«Si no fuera por mis hijos ya me habría separado»: ¿Qué hay de bueno o malo en esta afirmación?
Muchas relaciones aguantan en el tiempo a pesar de los frecuentes envites por parte de sus parejas con el propósito de no hacer sufrir a sus hijos
Silvia Congost: «¿Por qué se sufre en una relación? Porque no hay amor, sino adicción»
![Las peleas, gritos, insultos... son escenas que los niños pueden repetir de mayores al emular a sus padres](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/familia/2023/06/15/madre-R9TbFYTo5i8Ke3qxikk8jCI-1200x840@abc.jpg)
Según el Instituto Nacional de Estadística, durante el año 2021 hubo más de 86.000 divorcios, un 12,5% más que el año anterior. La custodia compartida fue otorgada en un 43% de los casos de divorcio y separación de parejas con hijos.
Recientemente, los pediatras pusieron de manifiesto en su 69 Congreso la necesidad de hacer «un buen acompañamiento a las familias» para que la separación sea lo más amigable o menos perjudicial posible para todos los miembros de la familia, pero sobre todo para los hijos, ya que «pueden sufrir las secuelas emocionales durante años».
No obstante, hay hogares en los que, a pesar de no existir una buena convivencia en la pareja, deciden no separarse porque los hijos son aún pequeños y pretenden no hacerles sufrir. Sin embargo, los pequeños son testigos directos de las faltas de respeto, gritos, muestras de desamor… de sus padres. «Se les muestra un estilo de educación que quizá los niños repitan el día de mañana», apunta Silvia Congost, psicóloga y autora de 'Amor o adicción'.
«Si no fuera por mis hijos ya me hubiera separado». ¿Qué hay de bueno y qué de malo en esta frase?
No hay nada de bueno en esta frase, más allá de una intención de sacrificio basada en creencias poco realistas y menos educativas. Decidir mantenerse en una relación que es claramente tóxica (ya sea porque ya no hay amor de pareja o en los peores casos porque además hay maltrato) y hacerlo «por los hijos» es lo mismo que decidir educarles mostrándoles que eso es lo sano y lo normal, lo que ellos deben buscar el día de mañana. Nada más lejos de lo que debería ser, por supuesto.
¿Cómo afecta realmente a la salud emocional y amor propio de quien dice esta frase?
Quien dice esta frase es alguien que no está bien en su relación, alguien que ya no ama a su pareja (por lo menos no como pareja) y con quien no es feliz pero que decide 'resignarse'; es decir, decide quedarse ahí pudiendo irse, abriéndose a la posibilidad de encontrar algo que de verdad le haga feliz y enseñando a sus hijos que eso es lo que deben hacer el día de mañana. Mostrarles a tus hijos que 'por ellos' has decidido renunciar a tu felicidad, es un peso muy gordo con el que no deberían cargar.
¿El amor por los hijos es siempre más grande que el amor a la pareja?
Son dos tipos de amor distintos y creo que no deberíamos compararlos. Aun así, la diferencia más importante es que el amor por un hijo jamás desaparece y el amor por una pareja, por lo general, suele acabar.
¿De qué manera influye en el desarrollo de los hijos ver a sus padres discutir o con cero comunicación?
Influye en el sentido de que el hijo aprende que el amor es eso y que eso forma parte de las relaciones de pareja, que eso es lo normal en una relación. Más adelante, cuando ellos tengan relaciones en su futuro, actuarán igual que vieron hacer a sus padres o si encuentran parejas que se comportan así, lo dejarán pasar porque creen que eso es lo que ocurre siempre. A menos que no sean un poco conscientes y lo analicen y se hagan preguntas, lo repetirán igual.
¿Es más beneficioso para ellos que sus padres se separen?
Por supuesto. Es mejor enseñarles que si no eres feliz en una relación, esa no debe ser una cárcel ni una condena. Es una elección consciente que debe ser valorada a diario. Si no compensa, no eres feliz y no hay nada más que hacer, no tiene sentido seguir allí.
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¿De qué forma determina la relación de los padres en las futuras relaciones que puedan tener los hijos?
En la mayoría de casos, los hijos quedan programados para reproducir lo mismo que han visto por parte de sus padres. Para ellos, eso es lo normal y reproducirán el rol de uno o del otro de forma automática. Solo en aquellos casos en los que el hijo sea un poco más consciente de la media, es decir, capaz de hacerse preguntas, de analizar si aquello que vio es lo que más le conviene, podrá escapar de esa programación y elegir qué es lo que más le conviene para sí mismo y con qué se queda a partir de ahí.
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