El PSC resiste la presión de la empresa barcelonesa para que pacte con Junts
Los socialistas admiten que el pacto «natural» es con los comunes; pese a ello, tienen un canal «fluido» con Trias
Junts votará «no» a los tres primeros decretos de Sánchez, incluido el que afecta a la ley de amnistía
Horas antes de la constitución del pleno del Ayuntamiento de Barcelona tras las últimas elecciones municipales, el acuerdo entre Junts, ganadora en los comicios, y ERC para hacer alcalde a Xavier Trias se daba por hecho. Una carambola de última hora no obstante permitió que ... el socialista Jaume Collboni se hiciese con la alcaldía con el apoyo de los comunes y del PP, partido este último que, emulando a Manuel Valls en 2019, evitó con sus votos que la capital catalana cayese bajo la férula independentista. Hace cuatro años, el ex primer ministro francés, en un gesto de altura política poco reconocido, apoyó a Ada Colau para impedir un gobierno 'indepe' en la ciudad. El año pasado, el popular Daniel Sirera repitió la jugada para evitar un ejecutivo de Junts y ERC. El veterano Xavier Trias, burlado, zanjó su intervención con un sonoro «¡que os zurzan!».
El resultante de aquella carambola fue un gobierno socialista en precario –apenas diez concejales, cuando la mayoría está fijada en 21– y la presión cada vez mayor de una parte de la ciudad, particularmente de los sectores empresariales y colectivos damnificados por las políticas de Colau, en favor de un acuerdo entre Junts y el Partido Socialista de Cataluña (PSC). La sociovergencia venía a ser el sueño húmedo del 'establishment' barcelonés, temeroso de que el PSC, necesitado de apoyos, buscase el recurso «natural» de incorporar a los comunes a su ejecutivo, frustrando así el ansiado cambio de etapa en el consistorio que todos los partidos, a excepción del de Colau obviamente, prometieron.
Son estos colectivos los que más han empujado y siguen empujando, apuntan fuentes empresariales, en favor de una gran coalición de socialismo e independentismo de centro-derecha en Barcelona, un acuerdo que, por elevación, abriría también nuevos escenarios en el plano autonómico, a falta de un año para las elecciones y con perspectivas inéditas tras la decisión –falta ver la solidez de la misma– de Junts de regresar al campo de la política no estéril. Escenario cambiante.
Tres reuniones con Trias
La posibilidad de un acuerdo PSC-Junts, no obstante, ni es inminente ni seguramente probable, tal y como apuntan fuentes políticas de ambos partidos conocedoras de las negociaciones consultadas por este diario. Cuando hace pocos meses Collboni se vio obligado a prorrogar los presupuestos por falta de apoyos, se abrió un canal con Junts que parecía propiciar un futuro acuerdo y la incorporación de esta formación al ejecutivo municipal.
Hay conversaciones –de hecho Trias y Collboni se han llegado a reunir hasta en tres ocasiones antes de las Navidades– y dos mesas de trabajo conjuntas: una de presupuestos y otra programática. Superado ya el quebranto que en las filas convergentes supuso la carambola 'Valls bis' que les arrebató la alcaldía, «la relación es fluida», reconocen desde ambas formaciones.
A este respecto, las dudas no están en el terreno de Junts, sino en el del PSC, donde se recuerda que se habla a derecha e izquierda. En Junts es distinto: «Somos muy transparentes y Trias lo ha dicho con claridad, no tenemos ningún problema en explicar que estamos dispuestos a ayudar, a que el cambio en Barcelona sea real y no una continuidad del 'colauismo'. Y eso solo pasa por la presencia de Junts en el ejecutivo«, explican fuentes del partido.
Otra cosa, añaden, es que las conversaciones lleguen a buen puerto, ante lo que hay dudas. En el entorno de Junts se comienza a tener la sensación de que el canal abierto con el PSC respondería más a una estratagema de los socialistas para «abaratar» el apoyo de Barcelona en Comú. No es descartable que en unas semanas Junts apremie al PSC a tomar ya una decisión.
En el campo socialista demandan prudencia y, si bien se admite que con Junts se habla, fuentes de la formación reconocen de manera simultánea que la alianza «natural» es con los comunes.
Diversos factores empujan en esta dirección. La primera es la próxima salida de Colau –cuya relación con Collboni es mala– posiblemente hacia Europa en la candidatura de Sumar. En el PSC se reconoce que con la exalcaldesa fuera, el grupo de Barcelona en Comú, con Janet Sanz como cabeza visible, recuperaría un perfil mucho más parecido al que históricamente tuvo Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), socio fiable y de larga duración del PSC en Barcelona durante los mandatos de Narcís Serra (entonces con el PSUC), Pasqual Maragall, Joan Clos y Jordi Hereu.
Otro de los factores que empujan a favor del pacto de izquierdas y en contra del acuerdo con el independentismo es la desconfianza del PSC a gobernar con Junts, una anomalía política cuando este partido tiene once concejales frente a los diez socialistas. La alternancia de alcaldes, que llegó a plantearle Collboni a Trias cuando el primero buscaba un acuerdo y la carambola de última hora no se intuía, ahora no se contempla.
«En otra fase»
La situación es paradójica. Asumiendo en Junts que el acuerdo es complicado, otras fuentes señalan que la situación tampoco resulta inconveniente para ellos. Recuperan imagen de centralidad y relevancia institucional, dan un mensaje a ERC y al electorado de que vuelven a estar dentro del juego político –en la misma línea de sus 'acercamientos' al PP– y se proyectan como partido útil, capaz de pactar con unos y otros, tras el irredentismo de los últimos años. De hecho, es la bandera pragmática con la que Trias aceptó ser candidato. En todo caso, un mensaje interesante de cara a los comicios autonómicos.
Internamente, la posibilidad de llegar a gobernar con el PSC se asume que podría levantar suspicacias entre los sectores radicalizados, el 'laurismo' –por Borrás– más recalcitrante, pero sin mayores consecuencias. «Estamos ya en otra fase. Esa línea ya la traspasamos al investir a Sánchez», apuntan. Que Collboni opte por aguantar en solitario hasta que se celebren las autonómicas tampoco es descartable. Pero el escenario sería ya otro.
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