Tal y como anunció el lunes el portavoz de la Asamblea Nacional Popular, Lou Qinjian, ya no habrá más ruedas de prensa del primer ministro al término de su reunión anual y solo se recuperarán en «circunstancias excepcionales».
Impacto por la falta de transparencia
El fin de esta comparecencia ante los medios es otro ejemplo de la deriva cada vez más autoritaria, personalista y opaca del presidente Xi Jinping, cuyo enfrentamiento con Occidente se ha agudizado desde la pandemia del Covid y la guerra de Ucrania. Además, parece claro que la rueda de prensa de su número dos le sobra a un dirigente que no quiere que nada ni nadie le hagan sombra y que se ha perpetuado en el poder tras acabar con el liderazgo colectivo que caracterizaba al régimen.
«Será una oportunidad perdida para que China se explique por sí misma y puede aumentar la percepción sobre su falta de transparencia. Tendrá un impacto enorme en la imagen de China ante el mundo en lo relativo a su apertura», valora el analista Wang Xiangwei, antiguo director del periódico de Hong Kong 'South China Morning Post', en un artículo en dicho diario. Coincide con él Jens Eskelund, presidente de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en Pekín, para quien «la transparencia y el contacto con los medios internacionales son importantes para que la audiencia global entienda las prioridades de China y su valoración de la situación doméstica y mundial».
Desde que llegué a China en enero de 2005 como corresponsal de ABC, la Asamblea Nacional y la rueda de prensa final del primer ministro eran uno de los momentos informativos más importantes del año. Como otras muchas cosas de aquella China de entonces, más amable y abierta, también se ha acabado.
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