Expolicías y pandilleros unidos, la fórmula que ha permitido reinar al caos en Haití
Mientras la isla se sume en un infierno, se discuten las demandas en la mesa de negociaciones en Jamaica, donde funcionarios caribeños e internacionales se reúnen para forjar una solución a la crisis haitiana
Haití, el infierno olvidado del Caribe
El futuro gobierno de transición de Haití tendrá que negociar con las pandillas
![Varias personas lloran después de que una docena fueran asesinadas en la calle por pandilleros, en Pétionville, Puerto Príncipe, Haití,](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/internacional/2024/03/18/haiti-R0aPrATcuBtbdFPMQdlcAYK-1200x840@diario_abc.jpg)
Los hechos comprueban que Haití fue tomada en cuestión de días, a partir de aquel fatídico 3 de marzo en el que se confirmó la toma de las instituciones haitianas y reinó el caos en las calles de la capital Puerto Príncipe. Pero los ... líderes de las violentas revueltas y sus ejércitos rebeldes —las pandillas haitianas— llevaban ya mucho tiempo reclutando a jóvenes disidentes, promulgando mensajes para desestabilizar a un gobierno de por sí decrépito y desnudando a lo que ellos han llamado el enemigo común de los pobres: el gobierno y las élites que, supuestamente, lo manejan.
La ausencia del entonces primer ministro Ariel Henry a finales de febrero por un viaje oficial a Kenia, provocó que las pandillas tomaran el control de Haití, cerraran el aeropuerto internacional, saquearan los puertos marítimos, atacaran a las comisarías de policía y liberaran a miles de presos. La posterior dimisión de Henry, el 12 de marzo desde Puerto Rico, ha calmado mínimamente el panorama y los rebeldes parecieran cambiar de estrategia, enfocados en obtener inmunidad penal y evitar ir a la cárcel, expectantes del nuevo orden que supuestamente llegará desde Jamaica, en donde se reúne un consejo de transición presidencial, tutelado por la Comunidad del Caribe (Caricom), cuya titánica meta es pacificar al país y elegir a un mandatario temporal tras un común acuerdo entre los principales partidos políticos, el sector privado y grupos sociales, religiosos y civiles.
¿Pero qué llevó a Haití a los niveles más elevados del caos en tan solo unas semanas? ¿Qué ha permitido que los grupos criminales tomen el control de Puerto Príncipe, prácticamente sin oposición?
«Living together», el Ejército pandillero
El viaje de Henry a Nairobi no fue una visita sin más. Era una amenaza internacional para las pandillas que cómodamente han «cogobernado» con las autoridades haitianas, la isla y su capital, Puerto Príncipe. Henry pactó con los kenianos y Naciones Unidas para que le proveyeran de alrededor de 1.000 agentes de policía africana de élite para estabilizar el país y combatir la inseguridad en la isla. Esto fue visto como una declaración de guerra. Motivados —u obligados— a responder, las pandillas se vieron en la necesidad de consolidar su poder a través de un frente unido. Con un enemigo débil —pues el mandatario Henry no era, necesariamente, una figura popular— las pandillas pactaron alianzas temporales y dejaron sus diferencias para, finalmente, encarnar una unión que llevaba varios años materializándose.
La unión de pandillas, a la que desde hace pocos días se le conoce bajo el nombre «Living together» ya había hecho un experimento en septiembre del año pasado, cuando informaron de la suspensión de sus abusos y operaciones criminales contra la población indefensa, una especie de tregua para con los ciudadanos de las zonas capturadas por las pandillas en las que no existe el orden ni el Estado. Ahora, en marzo de 2024, han vuelto a actuar unidas. Expertos han confirmado al diario 'The New York Times' y otros medios locales que en Haití operan «hasta 200 pandillas, unas 20 de ellas en Puerto Príncipe». Las más grandes cuentan con hasta 1.500 miembros «con sueldos semanales y armas automáticas que pertenecen a organizaciones jerarquizadas con jefes». Una fuente experta en la criminalidad de la isla asegura que el frente de pandillas «Living Together» está compuesta por más de 100 grupos criminales de todo el país, «pero con diversos rangos y cuotas de poder internas».
Ahora bien, el frente «Living Together« también está condenado a dinamitarse en cualquier momento. «Acostumbrados a la ingobernabilidad, el hecho de inyectar normas, liderazgos y obediencia a un conjunto de pandillas, puede ser el principio del fin», detallan múltiples fuentes que estudian a las pandillas en la región centroamericana de del caribe. El frente podría durar poco por las tensiones que ya se están provocando entre sus múltiples liderazgos y las eternas disputas de control territorial. Otro aspecto para tomar en cuenta son los perfiles de los pandilleros de esta unión: la mayoría son adolescentes que buscan dinero, y no necesariamente confrontación con el Estado ni aspiraciones de grandeza. Además, si la respuesta internacional que se maquina desde la isla de Jamaica llega a tiempo y con contundencia, el frente será puesto a su prueba más fuerte.
Un detalle importante sobre las cabezas rebeldes que dirigen la revuelta de las pandillas es que, contra todo pronóstico, sus líderes no son los típicos pandilleros caribeños. Se trata de figuras populares, temidas y hasta respetadas en Haití. Los líderes de las pandillas se muestran con el rostro descubierto, hablan con los periodistas, llevan a cabo conferencias de prensa, y prometen paz y estabilidad, buscan las vías políticas para gobernar, a la vez que reniegan ser violentos.
Uno de los polémicos líderes isleños es, sin duda, Guy Philippe, un ex policía condenado por narcotráfico que, sin embargo, tiene una amplia red de simpatizantes haitianos, ya que también fue senador y líder golpista en Haití. En 2004, lideró el golpe en contra del entonces presidente, Jean-Bertrand Aristide. Luego, estuvo seis años una prisión estadounidense tras ser hallado culpable de conspiración para lavar dinero del narcotráfico» entre finales de la década de 1990 y comienzos de los de 2000. Regresó al país a finales de 2023. De acuerdo con una investigación del medio especializado Insight Crime, Philippe lidera a los rebeldes de la región sur del país, sobre todo a los del departamento de Grand'Anse, «Una de las razones por las que esto sería posible es que Philippe logró captar un capital social importante para ser electo como senador en 2016, y el respaldo de la población en los movimientos de autodefensa resulta esencial», detallan los expertos. Actualmente, Philippe lidera las presiones para que Henry dimita y ha pedido abiertamente que se otorgue amnistía a las bandas criminales.
Jimmy Chérizier, alias «Barbecue» es un policía expulsado de las fuerzas armadas, que tuvo mucho poder durante el gobierno del expresidente Jovenel Moïse, hasta que el mandatario fue asesinado en julio de 2021 y Ariel Henry ocupó el cargo. Su habilidad para buscar consensos le llevó a fundar la G9 y Familia, una federación criminal de nueve de las pandillas más poderosas en la capital isleña.
A esta federación, suelen unírsele de manera temporal otras pandillas simpatizantes. El medio especializado en criminalidad Insight Crime revela que «once organizaciones criminales de Puerto Príncipe mantienen relaciones amistosas con G9 y Familia e incluso le prestan apoyo cuando es necesario». El informe de 2020 de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos de Haití (Réseau National de Défense des Droits Humains) confirma estas alianzas que suelen ser conocidas como la «G20». Así, Barbecue ha coordinado múltiples ataques en los barrios de Pont-Rouge, Chancerelles, La Saline y Fort Dimanche, para ampliar el control territorial de la G9 y Familia, sembrar el caos y desorden en la isla e insistir en la renuncia del presidente interino. Su modus operandi es ya conocido: el fuego. Incinera a sus enemigos e incendia sus casas. A quienes tienen más suerte, solo los sentencia con un tiro en la sien. El ahora expolicía también ha llevado su lucha contra las empresas privadas de Haití. Para Barbecue, sin embargo, la conformación de G9 y Familia, y las «limpiezas sociales» no son ataques terroristas sino más bien una forma de restaurar la paz en la isla.
Ambos líderes han pedido disculpas por la violencia y han culpado a las élites económicas y políticas de Haití por la miseria y la desigualdad de la isla. Y es que no es ningún secreto que el Estado haitiano ha perdido toda credibilidad y poder, y que las pandillas han intervenido para llenar, exitosamente, el vacío.
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