«Las pesadillas y terrores nocturnos tienen que ver con una mala higiene de sueño»

Hablamos con Laura Pazos, psicóloga especializada en sueño infantil y autora del libro 'Dormir sin miedo'

Cómo enseñar a dormir a un niño en 15 días con un plan de sueño establecido por expertos

Laura Pazos, psicóloga especializada en sueño infantil

¿Tu hijo duerme mal? ¿Tu bebé dormía hace unos meses la noche casi del tirón y ahora no? ¿Tu hija no sabe dormirse sola? ¿Y tu pequeño tiene pesadillas? Si has contestado «sí» a todas estas preguntas, no te preocupes. ¡Es lo normal! ... En general, los niños no duermen del tirón. Es el mal que comparten muchas familias. «El sueño es evolutivo. Depende del cerebro: a medida que van madurando y evolucionando las diferentes fases del sueño. Y esto se produce entre los 3 y 6 años », explica Laura Pazos, psicóloga especializada en sueño infantil, directora de Sleepykids y autora de «Dormir sin miedo» (Timun Mas Infantil).

- ¿Por qué el miedo es tan común en los niños?

Los miedos son naturales y forman parte de un proceso evolutivo sano y normal que se corresponde con el momento en el que los menores desarrollan su imaginación con cosas que no son reales. Es natural. Lo que hay que hacer es tratarlo porque tiene un trasfondo más psicológico a nivel emocional. Al miedo hay que cuidarlo porque nos ayuda a mantenernos vivos. Hay que enseñar a los niños a no vencerlo como tal si no a darle su espacio y encontrarnos cómodos con él, como le sucede a Nina, la protagonista del libro.

- Pero seguro que muchas familias se preocupan porque ven que su pequeño, de repente, ha empezado a tener pesadillas.

Solo debemos preocuparnos cuando son muy recurrentes, se producen casi todas las noches, cuando hay algo específico... Porque en este último caso, toca escarbar, ya que el niño puede tener pesadillas porque está pasando por un momento de estrés o ansiedad. Si es puntual, lo que hay que hacer es acompañar estos miedos, validándolos.

- Hay padres y madres que reaccionan con frases tipo «No digas tonterías y duérmete ya, que es muy tarde» o «¡Pareces un bebé!» cuando el niño pide ayuda porque tiene miedo. Así, no se valida la emoción ¿verdad?

Ese tipo de frases hay que evitarlas. Nos puede parecer una tontería pero nuestro hijo lo está pasando mal y, al responderle cosas así, solo conseguiremos anular su parte emocional y que no nos cuente nada. No hay que olvidar que todas las emociones son válidas y actuando de esa manera solo lograremos que nuestro hijo piense «no voy a hablar de esto porque me hace sentir pequeñito».

Hay que compartir con ellos esa emoción real y en el libro doy algunas estrategias para los papás. Al final, el miedo es necesario para tener una vida saludable. Por eso hay que saber situarlo y cuidarlo. Eso nos hace libres.

- ¿Cómo ayudarles?

La magia ayuda mucho. Por ejemplo, Nina usa un espray espantafantasmas que hace con la ayuda de sus padres. ¡Así es el universo de ellos, está lleno de fantasía! Los padres, para reducir la aparición de pesadillas, han de cuidar mucho el horario de los pequeños. Las pesadillas y los terrores nocturnos tienen mucho que ver con una mala higiene de sueño y la falta de una rutina adecuada porque provocan un sobrecansancio en el menor. A efectos prácticos, es lo que pasa, por ejemplo, con un niño que está siempre a tope de energía hasta última hora de la noche. O con aquellos que están expuestos a pantallas hasta poco antes de irse a dormir.

- Así que conviene establecer todo un ritual, ¿no? Empezar por los baños, la cena, etc. Una rutina

Eso es. Y hay que evitar las pantallas a última hora porque hay que controlar los estímulos, hay que ir reduciendo la actividad, no ver el móvil al menos dos horas antes de irse a dormir. La higiene de sueño es muy importante. Ajustar los horarios de las siestas, reducir la estimulación al final del día y evitar las pantallas son tres cosas básicas para ayudar al niño en su descanso.

Además, las rutinas para ellos son muy importantes porque no tienen una gestión temporal ni espacial. Por ello, les ayudan a predecir, a dar un ritmo al día, entienden qué viene después. Tener una rutina te da libertad porque sabes perfectamente cómo moverte y saben qué viene después. Y eso es clave para los pequeños.

- ¿Son lo mismo los terrores nocturnos que las pesadillas?

No, los primeros tienen que ver con un estado en el que realmente el niño no está despierto sino que está pasando por una ensoñación. Para los padres es muy angustioso porque conlleva una actividad física y emocional muy grande: gritan, lloran, pueden morder o pegar... Y los padres, al verlos dormidos, no saben qué hacer porque no les escuchan. Aunque abran los ojos realmente están dormidos. Lo único que pueden hacer es estar presentes para que no se hagan daño, esperar a que la intensidad baje, recolocarles en la cama y no despertarles. A la mañana siguiente, no se acordarán de nada. En los miedos, el niño se despierta agitado porque ha soñado una cosa concreta, que es capaz de contar. Lo que hay que hacer es tranquilizarle.

- ¿Qué consecuencias acarrea el no dormir?

Según los últimos estudios, los niños deberían pasar el 40% de su vida durmiendo. Los humanos dependemos del dormir para funcionar bien. Tanto en niños como en adultos, la falta de descanso provoca problemas de atención, de memoria y de regulación emocional, es decir, estamos más irascibles, la paciencia merma, existe una dificultad a la hora de relacionarnos, etc.

- Ayudas a muchas familias a conseguir que sus hijos -y los padres- duerman. ¿A qué edad suele dormir el niño del tirón?

Como ya he apuntado, el sueño es evolutivo, es decir, depende del cerebro: a medida que va madurando y evolucionando las diferentes fases del sueño. Cuando un bebé nace, ese cerebro inmaduro tiene dos fases de sueño, que yo llamo 'encendido' y 'apagado'. El pequeño, hasta los 4 meses, puede dormir en cualquier lugar. Incluso muchas horas del tirón.

A partir de esa edad, y de repente, suelen empezar a tener más despertares porque empiezan a introducirse el resto fases sueño, que en total son cinco, las que tenemos todos los adultos. Muchas de esas fases son de sueño ligero por eso, cualquier mínimo estímulo externo suele despertar al bebé.

Lo característico de esta fase es que sean siestas de 40 y 60 minutos. Cuando la fase de sueño acaba, se despierta porque no es capaz de enganchar con el siguiente ciclo, mientras que los adultos sí: basta con darnos la vuelta. Es cuando el pequeño te reclama y eso sucede porque, además, la situación en la que se despierta es diferente a la que se durmió. Por ejemplo, cogió el sueño en brazos y se ha despertado en la cuna.

Esta situación se mantiene, más o menos, hasta que las fases del sueño maduran y eso se produce entre los 3 y 6 años.

- Y durante ese tiempo, se cuelan en la cama de los padres, les reclaman constantemente... ¿entienden las familias todo este proceso?

Los padres y madres que nos consultan quieren entender la dificultad de sus hijos para dormir. Puede que sea porque se duerme de una manera muy concreta, por ejemplo, con sus progenitores. Hay que trabajar desde el inicio de la noche y que él sepa dormirse solo para que tenga la autonomía de volver a hacerlo cuando se despierte de noche.

En el caso de que se despierte por miedos, el niño va a necesitar a papa y mamá siempre porque los niños no saben gestionarlo. Podemos ayudarnos en estos casos de peluches, luces quitamiedos, etc.

Tenemos que ser conscientes que como padres, regulamos a los niños física y emocionalmente porque su corteza prefrontal no está madura. Es una desregulación que tienen.

- Los cambios también les afectan ¿no?. La llegada de un hermano, el cambio de colegio, una separación...

Cualquier cambio importante puede producir regresiones de sueño o de otro tipo, como alimentarias. Esto se produce porque hay una desregulación. Y nos necesitan. El mejor regalo que los padres pueden hacer a sus hijos es tiempo y paciencia.

- ¿Y la lactancia? ¿Afecta al sueño? ¿Los niños de teta duermen peor que los de biberón?

La teta no tiene la culpa de los despertares de los niños. Cuando hemos hablado del cambio que se produce en torno a los 4 meses es porque el bebé busca la manera en la que se ha quedado dormido. Si se ha dormido en brazos y aparece en la cuna, querrá brazos. Si se ha dormido mamando, buscará el pecho. Pero si antes de dormirse, se le retira el pecho, no buscará la teta. La clave es 'le alimento pero le duermo de una manera diferente'. Esto es algo muy personal de cada familia. Lo importante es buscar la forma en la que el niño se duerma de la misma manera y en el mismo lugar.

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