La caza del judío vuelve a Rusia
Antisemitas de las repúblicas del Cáucaso Norte, la mayoría de religión musulmana, perciben que ahora pueden tomarse la justicia por su mano
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El 29 de octubre, hace justo una semana, en el aeropuerto de Majachkalá, la capital de la república rusa mayoritariamente musulmana de Daguestán, se vio algo que parecía ya erradicado hace mucho tiempo en Rusia. Una turba de más de mil hombres jóvenes se lanzó ... a la búsqueda de judíos tras enterarse de que había aterrizado un avión de la compañía Red Wings procedente de Tel Aviv.
En un principio se dijo que se trataba de una manifestación de repulsa por la situación que padece la población civil de Gaza. Muchos de los participantes en la revuelta agitaban banderas palestinas. Sin embargo, la enorme agresividad demostrada, en primer término con las fuerzas de la Policía que trataron de evitar que irrumpieran en el avión, no dejó dudas sobre el hecho de que estaban tratando de linchar a los pasajeros, que tuvieron que permanecer horas en el interior del aparato al ver fuera una multitud enfurecida arrojando enormes piedras a quienes intentaban cerrarles el paso y causando un abultado número de heridos.
En Majachkalá y en Derbent, localidad daguestaní en donde vive la mayor comunidad judía de toda la república, a orillas del mar Caspio y a pocos kilómetros de la frontera con Azerbaiyán, la Policía ha reforzado la vigilancia para evitar agresiones. Pero la gente tiene miedo de salir a la calle y las sinagogas están cerradas. En declaraciones a los medios de comunicación, el rabino de la capital daguestaní, Rami Davídov, asegura que «ha habido antes conflictos y amenazas puntuales, pero no recuerdo algo como lo de ahora (…). Hemos vivido en paz durante mucho tiempo sin que nadie se meta contigo por llevar puesto la kipá por la calle». Asegura que en todo Daguestán viven unas 700 familias judías.
Leila, que regenta un negocio de alquiler de pisos para turistas en Majachkalá, reconoció haber dejado de admitir huéspedes judíos por miedo a represalias de los activistas propalestinos. Aunque no tan extremadamente violentas, en otras repúblicas del Cáucaso Norte también se produjeron acciones en contra de la población hebrea. En Nalchik, la capital de Kabardino-Balkaria, hubo un intento de quemar la sinagoga y el centro judío de la localidad. Se han encontrado además pintadas en viviendas con la estrella de David tal y como hacían los nazis en Alemania. En la república de Ingushetia se han tenido que extremar las medidas de seguridad para evitar linchamientos.
Llamamientos de odio
En una entrevista a la publicación rusa 'RBK', el gran rabino de Rusia, Berl Lazar, dice sentirse «impactado» por lo que está sucediendo. Sostiene que «hay que intentar hacer todo lo posible para garantizar que no quede lugar para llamamientos al odio en nuestro país». «¿Qué relación tienen el saqueo de tiendas en el aeropuerto y la lluvia de piedras contra los agentes del orden con lo que sucede en Israel?», se pregunta el rabino, quien también deplora que «nadie en el Cáucaso ni siquiera se ha disculpado por todo esto».
Y es que el presidente Vladímir Putin ha exculpado a los participantes en el intento de pogromo de los indefensos pasajeros del avión llegado de Israel. Según Putin, fueron manipulados e instigados a actuar de manera tan brutal con métodos «sofisticados» utilizados por los servicios secretos de Estados Unidos y Ucrania, a través del canal de Telegram Utro Daguestán (La mañana de Daguestán), que los convocó a acudir sin pérdida de tiempo al aeropuerto para dar caza a los israelíes, según ellos, «asesinos de los niños de Gaza».
Washington recrimina al Kremlin no haber condenado lo sucedido en Majachkalá, desórdenes que causaron una veintena de heridos, entre ellos nueve policías, tres de los cuales tuvieron que ser hospitalizados con pronóstico grave y se encuentran todavía en recuperación, y daños importantes en las infraestructuras del aeropuerto. De los aproximadamente 1.200 participantes en la correría, fueron detenidos solamente 83, según datos del presidente daguestaní, Serguéi Mélikov, pero, salvo 15 acusados de «gamberrismo leve» y condenados a entre 3 y 10 días de calabozo, los demás fueron puestos en libertad. Mélikov, no obstante, trata de conseguir una pena mayor para los implicados en las agresiones a los agentes del orden, cuya intervención posibilitó que fueran puestos a salvo los pasajeros del vuelo que llegó de Tel Aviv.
Cambio en política exterior
El politólogo ruso Abbas Galliámov, considera que «el pogromo en Majachkalá es consecuencia de un cambio brusco en la política exterior de Rusia (…) adquiriendo una clara posición antiisraelí». Mucha gente en las repúblicas rusas del Cáucaso Norte, la mayoría de religión musulmana, «percibieron ese cambio viendo la televisión y, siendo indefectiblemente antisemitas aunque antes procuraban ocultarlo, llegaron a la conclusión de que ahora podían tomarse la justicia por su mano».
Israel ha pedido a sus ciudadanos que salgan urgentemente de las repúblicas rusas del Cáucaso Norte. En un comunicado, «el Consejo de Seguridad Nacional y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel llaman a evitar viajar a estas zonas en un futuro próximo y a los que allí se encuentren salir lo antes posible». El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, señaló que lo sucedido en Daguestán «nada tiene que ver con Occidente (…). Es una simple demostración de odio, intolerancia e intimidación. Algunos lo comparan con los pogromos –antijudíos– perpetrados en Rusia a finales del siglo XIX y principios del XX».
Los pretextos para desencadenar los sangrientos ataques contra las comunidades judías en la Rusia zarista podían ser cualquier cosa, por lo general inventada, y se alimentaba con el tradicional odio a las personas que profesaban otras religiones. Según los historiadores, hasta antes de 1881 en Rusia no hubo ataques contra judíos de forma sistemática y organizada, pudieron ser casos puntuales.
Pero, en medio de la inestabilidad surgida tras el asesinato del zar Alejandro II, se dieron los primeros pogromos masivos, que se extendieron por toda Rusia entre 1881 y 1917. Contaban con la anuencia de las autoridades y la Policía, permitiendo asesinatos, quema de viviendas y robos con toda impunidad. Gran parte de población hebrea de Rusia terminó emigrando a Estados Unidos y otros fueron a asentarse en Palestina, entonces territorio bajo control del Imperio Otomano.
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