La restitución de Trapero: de arrinconado a director de los Mossos
El nombramiento de Trapero como responsable político del Cuerpo completará una profunda renovación
Ramon Espadaler, consejero de justicia, puso en contacto a Salvador Illa con el major de los Mossos
Asuntos Internos de Mossos d'Esquadra asume la investigación para descubrir a los topos de Puigdemont
El 4 de noviembre de 2022 el major de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, rompía su silencio en el Parlamento de Cataluña. Había pasado casi un año desde su destitución al frente de la Policía autonómica por el gobierno de Pere ... Aragonès, al caer en desgracia por su testimonio en el juicio que se celebró contra él en la Audiencia Nacional, y estaba arrinconado en la División de Evaluación de Servicios, sin ninguna responsabilidad operativa ni capacidad de decisión a pesar de ser el agente de más rango.
Trapero, tipo duro pero sensible, habla poco en público (y en privado), pero cuando lo hace se le entiende muy bien: entonces acusó a la Consejería de Interior de apartar a los mandos que rechazaban injerencias políticas y a partir de ahí esbozó cómo, en su opinión, debía funcionar el Cuerpo. Menos de dos años después, si se cumple el anuncio de Salvador Illa, el destino le dará la oportunidad de poner en marcha sus ideas como director general de los Mossos, un cargo político pero no operativo.
Durante estos últimos años, desde su destitución en 2021 y en la soledad de su despacho, Trapero no ha dejado de reflexionar sobre la situación de la Policía autonómica ni de tener interlocución con muchos de sus compañeros para conocer sus opiniones sinceras, expuestas ya sin la presión que supone hablar con un jefe. Ha aprendido también de la condición humana, de cómo el teléfono dejaba de sonar. Le ha dado también muchas vueltas a sus dos etapas al frente de la Policía autonómica, porque es muy consciente de los errores que cometió. Pero sobre todo ha mantenido una idea fija: no quería trabajar en otra cosa que no fueran los Mossos d'Esquadra, y eso que ha tenido ofertas muy importantes para ello. Por eso no podía rechazar el ofrecimiento de Salvador Illa.
La intervención en el Parlamento catalán puede entenderse como una previsible hoja de ruta en su nuevo puesto. La principal premisa es mantener y garantizar la independencia de los Mossos del poder político. «Una policía democráticamente avanzada no sirve como excusa para disfrazar lo político con carácter técnico», dijo ante los diputados catalanes, al tiempo que defendió un modelo jerárquico, que es así «por ley», con un «último policía» y un «primer político» que trabajen «coordinadamente pero sin confundir nunca sus papeles». Y añadió que los mandos policiales deben dirigir y coordinar a la Policía bajo las directrices de su director y del consejero del Interior.
Otro de los ejes, según se desprende de esa comparecencia de 2022, será la transparencia. Denunció que no existía y puso como ejemplo que en 2015 solicitó que la ciudadanía pudiese tener acceso a los datos de la delincuencia «de manera abierta y sin filtros», pero que todos los equipos que habían dirigido el Departamento se negaron. «Demasiados años de gestión de las policías desde planteamientos que tienen poco de democráticos y que son oportunistas y clientelares», y que impiden que los Mossos «crezcan con los intereses de la ciudadanía», afirmó entonces.
Equipo preparado
Trapero ha diseñado un proyecto claro para los Mossos y además tiene ya en mente el equipo con el que quiere plasmar sus ideas. Sabe además que la Policía autonómica está en una crisis sin precedentes desde 2017, cuando se produjeron los episodios de 1-O, a causa de la rocambolesca fuga de Carles Puigdemont. El descrédito sufrido por el Cuerpo es importante y recuperar la confianza será complicado.
Ese será el primer reto que tendrá que afrontar el nuevo director general, que conoce de primera mano las consecuencias de que los jueces y resto de Fuerzas de Seguridad pierdan la confianza en la Policía autonómica. Para conseguir revertir la situación tiene muy claro que debe renovar la cúpula de los Mossos, afectada de lleno por este asunto, pero además tiene que poner coto a las actividades de agentes independentistas que prestan su apoyo a Puigdemont.
Asuntos Internos ha puesto en marcha una investigación para descubrir todas las complicidades dentro del Cuerpo, ya que se sospecha que la actuación del expresidente de la Generalitat estuvo diseñada por miembros de los Mossos que además conocían detalles del dispositivo para capturar al líder independentista. «Son un cáncer», advierten muchos mandos de la Policía autonómica, que piden contundencia con ellos.
La salida de Eduard Sallent, actual comisario jefe, se da por descontada. Por los sucesos del pasado jueves, pero también porque Trapero y él son incompatibles, tanto desde un punto de vista personal como profesional. La elección del sustituto será muy indicativa de por dónde va a caminar el Cuerpo autonómico. En todo caso, no serán cambios caprichosos, como demuestra el hecho que el comisario de Información, Carles Hernández, podría seguir en su puesto a pesar de estar señalado por el asunto de la fuga.
A partir del relevo de Sallent, los cambios en el resto en los puestos clave irán en cascada. Nadie duda, por ejemplo, de que recuperará al intendente Toni Rodríguez, relevado como máximo jefe de investigación y arrinconado en la comisaría de Rubí, donde por cierto ha obtenido unos resultados extraordinarios. Rodríguez ha sido uno de los mandos más críticos con Sallent, al que acusó de presionar en la investigación que lideró contra el entonces escolta de los Mossos d'Esquadra Lluís Escolà -y contra el exconsejero del Interior Miquel Buch- que ayudó a huir a Puigdemont a Bélgica en 2017 por enmascarar su trabajo en Bélgica con un falso contrato de asesor del Departamento de Interior.
Más allá de los nombres, una de las incógnitas que hay sobre la mesa es el tipo de director general que pueda ser Trapero. Hasta ahora ese cargo estaba ocupado por políticos, de modo que es la primera vez que lo ejercerá un profesional. De sobra es conocida la determinación del major, y también la contundencia de sus actuaciones. Su relación con la consejera Núria Parlom se podría presuponer complicada si surgen choques, pues es indudable que técnicamente Trapero está mucho mejor preparado y tiene más experiencia.
No obstante, la relación entre ambos -forjada durante la etapa de Parlón como alcaldesa de Santa Coloma- es excelente, una buena conexión que fue de hecho una de las razones que llevaron a Illa a pensar en ella como consejera de Interior, del mismo modo que Trapero ha tenido en el exconsejero de Interior entre 2012 y 2015, y ahora titular de Justicia, Ramon Espadaler (Units), uno de sus principales valedores. El esquema de trabajo más probable es que la consejera de las directrices pero deje al director general la forma concreta de implementar las medidas.
Más allá de la relación entre el nuevo director y la consejera, una de las claves de la nueva etapa que ahora se abre será conocer cómo se desempeña un Trapero ya con traje de político y no de uniforme -literalmente y en cuanto a sus funciones-, así como el grado de independencia que otorgará al nuevo comisario jefe que se designe. En definitiva, si el propio Trapero, persona de carácter, cumple con su idea expresada en el Parlament de un Cuerpo que funcione al margen de cualquier interferencia del Govern, aunque él quiere ejercer un papel de muro de contención entre esos dos mundos. Como apuntó entonces, un «último policía» y un «primer político» que trabajen de la mano pero sin confundir nunca los papeles, todo un reto para quien habrá desempeñado ambos roles. Trapero tiene claro que no quiere inmiscuirse en una investigación policial en curso. Cada uno en su sitio.
Con la leyenda a cuestas
El nombramiento del nuevo director general, que se especulaba con que podía haberse aprobado ya ayer en la primera reunión del Consell Executiu presidido por Illa, es cuestión de horas, días a lo sumo. En el Govern se ha preferido esperar para anunciar todos los cambios de una tacada, más después de que se agendase para esta mañana la que será la primera visita oficial del 'president' al Complejo Central Egara (Sabadell), cuartel general de la Policía autonómica. El gesto es inequívoco, una señal de apoyo al Cuerpo obligada tras la crisis abierta por los hechos del pasado jueves.
Acompañado de la consejera Parlón -junto a Trapero, los dos únicos nombramientos que anunció Illa en campaña-, el presidente catalán, que hará una declaración institucional al acabar la visita, pretende apagar sin más dilación el fuego encendido por la tocata y fuga del prófugo de Bruselas. Illa quiere dar su apoyo a los Mossos y conocer «de primera mano las inquietudes y necesidades que se puedan tener», según explicó ayer la consejera portavoz, Sílvia Paneque, tras la primera reunión del Ejecutivo.
Apagar la crisis, remodelar la cúpula y poner a los Mossos a trabajar en las que ya se han fijado, por este orden, como principales prioridades de la nueva etapa -seguridad ciudadana, crimen organizado y lucha contra el yihadismo- son las tareas que deberá afrontar de inmediato el inminente nuevo director general Josep Lluís Trapero, al que a partir de ahora también se juzgará en clave política. Nada nuevo para quien en poco tiempo pasó de héroe a traidor por parte de un secesionismo que ahora redoblará su vigilancia sobre él. Trapero, con su leyenda a cuestas y ahora en su nuevo rol como político, se marca como propósito mantener la independencia de los Mossos. Por él es seguro que no va a quedar; otra cosa es que los acontecimientos le permitan plasmar su proyecto, que ha diseñado estos años.
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