Menéndez de Avilés, cazador de piratas: la lucha contra el olvido de uno de los mayores héroes de España
El Museo Naval ha recibido este viernes una escultura en honor a este militar
Ferrer-Dalmau y el destino final del navío español que revolucionó la Armada española del siglo XVIII
![Izda a dcha: El escultor Fernando Montero de Espinosa; el director del museo naval (Capitán de Navío) Juan Escrigas; el almirante, Director del Instituto de Historia y Cultura Naval, Enrique Torres Piñeyro; Ramón Menéndez de Luarca (descendiente) y su hijo, el alférez de fragata Alfonso Menéndez de Luarca.](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/historia/2024/02/02/MUSEO-RLiDJGs1tZkE1BepcKjLHeP-1200x840@abc.jpg)
Luce ya orgulloso el militar español, ejemplar donde los hubiera, en el panteón más ilustre que los marinos atesoran en la capital. Este viernes, el Museo Naval de Madrid ha recibido entre aplausos una estatua de don Pedro Menéndez de Avilés. Ese que, ... durante el siglo XVI, fue cazador de corsarios, adelantado de la Florida, hombre de confianza de la Monarquía hispánica y líder incontestable hasta en nueve ocasiones de la flota de la Carrera de Indias. Un héroe a los márgenes de los libros que, según ha desvelado durante el acto de entrega Ramón Menéndez de Luarca, entre sus descendientes, demostró «una valentía y una entrega a España» difíciles de comparar.
El acto de entrega ha estado presidido por el vicealmirante Enrique Torres Piñeyro, director del Instituto de Historia y Cultura Naval, y ha contado además con la participación del capitán de navío Juan Escrigas Rodríguez, director del Museo Naval de Madrid, y Fernando Montero de Espinosa, el escultor. Este rosario de expertos ha insistido en la repercusión que tuvo «don Pedro» en la historia de España.
Es por ello que la obra, una donación de los descendientes a la exhibición, gozará de un lugar privilegiado en la llamada Sala de los Descubrimientos. Porque, como bien ha explicado Menéndez a todos los presentes, «está a la altura de personajes más conocidos como Blas de Lezo o el Marqués de Santa Cruz».
No yerra ninguno al señalar la importancia de la huella que dejó este marino a ambos del Atlántico. Nacido el 15 de febrero de 1519, don Pedro se unió a los 14 años a una flota destinada a defender las costas del Cantábrico. Y, menos de una década después, ya se contaba entre los marinos más aguerridos de su era. «Demostró su valor con la captura de corsarios como el francés Jean Alphonse de Saintonge, al que rindió con todos sus barcos», ha explicado a ABC su descendiente. Sus gestas le acercaron a la monarquía hasta el punto de convertirse en la mano derecha en el mar de Carlos V primero, y Felipe II después.
![La escultura, momentos antes de la presentación](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/historia/2024/02/02/escultura-U10747711283xLl-760x427@abc.jpg)
«A la familia, lo que más nos enorgullece fue su estrechísima relación con la monarquía», insiste Menéndez. Aunque no desmerece gestas como haber liderado las flotas de la Carrera de Indias en nueve ocasiones. «Solo se fiaban de él, y eso le pasó factura: apenas tenía tiempo para ver a su familia», añade. Tampoco olvida el descendiente que don Pedro fundó San Agustín, «la ciudad más antigua de Estados Unidos habitada de forma ininterrumpida».
Resumir sus hazañas supone una gesta ardua. Aunque Menéndez no se ha marchado sin hacer referencia a un reto que su antepasado no pudo acometer: «El rey le llamó para que fuera Almirante General de la Grande y Felicísima Armada. Él, como siempre, acudió, pero ya estaba enfermo y falleció en Santander antes de zarpar». Lo que hubiera sucedido si hubiera estado a cargo de la operación es un misterio histórico, pero el descendiente se ha mostrado convencido de que «habría dado la talla».
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