Acotaciones de un oyente
Sánchez se vuelve a ir sin un rasguño
El presidente apareció tranquilo, sonriente y sin rastro del catálogo primavera-verano de rasgos que suelen transparentar su nerviosismo
Lee aquí todas las acotaciones de un oyente, por José F. Peláez
La bronca por el salario mínimo llega al Congreso con Montero ausente y Feijóo al ataque

Resulta difícil de creer, pero se les ha vuelto a escapar vivo. Desde luego, por su apariencia, nadie diría que Sánchez tuviera entre manos un incendio en el Consejo de Ministros, una guerra abierta con sus socios y una crisis de comunicación en todos los ... niveles. Al contrario que María Jesús Montero, que cayó enferma de modo fulminante -hay quien somatiza así los disgustos- el presidente apareció tranquilo, sonriente y sin rastro del catálogo primavera-verano de rasgos que suelen transparentar su nerviosismo, ya saben, el bruxismo iracundo, las ojeras gris marengo, el labio de arriba duro como el de un soldado que silba mientras cruza el puente sobre el río Kwai. A Sánchez ni siquiera le hizo falta abrir esa carpeta de cuero marrón que siempre le acompaña y que solo él sabe lo que contiene. Se sentó, respondió a Feijóo y a Abascal sin consultar una sola nota, controlando datos, recursos y argumentos como si se los creyera y veinte minutos después se fue por donde vino, posiblemente jugando con un caramelo que tendría en la boca y pasándoselo de lado a lado como si fuera el cadáver suave y redondo de un diputado por Castellón.
Feijóo lo intentó, pero sus golpes son como los que se dan en sueños, esos que van a cámara lenta y que apenas duelen. Se refirió a Ábalos, a su hermano, a Begoña y al fiscal general del Estado, pero la pregunta registrada era si creía que su gobierno funcionaba, a lo que Sánchez respondió con tono triunfalista, sacando pecho de los datos económicos y repitiéndolos uno tras otro. En la réplica, Feijóo le afeó que la subida del salario mínimo no estuviera exenta de tributación, en un giro populista, asistencialista y paternalista que no se entiende en un ideario liberal de centro-derecha y que más bien le acerca al discurso 'quechua' de Sumar, Podemos y Evita Duarte. En un tono similar Rufián, que intentó provocar a la extrema derecha, tratando de identificar las críticas al movimiento 'woke' con las posiciones ultra. Pero la pregunta registrada era que cómo iba a afrontar el Gobierno la «ola reaccionaria», por lo que a Sánchez le resultó suficiente con repetir la retahíla de logros económicos como quien canta la tabla del cuatro.
Mención especial para Abascal, que en una intervención hilarante acusó a Sánchez de destruir las relaciones con los socios naturales de España –se ve que su eurofobia es una forma de amor-, le echó en cara su relación con Putin -financiador y referente de Orban, su jefe- y le recriminó que si llegan los aranceles a España «serán por su culpa, porque Trump va a eximir de esos aranceles a Italia porque Meloni le cae bien». Adviértanse las comillas, la cita es literal. «Meloni cae bien y usted cae mal así que si tenemos aranceles será por su culpa». Ese es el nivel y la respuesta a por qué no hablan mucho. En la respuesta Sánchez recordó a Abascal que Trump ha eliminado el estatus de protección a 350.000 venezolanos que viven en Estados Unidos huyendo de Maduro y que van a ser deportados. «¿Usted va a criticar esto? Yo creo que no porque usted es fuerte con el débil pero servil con el poderoso».
Posteriormente su compañera Pepa Millán, que pareció defender también la exención fiscal de la extrema izquierda y del PP al salario mínimo -el populismo es una termita que pasa de banco en banco- y a la que Bolaños quiso advertir que «ni siquiera le aplaude su propio grupo». Eso hizo despertar a la bancada de Vox, que respondió a la siguiente intervención de Millán de modo desigual: tres diputados se pusieron de pie intentando que el resto les siguiera, pero no se molestaron, por lo que sus tres erguidas señorías se volvieron a sentar discretamente. También de pie Belarra, a la que el saltito pilló intentando abandonar el hemiciclo. Así que, en total, cuatro diputados en pie ante Millán. Intervenciones fallidas de Cayetana y Tellado ante Bolaños y, en definitiva, otra muestra más de la cruda realidad de la oposición a Sánchez. Aunque supongo que en Twitter -que es lo que en realidad importa- todo esto se verá de otra manera.
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