CLAVES DE LATINOAMÉRICA
La demografía latinoamericana empieza a torcerse
Cuba está ya en retroceso poblacional, Uruguay se ha estancado y lo empezará pronto, y Chile solo lo aplaza por la inmigración venezolana
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Una anciana vende frijoles y cigarrillos junto a un mural que representa al cantante jamaicano Bob Marley en una calle de La Habana
Como en el resto del mundo, la tasa de fecundidad también desciende en los países latinoamericanos, donde igualmente el número de habitantes se reducirá en las próximas décadas. Ni siquiera África es excepción en esa tendencia global, si bien su declive demográfico está proyectado más ... avanzado el siglo. En Latinoamérica el proceso se ha acelerado: si en 1950, la región tenía la segunda mayor tasa de fecundidad del mundo tras África, en 2022 registró la tercera más baja, con 1,8 hijos por mujer (el umbral de reemplazo es de 1,2) solo por debajo de Europa (1,5) y de Norteamérica (1,6).
Este descenso tendrá consecuencias políticas en el continente. La población total ya retrocede en Cuba (algo agravado por quienes huyen de la isla) y ha dejado de crecer en Uruguay, dos países situados en el extremo de las condiciones democráticas y de la generación de riqueza, mostrando que se trata de algo generalizado, aunque haya dinámicas nacionales matizables.
La falta de mano de obra que a largo plazo se producirá en lugares como Chile o Brasil reclamará inmigración, con riesgo de un incremento de xenofobia como los episodios que hoy vemos contra venezolanos residentes en países vecinos. El envejecimiento de la población, en última instancia –en un estadio ciertamente aún lejano–, supondrá una constricción fiscal para países entonces envejecidos que ya hoy sufren de pocos ingresos impositivos.
Un reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de Naciones Unidas se ocupa precisamente de la incidencia de la evolución demográfica en la fuerza de trabajo. Indica que si bien, entre 1990 y 2005, la fuerza de trabajo aumentó en la región notoriamente más que la población en edad de trabajar, debido a la incorporación de la mujer al mercado laboral, a partir de 2039 se producirá un déficit, en parte por un mayor tiempo de educación y preparación profesional de los jóvenes. Eso empalmará luego con el crecimiento negativo de las poblaciones: la Cepal sitúa en 2056 el pico demográfico regional, con 752 millones de habitantes (hoy tiene 645 millones), a partir del cual el número total se reducirá.
El declive, no obstante, está más próximo para algunos países. Cuba ya ha empezado a retroceder. Con la tasa de fertilidad más baja de toda América (1,6), empatada con Canadá, el volumen de población aún podría sostenerse unos años, pero la huida de cubanos en busca de mejores condiciones de vida ha acelerado el proceso (en el último bienio, medio millón de personas han marchado a Estados Unidos). Cuba tuvo en 2023 su peor natalidad en sesenta años. La isla alcanzó en 2016 un máximo de 11,3 millones de habitantes y se calcula que baje a 10 millones en 2050 y a 6,4 millones en 2100. Ese perfil demográfico dificultará cualquier reactivación económica.
Los siguientes países con peor tasa de fecundidad son Chile (1,75), Brasil (1,78) y Costa Rica (1,8). De momento su población sigue creciendo gracias a la inmigración y a la descendencia que esta genera; la ola de migración llegada de Venezuela, en el caso chileno y brasileño, y de Nicaragua, en el costarricense, permite un crecimiento que ya se estaba agotando. Así, en esta década Chile iniciaba el momento plano antes del declive, pero la inmigración retrasará el descenso hasta 2048 o 2050, según los últimos cómputos. Para entonces también el número de brasileños comenzará a bajar, tras alcanzar un máximo de 231 millones, así como el de costarricenses.
Uruguay, con una mejor tasa de fecundidad (2,01) pero con menos llegada de inmigrantes, es el país americano tras Cuba donde la curva poblacional se ve más afectada. Tuvo su máximo de habitantes en 2020, con 3,4 millones, cifra que se mantendrá estable durante más de una década para luego decaer.
De las tres naciones centroamericanas que tradicionalmente han venido alimentando el flujo migratorio hacia Estados Unidos, El Salvador tiene un perfil próximo a los países antes mencionados, pero Guatemala y Honduras seguirán experimentando crecimiento de población hasta casi finales de siglo. Para entonces la presión migratoria sobre Estados Unidos se reducirá, si bien este país seguirá necesitando mano de obra extranjera.