Un Biden bajo mínimos trata de poner freno al auge de Trump

Los sondeos alarman al Partido Demócrata: el presidente es más impopular que Jimmy Carter

La campaña moviliza a Kamala Harris para tratar de sacar rédito a las políticas a favor del aborto

Donald Trump arrasa en los 'caucus' de Iowa y lanza el guante a Biden

El presidente Biden visita Filadelfia REUTERS

David Alandete

Corresponsal en Washington

Las pocas esperanzas que albergaban los demócratas críticos con Joe Biden de que este tome 'in extremis' la decisión de apartarse del proceso de primarias para dejar paso a alguien más joven se esfumaron cuando Donald Trump se impuso con una cómoda ventaja en ... los 'caucus' de Iowa. Neutralizados posibles contrincantes internos, estos días se están produciendo una serie de movimientos internos en la campaña de Biden para afinar la estrategia política y tratar de sacar rédito de la mejora de la economía, dado que la mayoría de las últimas encuestas vaticinan que Trump ganaría el voto popular a Biden y podría volver a la Casa Blanca en 2025.

El movimiento más importante es el de la salida de la Casa Blanca de John Kerry, que era enviado especial para la crisis climática. A partir de ahora se centrará en asesorar a Biden en su campaña electoral, algo en lo que tiene experiencia pues fue candidato demócrata en 2004.

En un discurso de despedida en el Foro de Davos, en Suiza, Kerry dijo que se centrará en asesorar a Biden sobre política medioambiental, algo prioritario para los votantes más jóvenes y más a la izquierda, que se cuentan entre los más desencantados con el rumbo del país bajo Biden, según sondeos recientes.

Formalmente, aun hay primarias demócratas, eso no cambia. A Biden le disputan la presidencia dos candidatos con pocas opciones de alcanzar siquiera un 10%: el diputado de Minnesota Dean Philips y la gurú de autoayuda Marianne Williamson. En las encuestas han aparecido ocasionalmente otros posibles candidatos con más opciones, como el gobernador de California, Gavin Newsom, o la de Michigan, Gretchen Whitmer. Ninguno de ellos tiene intención de disputarle la candidatura al presidente.

Desafío por la izquierda

En realidad, con los sondeos en la mano, en realidad el adversario más formidable de Biden es él mismo. Como presidente, su aprobación está por los suelos: sólo un tercio de los encuestados por Ipsos para la cadena ABC News dice estar contento con su gestión. Esto significa que a estas alturas de su mandato es más impopular incluso que Jimmy Carter, en último demócrata que perdió la reelección.

En realidad, el mayor desafío lo tiene Biden por la izquierda. Los sondeos reflejan que hay un creciente número de votantes demócratas desencantados sobre todo con la inflación y con el apoyo a Israel a pesar del elevado número de víctimas civiles en la operación militar en Gaza. El referente de esa izquierda demócrata, el senador Bernie Sanders, dijo en una intervención en la cadena CNN: «No hay duda, es muy difícil para los jóvenes, creo que para la mayoría de los estadounidenses, estar entusiasmados con lo que está sucediendo en este momento. El presidente [Biden] tiene que cambiar de rumbo».

El senador, que fue candidato perdedor a primarias en 2016 y 2020, no especificó qué le gustaría que Biden cambiara, aparte de encontrar una manera de convencer al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, de aceptar un alto el fuego. Sin embargo, Sanders hizo una predicción: «Creo que la gente al final terminará apoyando a Biden».

Campaña discreta de Biden

En eso confía la campaña demócrata: resignación entre la izquierda y contento de los moderados, centristas e independientes. Los republicanos más fieles a Trump, aquellos que le están aupando en primarias, se dan por perdidos, ya que ni siquiera reconocen que Biden sea un presidente legítimo.

De momento, Biden ha hecho campaña de forma discreta advirtiendo de que el regreso de Trump sería una grave amenaza para la democracia estadounidense. El 6 de enero, tercer aniversario del saqueo del Capitolio, el presidente dio un discurso en Pensilvania –estado disputado que Trump ganó en 2016 y perdió en 2020– en el que advirtió: «La campaña de Donald Trump va de él mismo, no de América, no de vosotros. La campaña de Trump está obsesionada con el pasado, no con el futuro. Está dispuesto a sacrificar nuestra democracia para colocarse a sí mismo en el poder».

Peligro para la democracia

La jefa de la campaña de Biden, Julie Chavez Rodriguez, definió la primera fase de la carrera electoral de este modo: «Estamos en una estrategia de demostrar que el destino de nuestra democracia está en juego, porque esa es la realidad». Según explica el subdirector de la campaña, Quentin Fulks, Biden va a tratar de demostrar que el Trump de 2024 es más temerario y peligroso que el de 2020: «La amenaza que representaba en 2020 para la democracia estadounidense se ha vuelto aún más peligrosa que cuando el presidente Biden se postuló por última vez».

De momento, ese enfoque no está teniendo efectos visibles sobre las primarias republicanas. Los votantes de ese partido siguen cerrando filas con Trump, que va camino de consolidarse como candidato muy pronto, en los primeros estados en votar.

Aparte de buscar vías para beneficiarse de la mejora de la economía –paro del 3,7%, crecimiento del 2,6% en 2023–, Biden tiene también una estrategia que le ha encomendado a la vicepresidenta Kamala Harris: facilitar el acceso al aborto. Tras la decisión de la Corte Suprema de revertir su propia decisión de permitir la interrupción del embarazo hasta la viabilidad del feto, los demócratas o sus aliados han ganado todos los referendos y votaciones que se han convocado a nivel estatal, incluso en lugares tan conservadores como Kentucky u Ohio.

Fulks explica que Harris va a visitar Wisconsin la semana próxima para explicar cómo los demócratas pueden garantizar el acceso al aborto y evitar que las mujeres que quieran practicarlo tengan que viajar a estados como Nueva York o Texas. «Se centrará en el caos y la crueldad creados por Trump en todo el país en lo que respecta a la atención médica de las mujeres», afirmó Fulks.

En el trimestre final de 2023, Biden recaudó 97 millones de dólares, menos que Trump en el mismo periodo de su campaña de reelección en 2019.

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