Podemos desaparece del Parlamento vasco ocho años después de su 'sorpasso' a PSE y PP
El partido de Belarra agudiza su crisis al no resistir en una región que le permitió soñar
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![Miren Gorrotxategi](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/04/21/miren-gorrotxategi-RYVsyB7zHEu2sl87DKVlQ7N-1200x840@diario_abc.jpg)
Otra noche negra para Podemos. Otra noche de pesar en un partido que hace tiempo que no encuentra la tecla para conectar con la sociedad. Ni siquiera la aparición en campaña de su todavía líder espiritual, Pablo Iglesias, ha permitido a la formación de ... Ione Belarra resistir en un territorio donde lo llegó a ser casi todo, en su sueño roto de tumbar el bipartidismo y romper con el sistema heredado de la Transición. Cero. Ningún escaño en el País Vasco tras haber conseguido seis en las elecciones del 2020, las de la pandemia del Covid-19. Sumar, el proyecto de Yolanda Díaz, la sucesora señalada por Iglesias para el espacio, sí consiguió un diputado.
Hace cuatro años, con una baja participación (50%) por el miedo al coronavirus, Podemos consiguió más de 72.000 votos y un ocho por ciento de los sufragios que se tradujeron en seis escaños. Anoche, con un significativo aumento de la concurrencia a las urnas, superó por escasas décimas el dos por ciento de apoyos; algo más de 23.000 papeletas, por debajo de las más 35.000 de Sumar.
La derrota de Podemos no por esperada deja de ser dolorosa. El País Vasco fue para la formación de Belarra un fortín sobre el que cimentó su intento de asaltar los cielos. Su éxito, en una sociedad que todavía no había normalizado a Bildu, al que Iglesias introdujo en la «dirección del Estado» la legislatura pasada, fue notorio en una comunidad autónoma que rara vez ha sido lugar de buenas noticias para el PSOE y el PP. En 2015, en su irrupción en el Congreso con nada menos que 69 escaños, los izquierdistas ganaron en votos en esa región.
Unos meses después, en la repetición electoral de las elecciones generales, ganaron en votos y también en escaños. En las autonómicas vascas de aquel 2016, en las que se vota en otra clave, no alcanzó al PNV ni a Bildu, las fuerzas hegemónicas de un territorio entregado al nacionalismo, pero rozó el quince por ciento de los votos, cosechó once escaños y sí consiguió un simbólico 'sorpasso' al PSE y al PP, a los dos 'grandes' nacionales.
Un nuevo fracaso
Nada. Ni la apelación a un tripartito de izquierdas, una fórmula que huyese del eje nacional que se impone en Cataluña y el País Vasco, fue suficiente para convencer a un electorado que sí le ha confiado un acta en el próximo Parlamento a Sumar. Desde 2016, cuando Podemos fue tercera fuerza en las autonómicas y primera en las generales en esa autonomía, cayó primero en 2020 a los seis diputados autonómicos y ahora se va a cero.
Es un nuevo fracaso que tendrán que digerir Belarra y su dirección, y que se añade al de las elecciones gallegas, donde tampoco obtuvieron representación, y al traumático divorcio con Sumar en el Congreso, con el paso de Podemos al Grupo Mixto tras el ninguneo constante de Díaz.
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