Anabel Alonso: «Un hijo puede resaltar las diferencias en una pareja, no todo es color de rosa»
La actriz, que se enfrenta al final de la serie 'Amar es para siempre', recuerda su infancia y nos habla de sus sentimientos, de la maternidad y de su carácter
Una profesora comparte las horas a las que los hijos deben irse a dormir y forma un revuelo entre los padres
Anabel Alonso: «Como persona LGTBI, me pareció maravilloso que mi personaje en '7 vidas' fuera lesbiana»
![Anabel Alonso](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gente/2024/03/04/anabel-alonso-RJxlptxjrre9Uw6aDmSVJQK-1200x840@diario_abc.jpg)
Han sido «nueve años intensos, con grabaciones de muchas horas, casi un modo de vida, compartiendo más tiempo con el equipo que con mi familia», pero Anabel Alonso se despide de su Benigna en 'Amar es para siempre' en un especial en 'prime time' este miércoles: «Voy a echar de menos las experiencias de esta mujer, porque le pasaba de todo». Ahora, solo piensa en estar con su hijo, Igor: «Voy a aprovechar para hacer horas extra con él». La actriz sigue con el teatro, de gira con 'La Celestina' hasta su estreno en Madrid, en el Teatro Reina Victoria el 16 de abril: «En esta versión no es la bruja del cuento que nos han pintado, sino una pionera». Hay mucho de Anabel en este personaje icónico: «Como yo, es una mujer vitalista que no se arredra ante nadie. Disfruta de la vida y no depende de ningún hombre. Tiene un gran sentido del humor. En eso nos parecemos. Tiene muchos oficios. Yo también he hecho de todo, incluso de casamentera en programas como 'El flechazo'».
En noviembre cumple 60 años, una cifra que la tiene 'descolocada': «No sé si es una crisis, pero cambiar de década me impresiona. Claro que la otra opción es peor. Asocio los 60 a la Tarjeta Dorada de los descuentos de tren. Entro en una dimensión desconocida». Pero le reconforta la maternidad, que vive como una nueva etapa vital: «Me ha cambiado mucho y para bien. He aprendido a relativizar mucho y a centrarme en lo importante». Y tiene el amor de su esposa, Heidi, con quien comparte su vida: «Un hijo puede resaltar las diferencias en una pareja, no todo es color de rosa porque hay que estar de acuerdo en muchos detalles y estar al pie del cañón. Hay cosas que te unen y otras te pueden separar, pero si al final lo superas, el vínculo se refuerza. El amor es pico y pala, va cambiando y exige que te adaptes. Hay gente que lo idealiza, que se enamora del amor y, cuando se pasa la pasión, cambia de pareja. A mí eso de empezar una y otra vez me da mucha pereza».
Anabel confiesa que no es nada detallista: «El Señor no me llamado por el sendero del detalle. Me olvido de fechas, no regalo flores, pero me lo perdonan. Tampoco lo echo en cara cuando no tienen detalles conmigo». Y se considera «más realista que soñadora. Me gusta trabajar por sueño que pueda cumplirse, no soy una fantasiosa». En el fondo es un alma nocturna obligada a madrugar: «Si fuera por mí, preferiría no dormir nunca. Pero mi vida se rige por el horario de mi trabajo». Y como espíritu creativo, va por libre: «No soy nada de rutinas, soy incapaz, improviso todo el rato. Escribo cosas en la agenda, hago listas, pero es un gesto de buena voluntad, no las hago nunca. En el fondo es una forma de prepararme para cualquier imprevisto».
Si le preguntamos qué le da paz, Anabel Alonso se queda en blanco: «Uy, me cuesta pensar en algo, se ve que no soy muy relajada. Diría que el deber cumplido o irme a la playa». Sin embargo, no le cuesta decir qué le saca de quicio: «La mentira, el engaño, la gente que no es consecuente». Es muy activa en redes sociales: «El panorama exige que una deba comprometerse». Y una auténtica guerrera: «No entiendo la necesidad de los 'haters' de contestarme cuando no les he pedido su opinión, pero X se ha convertido en una corrala donde la gente echa la basura con insultos».
Aunque ha pasado por uno de los momentos más duros de su vida, la pérdida de su madre, Anabel mantiene intacta esa energía vital que transmite y contagia. Hay una razón para eso: «No existe la felicidad absoluta, siempre hay sombras, pero soy muy feliz». Y eso se nota.
La foto: la niña que no sabía perder
A la pequeña Anabel le asustaba el flash de la cámara porque se le quedaban los ojos haciendo chiribitas unos segundos. Tampoco le gusta verse en las fotos. Pero este posado en el Parque de Santurce es de los pocos en los que se ve bien: «Es que parezco una mini yo, con la misma cara». Tenía cuatro añitos y el fotógrafo, Carreras, era un amigo de su padre. La pequeña era una niña «alegre, que saludaba a todo el mundo, con muchas amigas, que armaba bulla y proponía todos los juegos. Pero era mandona y tenía muy mal perder. Si veía que no ganaba, me ponía de mal humor, dejaba de jugar… Quería ganar a toda costa».
![Anabel Alonso de pequeña](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/gente/2024/03/04/anabel-alonso-peque-U80536852601ohQ-360x627@diario_abc.jpg)
Con sus padres la relación era formal, muy de aquella época: «Ellos trataban de usted a los suyos, pero yo no tanto. Me llevaba bien, pero no había complicidad. Ellos al principio no querían que yo fuera actriz, pero cuando a mi padre le dije que si a los cuarenta yo era una desgraciada no quería echarle la culpa, me entendió». Si pudiera hablar con su yo de aquellos años, Anabel le daría un consejo: «No tengas prisa en crecer porque lo vas a hacer bien, tu sueño se va a cumplir, así que disfruta de estos años y juega tranquilamente».
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