La complicada relación entre madres e hijas: del amor a la amistad pasando por los conflictos
A lo largo de las distintas etapas de la vida la relación pasa por transformaciones significativas
«Cada hermano tiene una madre distinta, aunque ella sea la misma»
![Es fundamental construir una buena relación entre madre e hija desde el principio](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/familia/2024/05/03/madress-R9btud1pAIv4yOtd81LieVI-1200x840@diario_abc.jpg)
Intensidad, cercanía, desafío, distancia… La conexión única entre madre e hija se caracteriza por una mezcla de necesidades opuestas que engendra una amalgama de emociones.
Y mucho depende del vínculo que se haya generado en los primeros años de vida y cómo la madre responde a las necesidades de la hija, tal y como explica Unai Aso, psicólogo de la plataforma online Buencoco.
Estas serían las claves para construir un buen vínculo y una buena relación entre una y otra a lo largo de las diferentes etapas de la vida, según este experto:
A lo largo de las distintas etapas de la vida, el vínculo atraviesa transformaciones significativas. ¿Qué resaltaría de los primeros años?
-Entre los dos y los tres años de edad, la hija suele mostrar una marcada dependencia hacia su madre. Esta simbiosis se redefine alrededor de los cinco años, cuando la niña empieza a percibir a su madre como un modelo para forjar su propia identidad femenina.
¿En qué casos o situaciones puede surgir el conflicto?
Por ejemplo, en los primeros años puede surgir una relación tensa si la madre sufre de depresión posparto . Otro factor que puede generar conflictos en la relación y durante la infancia es el trastorno oposicionista desafiante, caracterizado por una hostilidad extrema hacia la figura de autoridad, lo que complica la dinámica familiar. Asimismo, los celos derivados del nacimiento de un hermano o hermana menor pueden desencadenar tensiones en la relación madre-hija, ya sea por sobreprotección o falta de atención, pudiendo evolucionar hacia una dinámica «tóxica». Una relación disfuncional en esta etapa crucial puede acarrear serias consecuencias, especialmente en el desarrollo de habilidades relacionales y en la gestión emocional.
Hay madres e hijas que construyen buenas relaciones, pero otras se tuercen desde el principio. ¿Es porque no se ha elaborado correctamente el apego en la infancia?
Es cierto que construir un apego seguro, por ejemplo como respuesta a una educación sensible y a conductas de apoyo y de cariño consistentes puede facilitar relaciones más saludables, pero las relaciones conflictivas pueden surgir por múltiples razones que van más allá del apego, incluyendo diferencias en la personalidad y factores contextuales
¿Cuáles son las señales de que esa relación no es como debería?
Por ejemplo, una comunicación deficiente, falta de empatía, conflictos frecuentes, sentimientos de ira, resentimiento, etc. Ahora bien, no existen relaciones perfectas, cada familia tiene su dinámica y hay que analizar caso por caso
¿Qué pasa cuándo hay demasiada dependencia de la hija hacia la madre?
Podría surgir de una dinámica de codependencia, donde la madre, por ejemplo. por problemas como ansiedad o baja autoestima, fomenta una dependencia en su hija para satisfacer sus propias necesidades emocionales. Un apego inseguro basado en respuestas inconsistentes (a veces te doy o te hago caso, otras veces no) también puede generar esa dependencia excesiva. Los niños aprenden a regularse emocionalmente observando a sus cuidadores, y si una madre modela dependencia emocional o manipulación, los hijos pueden adoptar estrategias similares.
¿Cómo sanar estas situaciones, cuando se ha tomado conciencia?
Lo primero es reconocer lo que está ocurriendo y después intervenir, lo que puede incluir terapia familiar o individual. Una etapa crucial en la relación madre e hija: la adolescencia, ¿de dónde suelen provenir los conflictos en ese momento? Durante la preadolescencia, la relación entre madre e hija se ve influenciada por los profundos cambios propios de la adolescencia, los cuales la hija comienza a experimentar al ingresar en esta nueva etapa de desarrollo. El conflicto madre-hija durante la adolescencia es común, ya que este período marca el inicio del camino hacia la autonomía para la hija, lo que puede representar un desafío crucial para la madre, quien podría enfrentar dificultades para ajustarse a la creciente independencia de su hija y desarrollar una relación de codependencia emocional.
En esta fase, la hija abandona progresivamente su papel de niña y, de manera natural, comienza a cuestionar su dependencia de la madre. Las reglas de convivencia en el hogar para adolescentes a menudo generan conflictos significativos, provocando cambios importantes en la relación. Durante este período, pueden ocurrir diversas situaciones, tales como que la madre es idealizada como un modelo distante y casi inalcanzable, o que la hija busque emanciparse de ella, lo que puede desencadenar emociones como la ira seguida de sentimientos de culpa. Estos cambios, aunque puedan resultar dolorosos en la dinámica entre ambas, en última instancia, sirven como mecanismos de defensa que permiten a la joven construir su propia identidad, donde el modelo materno coexiste con el de otras figuras femeninas.
Aunque la relación madre e hija se haya desarrollado bien en principio, ¿cómo recomiendan a las primeras actuar en la adolescencia de sus hijas?
Asumiendo que cada díada madre-hija es diferente y que cada relación se desarrollará con sus particularidades, en general se recomienda mantener con las hijas una comunicación fluida y lo más honesta posible, equilibrar el dar apoyo con darles autonomía, ofrecerles un espacio seguro en el que expresarse sin juzgarlas, y tratar de interactuar con ellas con un estilo democrático (combinar afecto y apoyo con normas claras y estructura en casa).
¿Cómo se puede restablecer nuevamente el vínculo si este está dañado?
Insistiendo en que cada díada madre-hija es diferente y que cada relación tendrá sus dinámicas, conflictos, necesidades, etc., normalmente para restablecer un vínculo dañado entre madre e hija hay que tratar de reconocer y validar lo que ambas sienten y experimentan con respecto a su relación, buscar enfoques basados en el perdón y la reconciliación, el establecimiento de límites, la modificación de conductas y patrones de interacción, etc. Un enfoque útil para trabajar todo ello es la terapia familiar.
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¿Y cómo construir desde el minuto uno esa relación madre-hija correctamente?
Hay que ser realistas y entender que es imposible que no surjan conflictos en la relación entre madre e hija (y en cualquier otra relación humana). Muchas veces, los problemas surgen a raíz de la expectativa poco realista de pensar que todo debe salir bien y debe ser perfecto. Lo más importante es que las madres respondan de manera consistente y sensible a las necesidades de sus hijas. Básicamente, se trata de promover su autonomía, darles apoyo emocional cuando lo necesiten y fomentar una buena percepción de sí mismas y de sus competencias. Las madres (como los padres) sirven de modelos de aprendizaje, por lo tanto, es importante mostrar buenas habilidades en la resolución de conflictos y en la regulación emocional, enseñarles a tolerar la frustración y el malestar, etc. Con el tiempo, si se cumplen estos factores, es más probable que la relación mejore.
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