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Conchita: «He aprendido a decir que no, a respetarme más y a enfrentarme a los conflictos»

La cantante, autora del tema para el Día Mundial del Cáncer de Mama, nos habla de su infancia, de la maternidad, de la felicidad y el desamor

Conchita: «En mi nuevo disco hay mucho de aprendizaje»

La cantante Conchita REDes

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Conchita quería enfrentarse al cáncer, decirle a la cara 'Y a ti nadie te quiere' cantando. Lo ha hecho con una canción que interpreta con Álvaro Soler y sonará como un himno en el concierto 'Cadena 100 Por Ellas' el próximo 21 de octubre junto a otros artistas como Sergio Dalma o Edurne: «Por favor, recalca que todo el dinero va para la Asociación Española contra el Cáncer. Yo no cobro nada», insiste la cantante entregada a la causa: «Es que tengo mucha gente conocida que ha pasado o está pasando por ello. He vivido el proceso de cerca y es muy duro. Yo no quería hablar de lucha porque no quería trasladar la responsabilidad a las enfermas, no es suya. La verdad es que removió mucho. Me sorprende lo bien que se expresan las mujeres que pasan por un trauma así, me han inspirado mucho». La canción habla de 'alumbrar lo que de verdad importa' y uno se pregunta qué es eso para Conchita: «En las risas con los amigos, en los recuerdos de la infancia… Estamos corriendo hacia una meta cuando la felicidad está en otra parte. Cuando yo empezaba, en mis conciertos en el Búho Real, flipaba si tenía 30 personas. Mira ahora. Lo divertido ha sido el camino».

Su viaje vital se ve también en sus canciones. En sus primeros discos «pasaba por un desamor brutal que me marcó». En los últimos encontramos temas alegres de exaltación al amor. Y a la maternidad: «Pocas canciones hablan de eso, pero con los golpes de la vida colocas las prioridades, te quitas ansiedad y frustración. He aprendido a decir no, a respetarme más, a enfrentarme a los conflictos cuando antes los rehuía… Es verdad que con la maternidad pasas por todas las emociones, desde la euforia a la tristeza. Pero si hago balance, es lo mejor que he hecho en mi vida. Cuesta, debes realizar un esfuerzo, crear un vínculo, estar de verdad para tu hijo, no contagiarle tus miedos. Es un trabajo que te obliga a ser mejor persona debes detectar tus taras y guardártelas. Piensas, 'esto es mío y no voy a pasarle mis mierdas a esta personita que es como un folio en blanco.' Menos mal que no estás sola en ese proceso». Conchita tiene a Pablo Cebrián, con quien lleva más de diez años, que además es productor de sus discos y la acompaña como músico en sus giras: «Me da mucha seguridad verle en el escenario. Además, tiene un talentazo brutal. Hacemos un equipazo».

Se considera una mujer nocturna: «Cojo la guitarra y me pongo a componer libremente, pero ahora con mi hijo he cambiado mis horarios. Soy muy caótica, pero precisamente por Leo, que debe tener una rutina, hago un esfuerzo. Yo vivo en mi mundo de fantasía». Conchita se confiesa detallista: «Es que me encantan las sorpresas. Llegar con un regalo o con un amigo que nadie espera, no sé, esa sensación de alegrarle el día a alguien me gusta». Tal vez porque es una mujer «muy cariñosa. Creo que con la pareja hay que ser romántica, tener gestos bonitos, hacerle ver que estás ahí, que piensas en él». Le da paz sentir la tranquilidad de hacer las cosas bien y le sacan de quicio las mentiras: «Detecto las mentiras al segundo. Hay gente que vive en la mentira y eso me molesta mucho».

En este momento dulce que vive, Conchita pone voz y música a la cabecera del programa 'Y ahora Sonsoles' con 'Va a pasar': «Es un gustazo y un subidón. Ella me dijo que lloró la primera vez que la escuchó. Yo estoy feliz, me siento como en una canción de Fangoria, no quiero más dramas en mi vida».

La foto: la niña con un millón de amigos

Ahí la tiene, con cara de niña buena leyendo un tebeo de niños malos, Zipi y Zape: «Me encantaban. Pero yo no era traviesa, era muy de experimentar y de quedarme horas en mi cuarto soñando despierta, creando canciones con un cassette con micro o jugando con mi hermana mayor».

La cantante Conchita de pequeña REDES

Nació en Finlandia, creció entre Alemania y Francia: «En el colegio lo pasaba mal el primer año. No molaba nada ser siempre la nueva. Pero hacía amigos sin problemas. Tenía muchos. Lo malo era al irme. Yo, que me encariño fácilmente, basta con una conversación… Siempre me ha dado envidia la gente que habla de su barrio, de sus raíces. En mi caso, lo positivo era que me abrió la mente, aprendí idiomas, nuevas culturas. Y tuve la suerte de que, en verano, siempre iba a Fuengirola a pasar las vacaciones. Allí tenía mi pandilla. Era lo más, iba a la playa, a la piscina, me quedaba hasta las tantas. Se suponía que debía volver a casa a las doce, pero mi madre me veía desde el balcón y me dejaba seguir jugando en el patio de la urbanización. Recuerdo la sensación de libertad. Yo era una niña melancólica. Lo bueno lo disfrutaba, pero era muy intensa para lo malo».

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