El triste final de Kasia, la princesa qatarí que apareció muerta en Marbella: una «jaula de oro» y una agria disputa de divorcio
A Kasia Gallanio se le negó la custodia de sus tres hijas y vivía en España mientras luchaba contra problemas de alcoholismo y depresión
Un robo, un tesoro y varias polémicas: La princesa Kasia, una rebelde incómoda en el emirato de Qatar
La exprincesa de Qatar Kasia Gallanio, de 46 años, fue hallada muerta en su casa de Marbella en mayo de este año. Fue la Policía Nacional quien encontró su cuerpo sin vida después de ser alertados por una de las hijas de la fallecida.
Gallanio fue la tercera esposa de Abdelaziz bin Khalifa Al-Thani, de 73 años, tío del emir de Qatar. Se casaron en 2004 y tuvieron tres hijas (Malak, Yasmin y Shekha Reem), pero libraron una dura batalla por la custodia durante 10 años después de acusar a su marido de agredir sexualmente a su hija mayor.
Al-Thani siempre negó las acusaciones y las tres chicas viven con su padre en la lujosa Avenue Montaigne, cerca de los Campos Elíseos en París, después de que a Gallanio se le negara la custodia.
Al-Thani se mudó a París en 1992 después de que lo echaran de la familia real por supuestamente intentar derrocar al emir. Allí conoció a Gallanio cuando ella tenía 19 años. A la joven no le importó la diferencia de edad, se llevaban 28 años, y se casaron después de que ella se convirtió al Islam.
Gallanio dejó a su esposo años después por las acusaciones de que él había abusado sexualmente de su hija cuando ella tenía entre 9 y 15 años. Esa batalla judicial expuso muchos secretos de la familia real de Qatar, con acusaciones que abarcaban desde la infidelidad hasta la corrupción.
Gallanio huyó con sus hijas del apartamento palaciego parisino de su exmarido, pero Al-Thani había recuperado la custodia de las chicas y se habían mudado con él a París. Si intentaban visitar a su madre, el príncipe supuestamente las hacía dormir en las habitaciones de los sirvientes hasta que se arrepintieran, según informaron medios franceses.
Nacida en Los Ángeles y de origen polaco, Gallanio se alojaba antes de su muerte en una de las casas de su expareja en Marbella lidiando con la depresión y los problemas con el alcohol. La exprincesa, habitual de la Costa del Sol, estuvo varias veces en rehabilitación por su adicción a las drogas.
«Mi clienta se vio devastada. Creo que, sobre todo, murió de pena», aseguró la abogada de Kasia, Sabrina Boesch, en el momento de conocer su muerte.
Su vida en una «jaula de oro»
Gallanio había confesado que en Qatar vivió «en una jaula de oro». «El dinero es una maldición porque te aísla de mucha gente. Es un mundo diferente –había admitido Galliano en su última entrevista-. Crecí en un hogar normal, así que era un mundo completamente diferente el de Qatar. Entrar a la familia real como estadounidense fue algo completamente nuevo».
La exprincesa reveló que incluso tuvo que vender sus propias joyas como resultado de su largo y amargo divorcio, a pesar de vivir en un apartamento de lujo en Marbella. «A Abdelaziz le gusta controlarme a través de los niñas, lo que creo que no es muy educado y solo las lastima», había acusado Kasia a su expareja.
El diario francés 'Le Parisien' informó que un tribunal de París había desestimado las demandas de custodia de Kasia. La mujer había pasado varios meses en el hospital, y la publicación francesa dijo que era propensa a sufrir ataques de nervios. Como resultado, el juez pospuso el caso hasta que se pudiera realizar una evaluación psicológica para comprender mejor las circunstancias de la familia.
Descubrimiento del cadáver
Cuando llegaron los agentes, la encontraron en la cama sin signos de violencia. La principal hipótesis de su muerte es una sobredosis de pastillas. El cadáver de la exprincesa, que llevaba entre seis y diez días descomponiéndose en su dormitorio, presentaba moretones en los hombros. Además, la policía encontró restos de sangre en las escaleras de la casa, una lámpara rota y vidrios por todo el suelo.
Posiblemente, Kasia se cortó los pies con los cristales y dejó huellas de sangre por el camino hasta su dormitorio, donde se encontró su cuerpo. Junto a su cama había tres botellas de vodka vacías, fármacos para inhibir los efectos del alcohol y antidepresivos, un cóctel que podría haber sido letal.
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