Sánchez y Zapatero cierran juntos la campaña alentando la fragmentación de la derecha
Yolanda Díaz se jacta de que las «conquistas» del gobierno no serían posibles sin Sumar
El PSOE pone a Zapatero a llamar a las casas para pedir el voto
Fuenlabrada, una de las ciudades más pobladas del sur de la Comunidad de Madrid y con alcaldía socialista, ha sido el lugar elegido esta noche por Pedro Sánchez para cerrar la campaña europea del PSOE con su candidata, la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, ... y con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero como invitado de excepción.
Los socialistas llegaron al último día de campaña con un tono indisimuladamente optimista y confiado en su victoria mañana en las urnas. Retadoramente optimista, incluso. Refiriéndose directamente al Partido Popular (PP), el presidente del Gobierno se mofó de que empezasen la campaña hablando de que ganarían hasta por diez puntos porcentuales de ventaja para terminar, dijo son sorna, «pidiendo el empate». «Tengo unas ganas de darme el gustazo de ganar a Feijóo y a Abascal», proclamó ante casi 5.000 simpatizantes socialistas y en primera fila varios miembros del Ejecutivo, como la vicepresidenta María Jesús Montero y el titular de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños. También Javier Solana, ministro con Felipe González y antiguo secretario general de la OTAN, fuertemente aclamado cuando Sánchez le puso como ejemplo de socialista. Su presencia no era baladí ante las críticas cada vez más severas al partido del primer presidente socialista de la democracia.
Nada que ver con Zapatero, que una campaña más ha vuelto a ser un baluarte de los socialistas. Y cuya presencia provocó auténtico furor. Esta vez no estuvo físicamente Begoña Gómez, como el miércoles en el mitin de Benalmádena (Málaga), pero sí en espíritu. Sánchez volvió a agradecer el apoyo «en nombre de mi familia», tras la citación de su esposa para declarar el próximo 5 de julio en la causa que se sigue en su contra. Y uno de los teloneros del mitin, el líder de los socialistas madrileños, Juan Lobato, la elogió abiertamente, atacando a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, por sus críticas al jefe del Ejecutivo en esta materia. Hubo chapas y pegatinas repartidas por la organización con el lema 'zurdo' y 'zurda' y un corazón, en alusión a las invectivas de Javier Milei contra la izquierda, que los socialistas han decidido hacer suyas como reclamo de campaña. E incluso hubo pulseras con el lema 'Free Begoña', si bien no hay constancia de que las repartiera el partido.
Sánchez, Zapatero y Ribera centraron sus discursos en la amenaza de la «derecha y la utraderecha» que, a su juicio, se cierne sobre la Unión Europea en las elecciones de este domingo. El expresidente reclamó la tradición de los socialdemócratas europeos de pactar la gobernanza comunitaria con «conservadores, liberales y verdes, pero excluyendo a la utraderecha». Nada dijo de los partidos a la izquierda, los correligionarios de Sumar, el socio de coalición. Y Sánchez, en otro mensaje que no es del agrado de sus aliados, presentó la papeleta de Ribera como «la única» que puede combatir a la derecha.
El líder del PSOE mantuvo su estrategia de los últimos días de campaña de citar expresamente y meter por tanto en la conversación al populista antisistema Alvise Pérez, que según las encuestas entrará en la Eurocámara. Una manera de ahondar en la fragmentación de la derecha, un río revuelto del que los socialistas podrían ser los principales beneficiados si el candidato de Se Acabó la Fiesta lograse el suficiente número de votos provenientes del PP y Vox. Como ya hiciera el jueves en Hospitalet (Barcelona), utilizó la analogía de las muñecas matrioskas para explicar que de la del PP ha salido Vox y de ésta «el inframundo de Alvise». Según los cálculos que se manejan en Moncloa y Ferraz, donde incluso se cree que Pérez puede lograr hasta cuatro eurodiputados, si Vox supera el 10% de los votos y Alvise más de un 5%, la derrota del PP frente al PSOE será un hecho.
Ninguna crítica al PSOE
Por su parte, la líder de Sumar, Yolanda Díaz, echó el resto en el acto de cierre de campaña en Valencia junto a Compromís con varias propuestas sociales ambiciosas que promete llevar a cabo si consigue «fuerza democrática en el Gobierno» con votos suficientes el próximo domingo. «Acabaremos con las horas extraordinarias y daremos una ayuda de 200 euros por hijo», anunció.
Con una sangría de votos que comenzó para su formación -tras la ruptura con Podemos- en los pasados comicios autonómicos gallegos y continuó en las elecciones vascas y catalanas, la vicepresidenta ha tratado de poner toda la carne en el asador de su agenda personal para que no se confirmen los pronósticos a los que apuntan las últimas encuestas.
Sin ninguna crítica hacia el PSOE, únicamente dejó sentado que los logros principales del Ejecutivo de Sánchez -sin nombrarlo- han sido obra de la presión de su partido: «A la gente progresista que tenga dudas le pido el voto, si Sumar no formara parte del Gobierno, ¿creéis sinceramente que las conquistas que tenemos hubieran sido reales?» También alertó sobre la derecha, aunque ve menos optimismo en sus filas. «Ahora ya dicen que empatan», firmó, sin dejar de apelar a acudir a las urnas y no caer en la abstención: «No le demos una oportunidad a Feijóo».
Continuando con el espacio a la izquierda del PSOE, la cabeza de lista de Podemos, Irene Montero, cerró la campaña electoral en la Plaza de Pedro Zerolo de la capital con alegatos en favor de Palestina y el Sáhara Occidental, con críticas a Sánchez, Albares, Borrell y Von der Leyen, y apelando al voto para «llenar las urnas de ética, de dignidad, de orgullo». Aseguró haber vivido una campaña «muy especial» al ver cómo «mucha gente volvía a escuchar a Podemos y muchas plazas se volvían a llenar de gente para seguir luchando».
La anterior ministra de Igualdad estuvo arropada por candidatos y dirigentes morados como Ione Belarra, pero también por Echenique y el exvicepresidente Pablo Iglesias, que agradeció a los simpatizantes por «aguantar todos los insultos, la presión y las veces que nos han intentado silenciar».
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