La vida secreta de Lina Morgan: sonrisas, lágrimas y una herencia de dos millones
'Lina' es el título del documental que a partir del 17 de junio se podrá ver en Movistar Plus
La actriz hizo de la discreción una forma de vida para proteger su intimidad y se marchó prácticamente sola
El triste ocaso de las sobrinas de Lina Morgan

Durante varias décadas, Lina Morgan llenó de risas los escenarios y las pantallas de toda España con su particular forma de hacer humor y su extrema ética de trabajo. Pero una vez se bajaba de las tablas, aparecía Angelines López Segovia, su verdadero nombre, y una persona (y existencia) completamente diferente a la que representaba en su papel.
Esto es lo que contará el documental 'Lina', la serie que estrenará Movistar Plus el 17 de junio y que pretende arrojar luz sobre lo que en realidad fue una personalidad muy controvertida y llena de aristas y secretos. Una muestra más de la distancia que suele haber entre el actor y la persona.
Como referente artístico de una época, Lina Morgan (Madrid, 20 de marzo de 1936) acumuló mucho dinero y poder gracias a su impresionante capacidad de esfuerzo y su arrollador carácter. Pero pasó sus últimos días encerrada en su casa: no quería que se la recordara demacrada, cansada y probablemente infeliz.
De familia muy humilde, el castizo barrio de La Latina fue el epicentro de su universo ya desde pequeña. En la calle de Toledo, su padre, de nombre Emilio López, trabajaba como oficial de la Sastrería Roldán mientras su madre, Julia Serrano, criaba a sus cinco hijos: Emilio, Julio, Julia, Lina y José Luis. Todos se llevaban una silla de casa para poder sentarse en el colegio público al que acudían a diario. Además, ayudaban a la economía del hogar recogiendo cartones y vidrio, que luego vendían para llevar algo de dinero.
Un talento precoz
Lina desarrolló muy pronto sus especiales dotes artísticas y a los 11 años convenció a sus padres para que la dejaran inscribirse en la academia de baile clásico de Karen Taft. A los 13 ingresó en una compañía infantil y hasta llegó a realizar una modesta gira teatral. «Yo quiero ser del teatro», anunció un día a sus padres. Y así sería.
Con apenas 16 años Lina debutó en su querida La Latina como bailarina de reparto con un contrato que incluía una merienda de chocolate con bollos que ella devoraba. El primer papel principal llegó en 1956, en 'Mujeres o Diosas' y fue entonces cuando decidió cambiar su nombre por el de Lina Morgan: Lina por Angelines y Morgan por el pirata. Su salto a la fama se produciría en 1964, compartiendo cartel con Juanito Navarro, y el público se entusiasmó con su papel de chica sencilla e inocente que provocaba estallidos de carcajadas cuando movía piernas, brazos y ojos de forma extravagante, según sería su sello. Y a partir de ahí, el cielo. Artísticamente, se entiende.
Porque otra cosa era su vida cuando se bajaba del escenario. Quizá por eso lo primero siempre fue el trabajo. El día que murió su padre, Lina Morgan no canceló su función. «Fue el día más triste de mi vida», confesaría en una entrevista. Era el estreno de 'Vaya par de gemelas' en La Latina, su teatro. «Es mejor que suspendamos», le dijo su hermano José Luis. Pero ella se negó y dejó a todos perplejos cuando afirmó: «La gente no tiene la culpa de que papá se haya muerto».
«Idealizó mucho a su padre y a su hermano José Luis. Comparaba a todos los hombres con ellos, buscaba una pareja que fuera como los dos, y las comparaciones nunca son buenas», explicó su biógrafo Jesús García Orts acerca de su intimidad.
Se dice que era homosexual, bisexual… Poco se sabe acerca de ello porque construyó un muro a su alrededor. También se dice que se enamoró al menos cuatro veces, incluidos dos hombres casados: el empresario taurino José Martínez Uranga, del que siempre guardó una fotografía, y el productor Julián Esteban. Se dice…
Su fiel y admirado hermano José Luis
José Luis, el menor de sus cuatro hermanos, fue el gran sostén de su vida hasta su muerte, por sida, en 1995. Era su coraza y su confidente. Ninguna pérdida le marcó tanto. Por él aceptó protagonizar 'Hostal Royal Manzanares' en TVE, serie que la convirtió en la actriz mejor pagada de España, con 32 millones de pesetas (192.320 euros) por episodio. «Fue el último contrato que había firmado él y por eso seguí adelante», contaba Lina.
Durante la grabación de la serie, se le diagnosticó y trató un cáncer de laringe que ocultó a buena parte del equipo. Gran parte de sus ingresos se quemaron tratando la enfermedad. Algunas fuentes aseguran que su fortuna llegó a ser de 500 millones de euros en 2006, y es aquí donde aparece un nuevo misterio.
La polémica herencia
Pasó sus últimos años prácticamente sola y oculta. Su heredero universal, chófer y mano derecha, Daniel Pontes, reveló que tras fallecer la artista, el 20 de agosto de 2015, quedaba ya bien poco de su millonaria herencia. «Me quedó el piso (de 290 metros cuadrados situado en el barrio del Niño Jesús) y no dejó más de dos millones de euros», explicaría. Argumentaría que buena parte del dinero lo había gastado en sufragar los cuidados por su enfermedad y que cerca de un 70% lo tuvo que pagar a Hacienda debido a que no era heredero directo de la actriz. Vive en un piso en Alcorcón junto a sus hijas. Sin nada se quedaron sus dos sobrinas nietas, Olga y Estefanía.
Hay quien asegura que sus últimas palabras antes de morir fueron «gracias por venir», pero posiblemente solo fue la dramatización de un momento. Se marchó a los 79 años tras perder la batalla contra el cáncer y con apenas unos pocos testigos de su último aliento de vida. Una existencia singular, la cómica que durante décadas fue la risa de España, pero para muchos también el vivo retrato del payaso triste.
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