Hazte premium Hazte premium

Diálogos de familia

La Ordenatriz, madre de 7: «En casa hay situaciones imposibles, como cuando veo un envoltorio vacío en la nevera y nadie lo ha dejado ahí»

Bego, La Ordenatiz, acaba de publicar su libro 'Limpieza, orden y felicidad' con muchos trucos prácticos para solucionar grandes desastres en el hogar

10 consejos para lavar la ropa y que quede perfecta

El orden viene muchas veces condicionado «por el apego a las cosas y el consumismo», apunta Bego abc
Laura Peraita

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Begoña Pérez, más conocida como 'Bego, la Ordenatriz', es madre de siete hijos y acaba de presentar su primer libro 'Limpieza, orden y felicidad' en el que ofrece multitud de pequeños trucos para solucionar grandes desastres en el hogar.

Bego, septiembre no solo es el mes de la vuelta al cole, es el momento por excelencia para comenzar el curso con todo en orden y limpio en casa. ¿Cómo conseguirlo?

Es verdad, septiembre ya se concibe como el nuevo enero con muchos proyectos que conseguir. La respuesta a tu pregunta no es sencilla porque es muy diferente para los que llegan de vacaciones en julio y agosto, la mayoría, con todo por hacer y otra es haber dejado ya con anterioridad la casa ordenada. Los que no lo han hecho en estos días se les junta el tener que colocar maletas con la compra de uniformes y libros.

Lo principal, aunque parezca una obviedad, es utilizar cada cosa para lo que es; es decir, hay que saber que las sillas del comedor no son perchas para dejar el abrigo, el bolso, etc. Y el bolso tampoco está para llenarlo de todo y acumular hasta el chupachús del niño... Al orden siempre hay que darle una vuelta; es como la vida, nos hace necesitar en cada momento cosas diferentes, pero a la vez que las usamos hay que dejarlas en su sitio.

 

Tienes 7 hijos, ¿de verdad te ayudan en la limpieza y el orden, o en casa de herrero cuchillo de palo?

Es muy difícil que todos ayuden por igual porque tienen edades muy dispares, desde los ocho a los ventitantos. Reconozco que soy un poco desastre, pero tengo bastante humor, aunque a veces me desaparece cuando se pelean o descubro que dejan un envoltorio de plástico vacío en la nevera y nadie lo ha dejado ahí... En casa somos nueve y a veces se crean situaciones imposibles porque nadie ha sido. Hay que echarle humor y mucha paciencia. Hay que insistir pero sin ser muy pesados para que vayan aprendiendo, asimilando sus responsabilidades y también sus consecuencias si dejan su taza de desayuno en el salón y no en la cocina. Con familias tan grandes, además, el desorden se ve rápidamente.

¿Tienen los padres la culpa de que los hijos sean desordenados porque muchas veces prefieren ordenar ellos porque así ven la casa limpia antes o cuando, por ejemplo, deciden que es mejor llevar ellos la taza del desayuno del salón al friegaplatos para evitar discusiones con los niños?

A veces perdemos el foco. Queremos que nuestros hijos sean autónomos porque con esa autonomía se quieren más y saben que sirven para algo porque todos estamos en este mundo para algo, y lo saben desde pequeñitos. Algo propio de la infancia es la inmadurez, que es mirarse a sí mismo y ellos necesitan solo lo que ellos quieren. Los adultos nos adelantamos a eso y les quitamos la responsabilidad y las consecuencias. Si, por ejemplo, se ha olvidado la mochila en el colegio, aunque yo como madre tenga tiempo —que seguramente ni tengo— lo siento mucho, pero no voy a volver al cole a por ella. Con esta consecuencia ya se acordará la próxima vez muy bien de no olvidársela. Hay que focalizarse en esto. Los niños son pequeños, pero no son tontos ni inválidos y, por ello, hay que inculcarles que pueden llevar la ropa sucia a la lavadora y ayudar en muchas labores del hogar que no les suponga un riesgo. Ellos cuentan en esta familia como uno mas que ensucia y utiliza las cosas como todos.

¿A partir de qué edades pueden empezar a hacer labores un poco más complicadas, tipo limpiar el baño, vaciar el fiegaplatos, fregar?

Con el friegaplatos pueden empezar a los 3 años a vaciarlo y, además, desde muy pequeños son los primeros que saben dónde van los vasos y así, de paso, cuando quieran agua pueden ir a beber sin necesidad de pedir «mamá quiero agua».

¿Y qué pasa con los adolescentes?¿Debemos asumir que tengan su habitación como una leonera, como si hubieran entrado a robar con todo tirado por el suelo y descolocado? ¿Es misión imposible que sean ordenados?

Es verdad, pero hay que tener mucha paciencia. Lo primero que hay que hacer es ver el problema, pero también la solución. No hace falta que lo tenga todo perfecto, cada uno tiene su proceso y si pensamos en nuestra adolescencia recordaremos que uno se siente inseguro, que no se es mayor como para quererse tanto y asumirse, y que las hormonas están muy revueltas. En el fondo si estamos revueltos por dentro difícilmente vamos a estas ordenados por fuera. Hay que ir con mano suave y con disciplina. Esto no significa gritar ni perder los nervios —algo que también me quiero aplicar a mí misma, bromea—, pero sí decirle «mira, esto no puede ser, ¿realmente a ti te gusta cómo está tu habitación?». Hay que ponerles a ellos sus consecuencias porque son los que están dejando mal su habitación. Debemos hacerles ver las consecuencias. Yo les explico que en casa somos 9 personas; es decir, dos calcetines por nueve los siete días de la semana, ¿cuántos calcetines tengo que emparejar a la semana? El caso es que yo me ocupo de mis calcetines y ellos tienen que ocuparse de los suyos. También es bueno que los padres ordenen la habitación con el autor, aunque sea un niño de tres años, porque es curioso pero los pequeños ordenan mejor debido a que han ido viendo en los demás cómo lo hacían con cosntancia. Los pijamas, por ejemplo, cada uno se lo pone desde los 3 años, y si se lo pone al revés, pues no importa. Y, otra cosa, si tratan de limpiar y no lo hacen bien no hay que reprenderles. Cada uno tiene su caracter y todos aprenderán a hacerlo bien.

¿Hasta qué punto la falta de orden en la casa crea desorden en las relaciones familiares?

Afecta muchísimo. Imagina si vamos a salir de casa uno no encuentra las llaves de casa, yo no sé dónde dejé mis gafas, el otro una cartera, el de más allá su zxapato... al final no salimos. Cuando ya hemos tenido varios sucesos de este tipo, son ellos mismos los que dicen voy a poner los zapatos siempre en el mismo lugar, no donde se me ocurra. Yo he llegado a encontrarme zapatos en la papelera porque a uno de mis hijos le había parecido bien. Hay que observar cómo evoluciona esto en ellos.

¿Hay quien se obsesiona con la limpieza? ¿Los extremos en este asunto tampoco son bueno, no?

No. Hay que asumir que la casa es infinita porque siempre voy a necesitar algo. Si me tomo un café, me ducho... voy ensuciando allí por donde paso pero porque el orden está a mi servicio, no yo al servicio del orden. Si voy a caer en histerismos es porque algo no estoy gestionando bien. Tenemos que saber que el orden está a nuestro servicio y si tenemos unas rutinas lo conseguiremos. De todas formas, no necesitamos lo mismo a los 20 años, que a los 30 o 40, ni las mismas cosas ni los mismos muebles. El orden es como la vida, va evolucionando.

En tu libro das muchísimos trucos para tener una casa estupenda en todos sus espacios, para tener impecables las cortinas del baño, quitar manchas de chicle de la ropa, para lograr un buen planchado... ¿Cuáles son los productos que nunca deben faltar en el hogar?

Esta pregunta es complicada, pero además de los productos comerciales que todo el mundo compra hay otras soluciones. Lo principal es que no me hace falta tener todos los productos del mercado, en primer lugar porque no los voy a tener ordenados. El orden viene muchas veces concidionado por el apego a las cosas y por el consumismo que tenemos. Vamos a focalizarnos mejor en usar menos y, por ello, propongo varios productos con distintas funciones para problemas distintos. Por ello son muy necesarios la laca de pelo, el bicarbonato —que es blanqueante, como una lejía en polvo pero que no daña el color—, vinagre para, por ejemplo, cualquier escape de pis en el colchón; el agua oxigenada que quita olores y manchas; también hay que tener utensilios como buenas balletas de microfibra que, con esa capacidad electroestática, solo con agua son fenomenales.

Bego, ¿cómo te dio por la limpieza y por escribir este libro?

Cuando abrí mi cuenta en intagram fue para darme a conocer como organizadora profesional en marzo de 2019 y justo empezó el confinamiento en casa por el Covid. Me di cuenta de que hay cosas en casa que no me gustan: un armario que no funciona, un herraje oxidado... y como tenía más tiempo me puse a organizar. Al ordenar descubrí que había cosas que estaban sucias porque el orden y la limpieza van a la par y empecé a usar trucos y a publicarlos en redes sociales. Por el boca a boca empezaron a gustar hasta que me llamaron de la Editorial Planeta para escribir un libro sobre el tema. Esa noche no dormí, pensé que era muy fuerte que creyeran en mí. Y aquí estoy.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación