El grupo de WhatsApp de padres del cole: 9 cosas que te sacan de quicio y qué puedes hacer
En este tipo de espacios virtuales no hay que compartir jamás contenido ajeno al ámbito escolar, tales como memes virales, asuntos políticos o publicidad particular
Cómo poner coto a los grupos de WhatsApp de padres del cole
Llega septiembre, y con él los temidos grupos de WhatsApp de padres del cole. Tabla de salvación para algunos en caso de novedades e imprevistos sobre el curso, infierno en la tierra para otros, que se ven sobrepasados por el uso inapropiado y masivo ... por parte de determinados progenitores.
La cuestión está en que la falta de normas desde el principio dan lugar a errores muy fáciles de evitar. Estos son algunos de los más comunes que se cometen en este tipo de chats, que suelen ser invasivos en los primeros cursos de Infantil y Primaria y que siguen estando mayoritariamente formados por madres:
El que bombardea con tonterías
El que avasalla con mensajes sobre temas poco relevantes, que solo afectan a algunos alumnos o que no tienen nada que ver con el ámbito educativo: Es habitual preguntar cuestiones del tipo: ¿Alguien ha cogido el jersey de mi hijo? Era nuevo de este año y va marcado» a respuestas concatenadas de «yo no lo tengo», «cuando llegue a casa lo miro», «yo tampoco», hasta esta tarde no lo puedo ver», «yo no», «¿Has mirado en objetos perdidos?».
Si no lo tienes, NO respondas. «Solo hay que contestar si eres un padre afectado», si no la tengo no pongo: «No la tengo». Así se evitarían muchos mensajes innecesarios», indica Álvaro Pérez García, director de grado en pedagogía de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Tampoco hay que compartir en este tipo de espacios virtuales contenido ajeno al ámbito escolar, tales como memes virales, asuntos políticos o publicidad particular.
El que vuelca información personal de su hijo
«Pedro no irá mañana al colegio porque tiene Covid». «He hecho un test al hermano de fulanito y es positivo», «Menganito tiene el virus boca, mano, pie». «Este tipo de mensajes causan revoluciones entre las familias, que se dejan incluso de hablar», recuerda Pérez García, quien sugiere que cuestiones médicas como las descritas, por ejemplo «es mejor hacérselas llegar directamente al profesor en cuestión porque generan muchísima polémica y discusión».
El que se queja de todo o critica al docente
«La verdad, no estoy de acuerdo con la carga de deberes de este año. Los niños tienen que jugar y así no tienen tiempo libre». «En todo grupo de Whatsapp que se precie hay alguien que cree que tiene que contarlo todo. O que tiene arrebatos y se desahoga en el chat, que se lo come sin querer», admite Rocío García de Leániz, coordinadora de la Escuela de Padres de Empantallados.
Es mejor, recomienda, »mandar un mail a la profesora o al tutor de tu hijo».
El que no respeta horarios
Y manda mensajes a la una de la madrugada. «Voy a escribir esto ahora y que el resto lo lea cuando pueda». «No, perdone usted, no se mandan mensajes a la una de la madrugada», advierte García de Leániz. «Lo que pasa es que esto ocurre porque no hay etiqueta, protocolo o normas en este tipo de mensajería instantánea y no se respetan ni el espacio ni el tiempo. Pero igual que cuando llamas dices los buenos días, deberían observarse este tipo de actuaciones».
El que pide los deberes
«¿Alguien me puede mandar la pág. 48 de Matemáticas que tienen que hacer para mañana?» Y acto seguido, algún alma caritativa envía el pantallazo al chat. Esto, indica José Ramón Ubieto, psicólogo, profesor de la UOC y autor del libro «Del Padre al Ipad», es «sustituir el vínculo educativo y no contribuir en nada a la responsabilidad del alumno».
El que critica a otro niño
«No sé si estaréis de acuerdo pero fulanito tiene la mano muy larga». «Este es un tema muy grave, porque podríamos estar hablando de ciberbuylling hacia ese menor», advierte Rocío García de Leániz.
El que gestiona el chat
Cuando el progenitor delegado de clase crea un grupo y accede a una serie de teléfonos, prosigue la experta de Empantallados, «es importante que sepa que el administrador puede ser legalmente responsable de los contenidos que se viertan en el chat».
Para «curarnos en salud» la recomendación de García de Leániz es que, si un padre o madre asume la responsabilidad de gestionar un chat se pregunte «qué tipo de relación quiere mantener con este canal. Uno: ¿Me va a suponer un estrés brutal? O dos: «¿Voy a dedicar un tiempo determinado?» «¿Voy a contestar solo mensajes concretos?». Y, por supuesto, que establezca unas normas y que las escriba en el asunto del grupo.
El que prefiere la lista de difusión
Te ha tocado gestionar el grupo pero de alguna forma quieres blindarte. Para eso, continúa esta profesional, está la opción de «crear una lista de difusión, donde solo pueda dar información una persona y el resto de participantes no pueda escribir». De esta forma, añade, «haya una única persona que recuerde que tal día es la excursión, o sea la intermediaria si alguien quiere lanzar una convocatoria de cumpleaños en el parque».
El que se quiere salir del grupo «como sea»
Te saca de quicio el chat y quieres salirte a toda costa, aunque le cueste una discusión familiar. Hay varias formas de hacerlo adecuadamente sin que dejen de hablar a tu hijo.
La más correcta sería exponer los motivos y despedirse educadamente, sin salidas extemporáneas o fuera de tono. Pero también podemos aprovechar un parón vacacional, y decir que «vamos a hacer un detox tecnológico, que si nos necesitan, pueden localizarnos en nuestro número de teléfono».
Otra alternativa es archivar el chat, sin más, y no volverlo a abrir jamás.
No pasa nada, concluye José Ramón Ubieto, «no son imprescindibles. Toda la vida hemos vivido sin estas cosas y no las necesitamos imperiosamente»
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete