«Tenemos que quitar el estigma de que el niño es débil... ¡Hay que normalizar la sensibilidad!»

Miriam Tirado, consultora de crianza consciente, publica nuevo cuento, 'Sensibles'

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Miriam Tirado considera que ser sensible no debe ser visto como algo negativo

Se acabó el decir «este niño llora por todo» o expresiones tipo «¿otra vez estás llorando?». Dar valor a la sensibilidad es algo pendiente en esta sociedad. Para entender, acompañar y convivir mejor con esta característica, Miriam Tirado, consultora de crianza consciente, publica nuevo cuento, 'Sensibles' (B de Blok).

A través de Martina, la protagonista del libro, Miriam refleja los rasgos de las Personas Altamente Sensibles (PAS), una realidad que comparte un gran porcentaje de niños y dos de cada diez adultos, muchas veces, sin ser conscientes de ello.

Las PAS tienen una marcada sensibilidad sensorial y emocional por lo que procesan una gran carga de información sensorial que muchas veces les hace sentir que no encajan en la sociedad. Sentirse molesto ante luces, olores o ruidos fuertes; preocuparse en exceso por el sufrimiento ajeno; necesidad de ayudar a los demás, la sobreestimulación sensorial o emocional, o tendencia al perfeccionismo, son solo algunos de los rasgos que suelen caracterizar a las PAS y que la autora nos acerca en su cuento.

Miriam, ¿por qué este libro?

Yo soy una persona de alta sensibilidad y mis hijas también. Me pareció que sería interesante abordar este tema porque los niños por naturaleza son sensibles, unos más y otros menos. Y la sensibilidad nunca se ha abordado de manera positiva porque se asocia a debilidad. Llevo muchos años atendiendo a madres y padres de niños sensibles. Estos menores sufren porque no se les entiende, porque son diferentes... y a los padres les parece que son exagerados, que tienen algún problema porque viven la vida con intensidad.

Me apeteció abordar el tema desde un punto de vista positivo pero también dando herramientas para afrontar la sensibilidad en este mundo frenético en el que vivimos, en el que hay poca empatía y mucha hostilidad. Me gustaba la idea de poder dar una herramienta al niño para que aprenda a hacer la incomodidad más pequeña, a hacerla mejor porque ser sensible no es algo negativo, como piensan muchos padres: bien atendido y bien acompañado es muy positivo.

Al final se trata de validar las emociones ¿no?

Sí, es que estamos en pañales aún en el tema emocional. Nos queda mucho. Ahora se empieza a hablar de esto pero llevamos siglos de atrasos, de pensar solo en el hacer y no en el ser y sentir. Es decir, hay que dar valor a los que sentimos y que nos ayude a llevar una vida más plena. Sensibilidad de todos los sentidos, no solo emocional. Los niños tienen los sentidos muy agudizados, viven las cosas muy intensamente a nivel sensorial. En una clase con 25 niños pasa de todo y los sensibles lo pasan muy mal, como le sucede a Martina, la protagonista del cuento, porque hay quienes lloran, hay niños que hacen ruido... No es fácil. Nos queda mucho por aprender como sociedad sobre cómo acompañar a la infancia a nivel emocional.

«La sensibilidad nunca se ha abordado de manera positiva porque se asocia a debilidad»

Miriam, ¿todos somos sensibles?

Desde el momento en que tenemos la capacidad se sentir, es imposible no sentir nada. Todos somos sensibles, pero hay grados. Hay quienes son sensibles y hay personas que son de alta sensibilidad. Pero todos tenemos esa capacidad de sentir, por eso el bosque le cuenta a Martina que aunque ella crea que la gente no es sensible y que ella no quiere ser así, le dice 'todo el mundo es sensible'.

Al final, todos los pequeños lloran pero... ¿cómo es un niño sensible?

Las personas sensibles y de alta sensibilidad (NAS) lo sienten todo muy intensamente porque sus receptores del sistema nervioso captan más información que el resto de personas y lo sienten todo amplificado, a nivel sensorial y emocional. Tanto niños como adultos sensibles tienen una elevada empatía y tienen un elevado procesamiento de la información, por eso muchos son capaces de relacionar algo que acaba de suceder con eso que vieron hace meses. Eso les hace también que se anticipen y se preocupen mucho por cosas que quizás nunca vayan a pasar. El famoso 'y si...' conlleva muchos miedos. Por eso, muchos niños son miedosos y muestran mucha preocupación.

¿Cómo saber si un menor es sensible para poder acompañarlo adecuadamente?

Quiero dejar claro que ser sensible es solo un rasgo, una característica que, si entendemos, nos permitirá acompañar a nuestros hijos de una mejor manera.

La persona que empezó a investigar este asunto fue Elaine Aron, autora de 'El don de la sensibilidad (las personas altamente sensibles)' que hizo unos test a muchos estudiantes durante su investigación y los fue perfeccionando. Ahora son los test con los que normalmente se diagnostica.

Pero, insisto, no se trata de etiquetar, si no de que cualquier padre o madre lo sepa. Para lograrlo, hay que leer sobre ello ya que así las familias podrán ayudar a sus hijos porque sabrán mejor qué necesitan y cómo acompañarles.

Hay que quitar el estigma de que el niño tiene un defecto, de que las cosas le afectan demasiado, de que es un niño débil... ¡Hay que normalizar la sensibilidad! Es lo que quita el estigma y les ayudará a reconocerse.

«Las personas sensibles y de alta sensibilidad (NAS) lo sienten todo muy intensamente porque sus receptores del sistema nervioso captan más información que el resto»

Los niños sensibles se sienten incomprendidos ¿no? O sufren estrés, como le sucede a Martina

Sufren mucho, especialmente si no tienen ese acompañamiento que les ayude, que les valide, que sepan que está bien. Pero aunque los padres validen sus emociones, viven con mucho estrés. Los ruidos los llevan fatal, empatizan muchísimo, sufren... Empatizan con ese malestar que siente el otro. A nivel emocional no diferencian lo que 'yo siento' de lo que el otro siente y se llevan las cosas a su terreno. No lo exteriorizan pero al llegar a casa, estando en confianza, muchas veces estallan y lloran porque necesitan canalizar todo ese malestar.

La mayoría de personas de alta sensibilidad descubren lo que les pasa gracias a sus hijos, en quienes se ven reflejados. Ellos no se sintieron acompañados y ahora quieren acompañar a sus pequeños.

Miriam, al final, se trata de sacar partido a cómo es cada uno ¿no?

Si la sensibilidad de cada uno fuera bien tratada a nivel personal, como algo bonito y positivo, la abrazáramos, este mundo sería un lugar mejor sin duda. Este mundo está falto de mucha sensibilidad. Hay que dar a esta característica rienda suelta, sin juzgarla, sin reprimirla... Nos trataríamos mejor y este mundo sería un lugar más amable en el que vivir.

La dureza ya se ha visto a donde nos lleva. Por tanto, hay que ir cambiando el paradigma para construir relaciones más sanas en casa, desde la familia, y con uno mismo. La sensibilidad es algo que tenemos que amar y esparcir.

No hay que olvidar que estos niños serán adultos. Y muchas personas de alta sensibilidad se dedican en profesiones que ayudan a los demás: maestros, educadores, en ONG, médicos, terapeutas, psicólogos... porque justamente hay esa conexión con el sufrimiento del otro, de acompañar. Y eso es algo bueno a dar valor. No se trata de fingir sino de llevar mi día a día con sensibilidad y que ésta lo impregne todo.

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