Adolescentes que hacen voluntariado: por qué se los rifan en las empresas
Los menores que realizan este tipo de prácticas ganan en madurez, autoestima y habilidades laborales
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«Está bien salir con los amigos, divertirse, hacer deporte, estudiar… pero también devolver algo a la sociedad. Además ver que no todo es de color de rosa te hace crecer un montón como persona», apunta Javier, de 16 años. A una edad en la quela mayoría de los menores es ajena a numerosas realidades diferentes, llama la atención la madurez de su testimonio como voluntario de 'Hállate', una empresa que ayuda a buscar este tipo de prácticas a jóvenes de entre 12 y 17 años.
Fátima Muguiro y Aurina Delgado de Torres, fundadoras de esta organización, vieron la oportunidad de crear esta entidad durante la pandemia del Covid. «Ambas nos involucramos en varias acciones de este tipo y vimos el gran impacto del voluntariado en la sociedad. Pero no encontramos nada dirigido a menores de edad, una etapa vital en la que se están formando como personas y los beneficios de tipo de actividad se multiplican enormemente».
Javier, estudiante de primero de Bachillerato, se topó con Hállate a través de unos amigos. Su primer contacto tuvo lugar el pasado verano, que no estaba apuntado a ningún campamento y no quería quedarse en casa 'mano sobre mano'. En esa ocasión estuvo dos semanas haciendo un taller de deporte con niños con discapacidad. Se llevó tantas cosas buenas que durante este curso y hasta diciembre sigue inscrito en un programa en el que colabora un domingo al mes.
La realidad es que existen numerosos programas enfocados al voluntariado en la edad adulta, pero poco o casi nada dirigido a la adolescencia, una etapa de la vida compleja en la que se asientan identidades, valores, autoconceptos… Pero es precisamente una edad en la que los menores buscan a sus iguales donde esta práctica «se presenta como una oportunidad única para experimentar distintos ambientes y roles que contribuyen tan positivamente a forjar su identidad», apuntan Muguiro y Delgado de Torres.
Para Javier, por ejemplo, «el hecho de poder ayudar a familias que tienen hijos con necesidades especiales y permitirles tener un respiro me ha hecho ver las dificultades que tienen otros hogares. Yo no conocía a chicos con discapacidad. También he aprendido a tratarlos y a establecer relaciones con ellos, a ser más paciente… Son niños muy divertidos y aprendes un montón de cosas buenas. No hay que tener miedo».
Abrir la mirada al mundo
Los beneficios son «indiscutibles», asegura María Orts, psicóloga de Mentevita y encargada de hacer las entrevistas de selección de los jóvenes. «Hacer voluntariado a una edad en la que por lo general los chicos tienen sus intereses puestos en áreas totalmente diferentes y otros muestran incluso su rebeldía, dice mucho de los que se acercan a este tipo de actividad».
El voluntariado, prosigue, les abre la mirada al mundo. «Si haces algo así con 15 años, qué duda cabe que tu recorrido en la vida apunta diferente. Normalmente los jóvenes están bajo una sobreprotección familiar, social… Cuando es nuestra obligación acercarles a otra realidad, como puede ser una residencia donde las personas mayores pasan la última etapa de su vida, o conectar con las necesidades de un joven con discapacidad. Saber ver esas otras realidades, acercarse a ellas, sin duda les va a ayudar a enriquecerse».
De hecho el voluntariado, señala esta psicóloga, «puede ser un excelente entorno de aprendizaje para desarrollar muchas habilidades personales, pero también profesionales. Por un lado los jóvenes aprenden a contribuir a un mundo más justo y sostenible, cuidando el medio ambiente, conectando con personas con dificultades, mayores o menores con discapacidad… y por otro desarrolla habilidades 'blandas', algo muy valorado por las empresas. En conjunto, este tipo de actividad supone un enriquecimiento muy grande».
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Al final, concluye Orts, «son competencias que también las empresas valoran porque buscan cada vez más profesionales integrales. Es decir, que por un lado tengan competencias técnicas, o «duras», pero que por otro tengan la capacidad de comunicarse, tener excelentes relaciones interpersonales, saber trabajar en equipo, ser asertivos, formales, que sean capaces de gestionar su tiempo… etc.».
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