Regimiento 21: transmisiones militares que tienen alma
El Regimiento 21, con base en Marines (Valencia), cumple 150 años. Un libro relata parte de sus grandes historias humanas: de Cuba al Sahara, de Afganistán a Irak...
Ingenieros de Transmisiones a principios del siglo XX. Transportaban su rudimentario material en mulos
Toda guerra, misión, maniobra, operación de paz o movimiento de soldados necesita de 'teléfonos' que funcionen. Entiéndase el aparato telefónico con una palabra clave: comunicaciones. Precisamente, la última guerra de Rusia en Ucrania reveló, en sus inicios, cuán obsoleta es la tecnología que utiliza el ejército ruso en este apartado. Algunas comunicaciones entre sus generales y cadena de mando se realizó con la red comercial de telefonía móvil ucraniana, lo que permitió su geolocalización y posterior eliminación por parte del ejército local.
Sí, las comunicaciones son parte fundamental de cualquier ejército y en España la unidad más veterana que se encarga de ellas es el Regimiento de Transmisiones 21, con base en Marines (Valencia), que este año cumplió 150 años de servicio al Ejército español. Se trata de una unidad de apoyo al combate. El lema: «A la lealtad y al valor».
Uno de los oficiales que conoce bien a esta unidad es el teniente coronel Juanjo Crespo, destinado ahora en el Estado Mayor de la OTAN en Bruselas y que ha esbozado en su libro 'El alma del 21' (Editorial Y) la idiosincrasia de la unidad a través de protagonistas principales que la conformaron. De Edchera a Afganistán; de Irak a Letonia; de la Antártida a Bosnia y Herzegovina.
Ciertamente, estas unidades de apoyo al despliegue suelen ser muy técnicas y sus integrantes o historias personales no son tan conocidas. Ese es el leitmotiv del libro: «Me quedo con el «quiénes». La raíz, y también el fruto, del Regimiento de Transmisiones 21 son sus hombres y mujeres. Ocurre en las unidades muy técnicas que a veces nos centramos demasiado en el material, la tecnología, el software, los satélites… y nos olvidamos de los ejemplos de vida, de los sueños de las personas, de sus miedos, de sus anhelos… esta obra quiere ser un homenaje a la verdadera esencia del Regimiento 21, a los que forman cada mañana».
Entre las historias que esboza se encuentran las del soldado Murillo que fue el primer caído en combate en 1874, la del general Veguillas asesinado por ETA en 1994, la del sargento Nvé que murió en el Yak-42 en 2003, la de la soldado Carrión que falleció el año pasado dándonos un ejemplo de valentía ante la enfermedad, la del comandante Martínez que falleció de coronavirus…
«Me asombró mucho descubrir que la hija de uno de los protagonistas, el sargento Martín Elizo, quien quiso ser militar como su padre, muerto en 1981 intentando evitar un atraco. Elena solo tenía un año de vida cuando quedó huérfana, pero heredó su misma vocación», destaca el autor del libro.
Una gesta histórica
Evidentemente, hablar del Regimiento de Transmisiones 21 es hacerlo del Combate de Edchera, en el Sahara Occidental. Son los años 50.
«En Edchera los operadores radio del regimiento hicieron bandera con los legionarios, luchando y muriendo juntos. El cabo 1º y radio Pedro Fernández-Mayoralas se negó a dejar solo a su capitán haciendo honor al espíritu de compañerismo, «con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo, hasta perecer todos»», destaca Crespo.
Aquel 13 de enero de 1958 la XIII Bandera de La Legión –con los vehículos radio del Regimiento de Transmisiones– salió desde El Aiún en una misión de reconocimiento cayendo en una emboscada. El resto es historia.
Otra de las historias que se relata, a través de uno de sus personajes, es la guerra de Cuba. Precisamente en esta contienda de 1898 el sargento Julio Hurdisán defendía la torre de Guisa, desde la que transmitía con su heliógrafo: «En ese baluarte, Julio no solo protegía aquel aparato de transmisiones, sino que también custodiaba su juramento a la patria, la lealtad de sus soldados, el amor a sus padres… Aquella torre guardaba todo lo que era importante para él. De alguna manera, nos dijo y nos sigue diciendo, que jamás hay que rendirse y entregar aquello que custodiamos en el fondo de nuestro corazón».
Interpelamos al teniente coronel Crespo sobre el supuesto olvido al que se expone a veces a este tipo de unidades, que no son lo suficientemente reconocidas. Carros de combate, helicópteros, cazas, lanzadores de misiles... parecen copar la importancia de los despachos ministeriales y los medios de comunicación: «Ya no es así. Además, esos carros, la artillería, los drones… y todos los sistemas de armas que operan en el complejo campo de batalla van a tener que «hablarse». Y lo van a tener que hacer en tiempo real y de manera segura. Ese es el papel de las transmisiones. En el siglo XVI, los soldados del ejército del Gran Capitán tenían la consigna de no gritar, aunque fueran heridos, para que todos pudieran escuchar bien las órdenes que daba el tambor de mando. Las transmisiones siempre han estado en el campo de batalla».
—¿Y el ejército ruso? ¿Por qué falló en este apartado de las comunicaciones y transmisiones durante su invasión de Ucrania? ¿Le sorprendió?
—Se percibía a Rusia como una súper potencia y la guerra está demostrando que, efectivamente, no había tal «brecha tecnológica» respecto a Ucrania.
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