Lydia Lozano: «Me encanta que Charly no sea mi fan y me diga todo lo malo, me hace tener los pies en la tierra»
La periodista, una de las protagonistas de 'Sálvese quien pueda', nos habla de su infancia, de su carácter y de su amor inquebrantable por su marido, Charly
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![Lydia Lozano](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gente/2023/11/17/lydia-lozano-RTg0QQ3qUHszIN5jrpQv4UK-1200x840@abc.jpg)
Tras 14 años encerrados en un plató, los colaboradores de 'Sálvame' y el 'Deluxe' hicieron las maletas y se marcharon a Miami y México para vivir nuevas aventuras en busca de trabajo. Para Lydia Lozano, 'Sálvese quien pueda', que se ha estrenado en Netlix, ha sido «un auténtico regalo que me ha permitido conocer mejor a mis compañeros, con los que nunca había convivido, y mira que he pasado con ellos más tiempo que con mi propia familia. Nos quitaron los programas de cuajo y el público nos vio morir en directo, fue muy fuerte. Con este 'reality' nos hemos quitado una espinita».
Y en ese viaje, la periodista ha vivido momentos de llantos, risas e, incluso, una experiencia mística: «Estoy encantada de haber regresado limpia de pecados». Ahora, Lydia ocupa las tardes escribiendo un libro en el que va a repasar su vida profesional de manera muy personal: «Es un viaje maravilloso por un pasado lleno de anécdotas inéditas. Voy a contar cómo eran las guardias, cómo lograba las exclusivas, voy a hablar de la relación entre la prensa y los famosos». Y, cómo no, del universo 'Sálvame': «A través de lo que cuento sobre lo que pasaba detrás de las cámaras, el lector va a entender muchas cosas».
Lydia tiene la sensibilidad a flor de piel. Y para desahogarse, lo mismo llora que baila un 'chuminero': «Depende del momento. Lloro mucho, lloro por todo. Lloro porque lo paso mal o porque me emociono. Y si dejo de llorar para ponerme a bailar es porque o estoy desquiciada o porque quiero parar de golpe». No se considera una mujer de rutinas: «No hay nada mejor que te llame una amiga para salir de fiesta y te cambie todos los planes». Por eso se entiende que sea una perfeccionista especial: «Soy ordenada para organizar y cuidar mi imagen, que me curro mucho los estilismos, pero vivo en un desorden en el que solo yo sé donde están las cosas».
A Lydia le da paz su casa: «Es mi templo, el lugar donde recibo a la gente que quiero, por eso nunca he dejado que vengan a hacer fotos ni me hago 'selfies', no quiero que el misterio salga por esa puerta». Y hay dos cosas que la sacan de quicio: «La mentira y que las cervezas no estén frías. ¡Es que eso no lo soporto!», estalla muerta de risa.
![Lydia Lozano con su marido Charly](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gente/2023/11/17/lydia-charly-U61854003704XpW-624x350@abc.jpg)
«Hoy me pillas romántica», confiesa Lydia mientras habla de Charly, su marido, el hombre de su vida: «Conmigo siempre ha sido claro, honesto, por eso también es mi mejor amigo. Siempre me ha dicho todo lo malo y eso me ha dado mucha fuerza. Me encanta que no sea mi fan, me hace tener los pies en la tierra: si cree que he hecho el ridículo, no se corta». La fortaleza de su matrimonio se basa «en la confianza y el respeto, sabiendo que cada uno puede hacer cosas por separado con total libertad sin estar agobiando con mensajes para saber qué haces o dónde estás. El amor es dejar espacio a tu pareja».
Pero hay otro elemento clave: «La admiración que sentimos el uno por el otro. Yo admiro sus diseños como arquitecto, su cultura. Y él me lo tiene por mi trabajo, aunque lo suyo no dorarme la píldora». Lydia, que se reconoce «muy detallista», entiende que «después de tantos años, hay que sorprender. Hacerle un regalo a Charly por su cumpleaños no tiene gracia; lo bonito es lo inesperado, la sorpresa, además de pequeños detalles, como un sonrisa cómplice cuando menos se lo espera».
La foto: la niña alegre, pero delicada
La pequeña Lydia tenía una salud delicada y apenas comía. Todos los veranos, su madre se la llevaba con su hermano y su hermana a Santander, donde la temperatura no le quitaba el apetito. Aquí la tienen, con cinco años, en un posado en la playa del Sardinero: «Mi padre trabó amistad con un fotógrafo local que me hizo una sesión en la orilla del mar y así estoy, con la pierna cruzada y la cara de cabreo pero disfrutando. Se veía venir que estaba condenada a hacerme muchas fotos, era una premonición». Aunque era la benjamina, «no fui para nada una niña mimada. Mis hermanos, a los que adoraba, me hacían muchas maldades».
![Lydia Lozano de pequeña](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gente/2023/11/17/lydia-lozano-pequena-U82881414630VGU-624x750@abc.jpg)
Su madre la cuidaba, encargando los yogures en la farmacia del casino para que comiera bien. «Era una niña traviesa, divertida, a la que castigaban por hablar mucho en clase. O me ponían cara a la pared o con los brazos en cruz aguantando un libro». Y eso que no descubrieron nunca que hacían trampas en matemáticas: «Mi padre me trajo de Canarias una calculadora y yo me las escondía debajo de la falda. Siempre sacaba 10, aunque ahora no sé hacer una raíz cuadrada». Hay algo que siempre tuvo claro: «Yo quería ser periodista porque me gusta preguntar, soy muy curiosa». Si pudiera mandar un mensaje a aquella niña que posa en la playa, Lydia solo le diría una cosa: «Sigue así, con esas carcajadas y con muchos amigos alrededor. Serás muy feliz si lo haces».
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